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Bilbo

Científicos premiados por la Fundación BBVA avisan de los retos medioambiental y tecnológico

Las personas galardonadas con los premios Fronteras del Conocimiento de BBVA han reivindicado el valor de la ciencia y la cultura para afrontar los grandes retos globales más allá de la pandemia, como la emergencia medioambiental, la transformación tecnológica o el riesgo de crisis económicas.

Muchos de los galardonados han asistido presencialmente a la gala celebrada en el Palacio Euskalduna. (IREKIA)
Muchos de los galardonados han asistido presencialmente a la gala celebrada en el Palacio Euskalduna. (IREKIA)

El Palacio Euskalduna de Bilbo ha acogido este martes la ceremonia de entrega de las ediciones XII y XIII de los premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA –en 2020 no se celebró el acto debido a la pandemia de covid–, en la que se ha distinguido el trabajo de 35 figuras mundiales en los campos de la investigación científica y la creación artística.

«En el origen de los premios Fronteras está la convicción de que el conocimiento es la mejor herramienta para entender el mundo y a nosotros mismos, afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo y crear oportunidades para todos», ha destacado Carlos Torres Vila, el presidente de BBVA.

En el acto también han intervenido, entre otros, el lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, y el alcalde de la capital vizcaina, Juan Mari Aburto.

De las 35 personas galardonadas en las ocho categorías de ambas ediciones, 24 han podido asistir presencialmente al acto, procedentes de algunos de los centros de investigación más importantes de Europa y Estados Unidos. Cada uno de los premios está dotado con 400.000 euros.

La relevancia de la ciencia básica

Los discursos de los premiados han reflejado la profundidad y complejidad de los grandes desafíos del mundo actual, como el cambio climático, tal y como ha apuntado Kerry Emanuel, catedrático del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).

Este pionero en el estudio de los huracanes ha destacado que «sin la ciencia básica» se habría «tardado una década, en lugar de un año, en desarrollar las vacunas contra la covid que han salvado millones de vidas». Ha resaltado también que el calentamiento global supone «un grave riesgo para la civilización».

La trascendencia de la crisis ambiental y el papel fundamental del conocimiento para afrontarla se ha reflejado también en el discurso de Sandra Lavorel, galardonada junto con Sandra Díaz y Mark Westoby.

La profesora Lavorel ha recordado la aventura que supuso la creación de TRY, una base de datos sobre unas 200.000 especies de plantas (más de la mitad de todas las conocidas) que ha permitido «incluir la biodiversidad en la evaluación de los impactos del cambio climático en el planeta Tierra».

Desde las ciencias básicas, el profesor Michael Grätzel ha puesto igualmente el foco sobre la sostenibilidad al señalar que «tal vez el mayor desafío para nuestra sociedad global sea descubrir formas de sustituir los suministros de combustibles fósiles» para afrontar la «grave emergencia planetaria» del cambio climático.

«Aunque te llamen loco»

La transformación impulsada por las tecnologías de la información ha sido otro de los desafíos globales destacados por los premiados, como John Hennessy –catedrático de Stanford y actual presidente de Alphabet, la empresa matriz de Google–, impulsor, junto al cogalardonado David Patterson, de los microprocesadores hoy presentes en prácticamente todos los móviles, tabletas, portátiles y demás dispositivos informáticos.

Hennessy ha subrayado la importancia de cultivar un pensamiento libre, que en su caso generó ideas «anti-intuitivas y controvertidas», y ha añadido que el premio que ha recibido «celebra no solo esas ideas, sino también la perseverancia, aunque te llamen loco».

Bernhard Schölkopf, galardonado junto a Isabelle Guyon y Vladimir Vapnik por sus contribuciones en inteligencia artificial, ha enfatizado la importancia de que se tenga en cuenta la dimensión ética en el desarrollo de máquinas inteligentes, dado que «la inteligencia puede diagnosticar enfermedades, manipular la información, influir en procesos electorales, incluso contribuir a la fabricación de armas que toman decisiones autónomas sin tener que rendir cuentas».

Otro de los desafíos globales que ha estado presente en la ceremonia ha sido el de las crisis económicas, como ha puesto de relieve Mark Gertler, de la Universidad de Nueva York.

Del «amor a la ciencia pura» ha hablado el investigador en biomedicina Ardem Patapoutian, quien, junto al también premiado David Julius, ha descubierto los receptores con que se perciben los estímulos de presión. «Nos ayudan a distinguir entre una suave brisa y el pinchazo de un cactus, y también nos indican cuándo nos ha subido la presión sanguínea o cuándo tenemos la vejiga llena», ha explicado.

El desafío de comprender la complejidad del comportamiento humano a través de las ciencias sociales ha sido puesto de manifiesto por Susan Fiske, galardonada junto con Shelley Taylor por sus contribuciones a la cognición social, el estudio de los procesos cognitivos que usan las personas para entender a otras y a sí mismas.