xandra romero
SALUD

Alimentos como premio o castigo

Es muy habitual que los padres y resto de cuidadores recurran al clásico «Si te portas bien, te doy un dulce» o «Si haces tal cosa, luego vamos a comer una hamburguesa» y, a la inversa, utilizar alimentos que no les gustan demasiado como un castigo. Pero es un error emplear la alimentación para premiar o castigar a los hijos.

Desde que son muy pequeños, tenemos que inculcarles la importancia de una dieta saludable y variada, hacerles llegar que comer bien les hará más sanos y les evitará enfermedades. Darles un dulce como premio elimina cualquier discurso que podamos hacerles sobre lo bueno de tener una dieta sana, del mismo modo que castigarles con ciertos alimentos hace que los niños asocien ese alimento con algo desagradable o negativo, y acaben apartándolo de su dieta facilitando así la aparición de fobias alimenticias.

En concreto, la asociación de la comida como recompensa aumenta significativamente el gusto de los niños por ella. Normalmente, estas “recompensas” suelen ser dulces o comida basura (ricos en sal y azúcar) que, además, condicionan el gusto de los niños haciendo que los prefieran ante alimentos más saludables.

Cuando hacemos uso de la comida de estas dos formas, con el tiempo, puede convertirse en una forma a través de la cual canalizar sus emociones, rebeldía y protestas, del mismo modo que ocurre cuando se utiliza la comida para consolar a un niño triste o que llora. El mensaje sobre cuándo y por qué deberían comer se vuelve incorrecto, acostumbrándolos a comer cuando no tienen hambre. Buscan sentirse bien haciendo un uso patológico de la comida, lo cual se asocia a conductas alimentarias desadaptativas en la edad adulta.

Si lo pensamos bien, un premio es algo que nos otorgan tras un esfuerzo, es algo con connotaciones positivas. Sin embargo, sabemos que la comida basura o los dulces no son recomendables. Pero si han aprendido a comer para canalizar la tristeza u otra emoción, es fácil encontrar adultos que si se han comido un dulce o una hamburguesa sin que haya sucedido nada extraordinario, piensen que es un premio que no merecen y se culpabilizan. En ese momento, podemos estar hablando del inicio de un trastorno alimentario.

Así que te recomiendo que no te preocupes si tu hijo no come todo lo que te gustaría o le sirves en el plato, pues los niños saben cuánta comida necesitan. No hay que presionarle ni obligarle a comer, ya que hay pequeños que no muestran interés por la comida, sin que ello sea preocupante.

Respecto a las golosinas y demás, no quiere decir que las prohibamos, aunque sí es recomendable no tenerlas en casa. Y si las piden, ofrecerlas con moderación y no asociadas a ningún tipo de recompensa, pues para crear hábitos alimentarios saludables es vital no crear asociaciones negativas ni positivas con los alimentos.

Además, tengamos en cuenta la otra cara de la moneda. Intentar enseñar desde el castigo nos lleva a la conducta de evitación, que nos empuja a mentir y ocultar por el miedo al castigo. De modo que eduquémosles desde la responsabilidad de una dieta variada y equilibrada para una vida sana.

Honi buruzko guztia: SALUD