Janina Pérez Arias
Elkarrizketa
Patricia Clarkson

«Los actores no debemos sentirnos nunca a salvo»

Ala actriz Patricia Clarkson (Nueva Orleans, 1959) no se le hace difícil convertirse en el alma de la fiesta. Sus labios rojísimos, sus movimientos y su amplia gesticulación recuerdan de inmediato a aquel Hollywood de la era dorada, cuando se inventó el glamour y la elegancia. Durante más de treinta años de carrera, Clarkson ha depurado su talento, hasta el punto de poseer la habilidad de resumir un largo texto en tan solo una mirada o un ligero gesto. En “The Party”, una vez más hace gala de sus destrezas interpretativas, encarnando a April, una mujer de una franqueza tan extrema que provoca risotadas hasta en los momentos más incómodos.

Escrita y dirigida por la británica Sally Potter (conocida por “Orlando”, 1992), esta sátira sobre el declive de la intelectualidad burguesa y de izquierdas llega a las salas comerciales el 16 de febrero. Rodada en blanco y negro, es una comedia negra de aires teatrales que narra cómo una fiesta entre un grupo de amigos para celebrar el ascenso a ministra de una de ellos se transforma en una verdadera tragedia cuando salen a relucir secretos, contrariedades y resentimientos. “The Party” es una producción independiente, en la cual Clarkson comparte elenco con Kristin Scott-Thomas, Cilliam Murphy, Bruno Ganz, Timothy Spall, Cherry Jones y Emily Mortimer.

¿Cree que la conjunción de intérpretes ha sido clave en «The Party»?

Todos nosotros hemos hecho muchas películas y mucho teatro, además hemos trabajado en la televisión y hemos sido protagonistas pero también secundarios. Entonces, como hemos hecho prácticamente de todo, sabíamos qué hacer para que funcionara. Esta es una fantástica película coral, con siete personajes heterogéneos interpretados por personas que son diferentes entre sí, pero el hecho de que nos llevamos muy bien fue de gran ayuda. No tuvimos tiempo para problemas personales ni indulgencias; solamente teníamos que aparecer en el set, decir nuestras líneas y, si te querías quejar de algo, lo tenías que hacer en silencio.

Al tratarse de personajes y actores con tanta fuerza, en plena crispación, interactuando en un espacio pequeño, ¿cómo lograron el equilibrio entre lo que estaba en el guion y la dinámica de cada uno durante el rodaje?

Sally (Potter) es muy específica, y el elenco estuvo siempre guiado por su claridad de ideas. Estábamos aislados en el lugar de la filmación, todos los días llegábamos al set, íbamos a nuestros camerinos y luego nos dirigíamos a ese espacio que resultaba muy real, compuesto por el salón, la cocina, el baño, el jardín, y allí permanecíamos juntos durante todo el rodaje. A veces estábamos en el fondo de la escena, otras en el centro de la misma. Y como siempre estábamos presentes, llegó un momento en que la vida y el arte se empezaron a mezclar; aunque no diría que nuestros personajes pertenecieran a esa mezcla, ya que nunca le hablaría a nadie fuera de cámara como lo hace April (se ríe). Tuvimos un magnífico ambiente de trabajo, y creo que fue por eso por lo que logramos acabar en dos semanas; el tono y el temple de este guion requerían que estuviéramos concentrados tanto física como mentalmente. Y de hecho, de ninguna forma podías estar en otro lado.

¿Qué le interesa del trabajo de Sally Potter?

Cada una de sus películas es diferente. Sally es valiente y potente, es muy exigente a la hora de trabajar con ella; quiere que te quedes un rato más con tu personaje y, al mismo tiempo, quiere que le pongas mucho de ti al mismo, lo cual te lleva a tener que hacer un cambio profundo en tu interior. Prácticamente reorganizas tus moléculas cuando trabajas con Sally.

