XANDRA ROMERO
SALUD

Famosos y salud, mala relación

En este gran negocio en el que se ha convertido la alimentación, la industria alimentaria sigue sacándose trucos de la manga para vender sus productos. Una de las técnicas más antiguas es la de apostar por un famoso que cuente las bondades de dicho producto. Ahora, en cambio, no hace falta que una empresa los contrate, ya que son los propios famosos los que escriben libros, tienen secciones de programas donde hablan de “salud”, etc. El problema viene cuando lanzan recomendaciones de salud a la población general basadas en rumorología y mitología, y acaban instalando en el público la idea de que hay atajos en cuestiones de salud, superalimentos curalotodo, dietas prodigiosas, etcétera.

¿Y cuál es el problema? Pues lo que advierten numerosos estudios científicos, como el publicado en 2011 en la revista “Appetite”, que concluía que la publicidad sobre los alimentos influye en nuestro comportamiento alimentario y altera las preferencias.

Pero, ¿qué responsabilidad tienen los famosos en los productos que publicitan? ¿Son culpables de que los alimentos o complementos alimenticios a los que ceden su imagen no cumplan lo que prometen y puedan confundir al consumidor? Bueno, la respuesta a esto creo que es personal. En mi opinión, en parte sí, es decir, es cierto que ellos no tienen por qué saber de nutrición, de medicina, etcétera y es totalmente lícito que cobren la cantidad de dinero que la marca comercial les quiera pagar. Hasta aquí, bien, sobre todo si se cree que detrás de cada producto, hay una ley seria que regula de manera contundente. Pero lo que realmente existe es una norma vigente con mil huecos por donde las empresas se cuelan para confundir al consumidor. El Real Decreto 1907/1996 regula solo aquella publicidad y promoción comercial de productos con pretendida finalidad sanitaria y aunque no se lo crean, la ley actual dice que productos que anuncian que «contribuyen al funcionamiento normal del sistema nervioso», «contribuyen a mantener la tensión arterial normal», etcétera no son considerados productos con pretendida finalidad sanitaria.

Además, también existe una gran cantidad de alimentos y complementos nutricionales que incluso incumplen esa legislación y no pasa absolutamente nada. Y es de esto de lo que el famoso no tiene ninguna responsabilidad. Ahora bien, dudo de que no sea conocedor de esto y al menos, cuando uno pone su cara para promocionar algo, qué mínimo que informarse de que no sea un fraude o incluso perjudicial para la salud.

Por todo esto, aunque hay varios ejemplos de cómo un famoso “perjudica nuestra salud”, mi favorita es Pilar Rubio y su sección en el programa “El Hormiguero”, en la que suelta perlas tales como que «no hay que usar diuréticos, porque perdemos las defensas» o «el 84% de la grasa la perdemos exhalando». Esta chica merece el puesto número uno, ya que me consta que sabe que lo que dice cada semana son absurdas patrañas denunciadas por varios colectivos, entre ellos los licenciados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.

Pero hay muchos más, como Punset anunciando Bimbo natural, Dani Rovira y el nuevo Actimel Pro Vital… y un desgraciadamente larguísimo etcétera.

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