TERESA MOLERES
SORBURUA

Cuidar los caladios

Los caladios del género Caladium hybride son unas plantas excepcionalmente vistosas, por la belleza de sus hojas grandes y finas que sobresalen de unos largos peciolos. Tienen una infinita diversidad de colores, panachés, moteados y algunas veces son casi diáfanas. Proceden de las selvas vírgenes del Amazonas, aunque las que nos ofrecen en los viveros son los resultados de híbridos, principalmente del Caladium bicolor de tal manera que las especies puras han desaparecido.

Aunque se ha popularizado su venta, los caladios en jardín directamente en la tierra son difíciles de mantener. Cuando el lugar es sombrío, solo mantendrán el color verde. Y es que estas plantas necesitan abundante luz, pero sin sol directo, ya que este puede quemar las hojas. Por cierto, hay que tener cuidado al regar de no mojar las hojas. Lo mejor es utilizar esta exótica planta como ornamental delicada para interiores. No tiene tallos y las hojas con sus peciolos, parecidos a tallos, salen directamente de las raíces muy gruesas que forman rizomas, donde almacenan sus nutrientes. Las hojas son acorazonadas con nervios muy marcados.

Los cuidados que requieren este tipo de plantas son básicamente los siguientes: una temperatura alrededor de 22°, nunca superior a 35° porque se deshidratan y tampoco a 5° porque se mueren de frío, además de una buena ventilación sin corrientes de aire frío; hay que colocar el tiesto sobre guijarros o gravilla que permanezcan algo húmedos para mantener ese ambiente húmedo; el tiesto y el agujero de drenaje no deben tocar el agua porque ocasiona la pudrición de los rizomas; los riegos debemos realizarlos cuando el sustrato está algo seco y a partir de otoño deben ser muy espaciados.

Su periodo de crecimiento comienza en primavera hasta el verano. El sustrato, una mezcla de turba y arena gruesa, debe cambiarse al principio de la primavera cuando comienza su crecimiento, mientras el fertilizante en primavera-verano cada quince días. Le va muy bien el humus de lombriz.

Se multiplican por división del rizoma en otoño-invierno. Las plantas fuertes desarrollan pequeños tubérculos laterales que se plantan en diferentes macetas después de tratarlos con un fungicida. Como precaución, no separarlos de la planta madre hasta que salgan sus propias hojitas.