Nunca había compartido una película con Kristin Scott-Thomas. En la película ella interpreta a la nueva ministra de Sanidad del Gobierno de Gran Bretaña. Usted es su mejor (y mordaz) amiga. ¿Cómo fue el trabajo con ella?

¡Fue fabuloso! Kristin es una actriz consumada, es divina. Fue un verdadero placer trabajar con ella, cosa que agradezco mucho.

Son muy diferentes, tanto en sus personajes como en la vida real. ¿Cómo se desarrolló la relación entre ambas?

Somos tan diferentes como lo pueden ser otras personas entre sí. Es cierto que los caracteres opuestos se atraen, tal como sucede en mi círculo de amigos. Más que sorprendida, me sentí aliviada al constatar que Kristin es intensa en el trabajo, pero no como persona; y me gusta que sea así, que esa intensidad la aplique al trabajo. Nos reímos mucho de nuestros personajes y de nuestras escenas juntas. Tenemos casi la misma edad, de manera que ya hemos visto y vivido mucho, conocemos bien el juego. Así que fue una maravillosa experiencia trabajar con ella.

¿Qué percepción tiene del uso del humor en «The Party»?

Creo que a todos nosotros nos atrajo la fina línea en la que se apoya el humor. El humor y el patetismo se presentan con una misma medida en este guion maravillosamente escrito, ferozmente inteligente, pero al mismo tiempo emotivo. Prácticamente nos obligó a ser un poco gimnastas, porque caminábamos como sobre una barra y teníamos que encontrar el equilibrio perfecto. Allí radicó el reto, y a ese desafío nos enfrentamos todos los días. Pero Sally es estupenda, sabe perfectamente qué demonios está haciendo (se ríe). Me sentí ‘a salvo’, que es una frase que no me gusta mucho porque pienso que los actores no debemos sentirnos nunca a salvo. Y aunque un ‘lugar protegido’ te permita hacer locuras, no creo que Sally sea una persona con quien puedas estar a salvo, ya que es radical y testaruda. Pero eso es precisamente lo que la hace maravillosa.

¿Qué piensa del tono político de la película? La prensa ve en ella una ácida crítica de la intelectualidad progresista.

No lo veo como un filme político, sino de personajes. Aunque está muy claro que se trata de un grupo de izquierdistas, exceptuando a Tom (Cilliam Murphy) que es banquero. Y hasta cierto punto, todos esos personajes son como un reflejo de lo que está sucediendo en el mundo ahora mismo.


Vuelta a la televisión. La realidad de Patricia Clarkson dista mucho de ese embrollo de ficción con final torcido. Ha llevado su carrera a pulso entre el teatro, la televisión (la cual abandonó hace mucho, pero a la que retornó hace poco) y el cine. Tanto como protagonista como secundaria, sea en papeles muy pequeños, siempre se las ha arreglado para brillar con luz propia. Ha demostrado fidelidad hacia el cine independiente, donde se concentra la mayor parte de su filmología, desde “Vidas cruzadas”, de Tom McCarthy, hasta “La Librería”, de Isabel Coixet; y precisamente con la pequeña cinta “Retrato de April” (dirigida por Peter Hedges), consiguió en 2003 una nominación al Oscar y a los Globos de Oro como mejor actriz de reparto. Pero esta intérprete también ha sentido curiosidad por enfrentarse a otras escalas, a diferentes géneros y ha llegado hasta al punto de invertir muchos años en ciertos proyectos para hacerlos realidad, tal como fue el caso de “Aprendiendo a conducir” (Isabel Coixet, 2014).

En lugar de ser actriz, ¿nunca se sintió tentada a seguir los pasos de su madre en política?

No. Mi madre (concejal en Nueva Orleans) ya se ha jubilado, aunque a menudo da discursos en la alcaldía, de manera que sigue algo activa en el ámbito político, aunque sea detrás de bambalinas. Me interesa la política local, y cuando mi madre estaba a punto de jubilarse, hubo un momento que pensé: ‘¿Debería postularme para su puesto?’. Pero no, deseché la idea porque solo quiero hacer películas, que son más fáciles de hacer y donde pagan mucho mejor (se ríe). Siento una profunda admiración y respeto hacia los políticos, sé que suena a oxímoron, pero es la verdad porque yo crecí en la casa de uno de ellos. Mantiene mi fe en que tal vez el mundo pueda encaminarse por el camino correcto y volverse un lugar más generoso.

