XANDRA ROMERO
SALUD

¿De qué nos morimos y a quién le importa?

Sorprende pensar que hoy en día nos morimos por comer de más y no por carecer del acceso a fuentes de alimentación. Tal y como asegura la OMS, el 65% de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad causan más muertes que la insuficiencia ponderal (estar por debajo del peso que se considera saludable).

Al respecto, la revista científica “The Lancet” publicaba hace unas semanas los datos del macroestudio “Global burden of disease” (Coste mundial de la enfemedad), a partir de los cuales se observa cómo más de la mitad de las muertes en el mundo (un 57%) pueden atribuirse a factores de riesgo concretos, perfectamente evitables, causados por nuestro comportamiento o el ambiente en el que vivimos y trabajamos.

Hablamos de macroestudio, ya que ha sido llevado a cabo en 188 países del mundo y en el que se ha analizado el impacto sobre la salud de 79 factores de riesgo distintos. Entre ellos, 14 relativos a la alimentación, que, en combinación, fueron responsables del 21% de las muertes en 2013. Entre ellos, los que mayor impacto tuvieron fueron la hipertensión, el consumo de tabaco, el sobrepeso y los niveles elevados de glucemia plasmática en ayunas (el azúcar en sangre). Es decir, en conjunto, una dieta inadecuada es lo que nos está matando, literalmente.

Y aunque aún no se han publicado los informes completos por países, este es también el mayor problema de salud del Estado español, el único de Europa occidental donde el alto IMC (índice de masa corporal, uno de los indicadores de obesidad) encabeza el ranking con un crecimiento mucho más rápido que el de EEUU en los últimos veinte años, al pasar del 30% al 65% de tasa de obesidad infantil. Pero, ¿cómo es posible si se trata de un lugar con dieta mediterránea? Además, el genial Gobierno estatal tiene desde hace diez años un plan de actuación contra la obesidad infantil (hay que recordar que un niño obeso es un adulto obeso) llamado estrategia NAOS. Y sin embargo, es el Estado europeo con mayor tasa de obesidad. Algo no cuadra…

Quizá sea que tanto la estrategia NAOS como el plan HAVISA (Hábitos de vida saludable) se centran en cuestiones tan nimias como el trillado y demostradamente inútil «Bajo en grasas» (pero que la industria alimentaria le eche todo el azúcar que quiera). O quizá porque la publicidad alimentaria (esa que dice que si no le das un batido a tu hijo eres mala madre; que te dice que si no tomas un yogur pequeñito todas las mañanas, tus defensas no van a desayunar –¡primera noticia después de diez años estudiando nutrición humana!–, etcétera) está basada en un sistema de autorregulación (yo me lo guiso, yo me lo como) de lo más útil… (a los hechos me remito).

Quizá sea por todo esto, aunque quizá también tenga que ver que las empresas adheridas al plan HAVISA sean, entre otras, Coca-Cola, Pepsico, Nestlé, El Pozo, Campofrío, Ferrero, Kellogg’s, etcétera y que, como todos sabemos, no hacen otra cosa que favorecer un estilo de vida saludable. Pero el Estado, los encargados de NAOS y demás siguen dándose palmaditas en la espalda por el trabajo bien hecho.

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