XANDRA ROMERO
SALUD

¿Es sano utilizar aceite de coco?

De un tiempo a esta parte, las ventas de aceite de coco, así como su uso en algunas recetas “saludables,” están aumentando. Por un lado, parece que está consiguiendo fama impulsado por las recomendaciones y las afirmaciones de algunos famosos que lo usan como la última cura milagrosa para todo. Como todos sabemos, lo que diga una estrella va a misa, y de ahí el boom de este aceite, antaño catalogado como una de las grasas con efectos más perjudiciales para la salud junto con el aceite de palma, imagínense.

¿La razón? Es debido a que el aceite o grasa de coco tiene un contenido en grasas saturadas muy elevado (86%), más que la mantequilla (51%) o la manteca (39%). De hecho, yo misma estudié en la universidad este hecho como universal; no obstante, como siempre recuerdo, la nutrición es una ciencia y, como tal, avanza. Hoy en día sabemos que no todas las grasas saturadas, por el simple hecho serlo, son perjudiciales.

Históricamente, los motivos por los que los alimentos ricos en grasas saturadas se consideraban no saludables es porque ingerirlos supuestamente causa un aumento de los niveles de LDL en la sangre, lo que popularmente se conoce como el “colesterol malo”, asociado al bloqueo de las arterias y a un mayor riesgo de enfermedades del corazón.

Sin embargo, allá por 2014 se consiguió eliminar la etiqueta de perjudicial para todas las grasas y se estableció la clasificación de grasas “malas” (las saturadas) y grasas “buenas” (el resto). Asimismo, a partir de ese momento, las investigaciones serias en torno al tema empezaron a revelar que quizá esta clasificación tampoco era acertada, ya que no se tenía en cuenta que dentro de las grasas saturadas había notables diferencias.

En resumen, desde hace cuatro años todo apunta a que no todos los ácidos grasos saturados son iguales y que, por esta y otras razones, su efecto en las distintas vías metabólicas es muy distinto. Los efectos sobre nuestra salud de las grasas saturadas parecen depender de la longitud de su cadena hidrocarbonada (con más o menos átomos de carbono en la molécula); de la matriz alimentaria en la que están “vehiculizados”, pudiendo alterar su función el estar acompañada de unos u otros nutrientes; de su origen...

Pero, ¿qué hay en concreto sobre la grasa o aceite saturado de coco? Por un lado, la grasa de coco es rica en ácido láurico. Están sobradamente probadas las propiedades antimicrobianas y antivíricas de esta sustancia cuando su uso es tópico, pero no hay datos sobre si su ingesta actúa de igual forma. Por otra parte, para digerir las grasas nuestro organismo necesita que primero la bilis las separe en pequeñas partículas sobre las que después actuará la lipasa pancreática.

En cambio, la grasa de coco, gracias a su ácido láurico, que es un ácido graso de cadena media, puede ser absorbida directamente por las paredes intestinales y no presenta la necesidad de que la bilis ni ninguna enzima actúe sobre ella. Esto resultaría beneficioso en bebés, cuyo sistema digestivo no está totalmente maduro y en personas que por alguna razón tienen disminuidas sus capacidades de digestión y/o absorción de las grasas (falta de vesícula biliar, problemas pancreático, resecciones intestinales, enfermedad de Crhon, etc.).

No obstante, en una persona sana, con un sistema digestivo capaz de digerir las grasas sin mayor problema, esta característica del aceite de coco carece de sentido. Asimismo, si recurrimos a las investigaciones científicas actuales, lo cierto es que hasta ahora casi no se han hecho estudios en humanos que hayan puesto científicamente a prueba las presuntas bondades del aceite de coco, pero los pocos que se han realizado de forma seria no han obtenido resultados negativos.

Aunque, de momento, parece que hay que seguir investigando, lo cierto es que en el marco de una dieta saludable y en personas sanas no parece haber problemas por utilizarlo de vez en cuando. Eso sí, recuerda que, como siempre, nos referimos a la grasa o aceite de coco virgen sin refinar. Porque, por desgracia, la mayoría (por no decir todos) de los productos que encontramos en cualquier supermercado fabricados con grasa de coco no tienen estas propiedades, ya que se trata de grasa tratada y refinada y a menudo parcialmente hidrogenada, cuyas propiedades nada tienen que ver con la grasa de coco virgen.

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