En la serie de televisión «House of Cards», que supone su vuelta a la televisión, se enfrenta a la política.

Desde “A dos metros bajo tierra” (donde participó desde 2002 a 2005) no había hecho televisión, aunque participé en un episodio de “Broad City” (2015) y en otro de “Parks and Recreation” (2011), porque conocía a gente relacionada con esas series. Pero en “House of Cards” hice siete episodios interpretando a un personaje fabuloso (Jane Davis). ¡Es una serie brutal!

¿El juego sucio que plantea «House of Cards» hizo que cambiara su actitud hacia la política?

Bueno, no hay que olvidar que crecí entre políticos (se ríe), pero no, no cambió mi actitud. Sin embargo, impresiona ver la naturaleza confabuladora de esa gente, es todo un espectáculo; resulta maquiavélico, pero, a la vez, es maravilloso ver cómo está planteada la serie. Es bueno conocer la diferencia entre lo que hago, lo que soy y lo que interpreto. En “House of Cards” tuve la oportunidad de trabajar con directores increíbles como Alik Sakharov y Agnieszka Holland, quien es una de mis directoras favoritas. Además los últimos dos episodios los dirigió Robin Wright (una de las protagonistas), de manera que trabajé con ella como actriz y directora. Fue una experiencia muy emocionante.

Ahora que menciona a esas dos realizadoras, ¿cree que el punto de vista femenino en la dirección difiere del masculino?

La mujeres son diferentes cuando están dirigidas por mujeres. Para mí es fantástico trabajar con directoras, y haber podido trabajar con muchas cineastas, representa una bendición en mi carrera.

Hace veinte años aún habían diferencias entre actores de televisión y de cine, cosa que hoy ya no existe, ¿cree que esa evolución tenía que producirse?

En mi caso, el cine independiente fue durante mucho tiempo mi sustento y, en general, siempre ha sido una lucha constante. Tal como escribió Chéjov: ‘Debemos trabajar, debemos trabajar, debemos trabajar…’. Creo que tenemos que ir a donde sea para conseguir trabajo y el medio ya no importa. Ahora es todo completamente igualitario, y las perspectivas son bastante favorables, siempre y cuando los guiones sean buenos, claro.

En este sentido, ¿qué opina sobre la polémica de la brecha salarial entre actrices y actores?

¡Eso tiene que acabarse, es algo absurdo! La buena noticia es que la situación está mejorando. Ahora las mujeres están levantando la voz, son más claras respecto a ese tema. Sin embargo, a nivel político cabe preguntarse si se tomarán las medidas necesarias para que esto no se lo lleve el viento. No sé qué va a ocurrir en EEUU, pero tenemos que mantenernos firmes, que se escuchen nuestras voces: las mujeres no podemos darnos por satisfechas con poco. En esta película, al menos, todos tuvimos igualdad salarial. No fue mucho, pero hubo igualdad.

Una se puede imaginar que a lo largo de su carrera ha tenido usted experiencias poco placenteras. ¿Cómo ha conseguido hacer un buen trabajo cuando ve que en el medio de un rodaje el barco se hunde?

Por suerte, esos casos han sido la excepción, no la regla. Cuando he dicho que no a un proyecto es porque no me atraía. Todo comienza con el guion, con cómo está escrito tu personaje, porque es a través de esa escritura como te vas a convencer de que deseas interpretarlo. He tenido el gran privilegio de trabajar con extraordinarios directores que han cumplido todas mis fantasías delante de la cámara, como también es un privilegio que, en este punto de mi carrera, pueda darme el lujo de poder elegir.