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Elgar Maphosa posa ante la cabaña pintada con barro que alberga su cocina, en Matobo, Matabeleland.
Z. AUNTONY (AFP)

El diseño de las cabañas pintadas de Zimbabue, un tradicional oficio femenino


Se llama Peggy Masuku y ha sido reconocida como una de las mujeres más talentosas que dominan el arte tradicional del diseño de las casas que salpican el Parque Nacional Matobo. Son cabañas redondas con techo de paja con figuras geométricas pigmentadas con tierra, carbón y ceniza.

El sol resplandeciente acaricia los atrevidos diseños pintados en su cabaña redonda con techo de paja. En el suroeste de Zimbabwe, Peggy Masuku muestra a los visitantes sus mezclas de pigmentos de tierra, carbón y ceniza que utiliza para crear los tonos mate de sus obras geométricas.

A sus 54 años, es reconocida entre las mujeres más talentosas que han dominado este arte tradicional en el suntuoso paisaje del Parque Nacional Matobo, entre colinas de granito y rocas equilibradas que son hitos espirituales.

Estas pinturas de casas de barro han ganado notoriedad. Sus motivos se encuentran en la moda y el diseño en lugares tan lejanos como Europa, lo que genera ingresos a los artesanos de este rincón rural del sur de África.

Para la discreta Peggy Masuku, todo empezó cuando su suegra le encomendó, como hija menor de la familia, la tarea de esparcir una pasta de estiércol de vaca en las paredes y suelos de las cabañas, una técnica tradicional de mantenimiento de estructuras.

Panorámica de una cabaña pintada a través de una ventana de otra en construcción, en Matobo. (Z. AUNTONY | AFP)

«Ella se aseguró de que lo hiciera perfectamente. Al principio, pensé que se estaba exagerando, antes de comprender que era el mejor entrenamiento», confiesa. Después, pasó a pintar las paredes exteriores de las chozas de barro, «como hacen las ancianas», y con el tiempo se volvió «muy hábil».

El reconocimiento llegó cuando ganó varias veces un concurso local anual creado en 2014 por una francesa que había vivido en la región durante más de 30 años. Esta última, Véronique Attala, recuerda su emoción cuando, durante una excursión, «encontró una cabaña magníficamente decorada» en un lugar clasificado por la Unesco que alberga una de las mayores concentraciones de pinturas rupestres africanas.

Platos y utensilios colocados decorativamente dentro de una cocina pintada con barro. (Z. AUNTONY | AFP)

Moda y diseño

Un nuevo proyecto, liderado por la Embajada de Alemania con socios locales, comienza a probar las perspectivas comerciales de estas creaciones, reproducidas en tejidos, maceteros o pantallas de lámparas. El proyecto Matobo Collection ayuda a encontrar mercados, particularmente en el extranjero, y los artistas reciben una tarifa de licencia por sus diseños y regalías por cada venta.

«El objetivo es promover el arte de estas mujeres y, por tanto, dar a conocer este patrimonio cultural único»

La embajada ha contratado abogados especialistas para ayudar a las mujeres a afrontar las cuestiones de derechos de autor y compensación. «El objetivo es promover el arte de estas mujeres y, por tanto, dar a conocer este patrimonio cultural único», explica la agregada cultural de la embajada, Katrin Simon.

La pintura de chozas es una antigua tradición del pueblo Ndébélé y sus motivos originalmente estaban imbuidos de significado. Era «una forma de comunicar la visión del mundo o las creencias, así como los ideales y valores» de estos aldeanos, explica el historiador cultural Pathisa Nyathi. «Con el tiempo, los significados se han ido perdiendo y, debido a la interacción con otras culturas, especialmente las occidentales, ahora el énfasis está en la estética», añade.

Peggy Masuku demuestra sus habilidades pictóricas mientras renueva una de sus pinturas en su granja en Matobo (Z. AUNTONY | AFP)

Alentada por su éxito, Peggy Masuku recibió un encargo para pintar edificios cerca de las Cataratas Victoria, la principal atracción turística de Zimbabwe, que espera que conduzca a otros proyectos.

Su amiga Patience Ndlovu, de 58 años, enseña su arte a su hija de 26 años, Nozipho, quien dice estar «orgullosa» de seguir los pasos de generaciones anteriores.

Elgar Maphosa, otra pintora de casas, dice estar impresionada de que las tradiciones de su región «hayan llegado tan lejos». «Es una práctica rutinaria», subraya esta mujer de 58 años. «Nunca imaginé que algún día obtendría ingresos con ello».