Iñaki ALTUNA
Director de NAIZ
«EZTABAIDAN» EN NAIZ SOBRE EL FUTURO DEL SINDICALIMOS

LA OBLIGACIÓN DE RESPONDER A LAS NUEVAS REALIDADES SOCIALES

El espacio de debate y reflexión «Eztabaidan» de NAIZ sobre el sindicalismo abierto el 10 de marzo comienza a dar sus frutos, con una serie de artículos y aportaciones. La necesidad de responder a las nuevas realidades es una de las más claras conclusiones.

Reconocer la necesidad de readaptarse, de responder a nuevas situaciones y obligaciones puede entenderse como debilidad y muestra de crisis existencial, mucho más cuando se es objeto de ataque y persecución. Es por ello que el hecho mismo de plantear el debate sobre el futuro del sindicalismo en un momento en que la patronal puede atreverse a pensar en demandar la ilegalización de determinadas centrales creó sus dudas en NAIZ y GARA, pero estas se disiparon al leer el primer párrafo del primer artículo que llegó a esta redacción de los solicitados a diferentes autores para abordar dicha reflexión.

«Muchas veces se ha dicho que el sindicalismo está en crisis, que frente a los cambios socioeconómicos de finales del siglo XX se ha quedado atrás, que ya no sirve. Esto no es más que un análisis miope de la situación, basta con observar sectores y empresas con alta sindicalización y comparar su situación en lo que respecta a las condiciones laborales frente a plantillas y sectores no sindicalizados», arrancaba aquel artículo Endika Alabort. Interesado en alternativas y modos de gestión, Alabort es miembro de la Consultoría Primero de Mayo y ha ejercido de profesor en la UPV/EHU, además de publicar diversos artículos de prensa relacionados con la actualidad económica y el mundo laboral.

Muchos han sido los interrogantes y cuestiones que hemos planteado a los expertos consultados: ¿qué representa hoy el día el sindicalismo? ¿los sectores en situaciones muy precarias tienes sitio en su seno? o ¿qué alternativa socio-económica se puede plantear para el futuro del país? Son solo algunas de ellas, pero, en todo caso, muestran lo vasto del ámbito sobre que se ha querido reflexionar. Por ello, este nuevo “Eztabaidan” ha sido organizado en cuatro bloques, y así se ha dispuesto la participación de los diferentes autores, pues cada uno tendrá una temática asignada. Los retos del sindicalismo respecto a las nuevas realidades sociales, la imagen del sindicalismo tras los ataques que viene registrando, la intervención sindical para el futuro económico y político vasco y el papel de los sindicatos en el proceso político abierto en Euskal Herria son esos cuatro grandes bloques iniciales.

Tres firmas para el arranque

Para desarrollar el primero de ellos, sujeto como el resto a los comentarios de los usuarios de NAIZ, se ha contado con tres colaboraciones, que han dado enfoques interesantes y, en ocasiones, novedosos. Además de Alabort, han escrito sendos artículos Begoña Zabala –feminista, miembro de Emakume Internacionalistak y afiliada de LAB– e Igor Ortega –profesor e investigador en Mondragon Unibertsitatea; sociólogo, participó también en Aztiker–.

Todos coinciden en la necesidad de dar nuevas respuestas a las nuevas realidades, y cada uno intenta aportar, desde su óptica, propuestas o posibilidades a estudiar.

En el arranque de la reflexión, Alabort propone «buscar 1) implantación sindical más que la audiencia electoral, lo que facilita la implicación de las trabajadoras; 2) la respuesta a las problemáticas desde una perspectiva de centro de trabajo, y no solo de la empresa principal; 3) organizarse sindicalmente superando la lógica de la empresa, buscando la cohesión sindical sectorial vía centros de trabajo, dando cobertura a las capas más precarias de trabajadoras [el autor utiliza el femenino para referirse al conjunto] que pivotan de empresa en empresa, pero muchas de las veces trabajando en el mismo sector y hasta mismo centro de trabajo y 4) facilitar la incorporación de las precarias en la vida sindical y en las estructuras, dejando de ser un terreno dirigido a las personas con empleo estable, lo que facilitaría adoptar una visión en principio más amplia». Desde ahí, Alabort entiende que «se puede estructurar una defensa más amplia de los intereses de las trabajadoras, yendo a la mayoría, que cada vez es más precaria».

Y con el ánimo de que el sindicalismo puede ayudar a articular una sociedad diferente, apunta más allá de la defensa de derechos y aboga por «la creación de alternativas económicas». «Históricamente –explica– los sindicatos han creado cooperativas y la recuperación de empresas ha sido parte de su estrategia en los momentos de mayor fuerza sindical, además del control sindical de la contratación, como herramientas para hacer frente al desempleo y a las listas negras».

Empoderamiento popular

Igor Ortega maneja algunas ideas similares, en un artículo con dos puntos de reflexión. El primero ahonda en la necesidad de reinventarse tal y como, señala el propio autor, se constató en las recientes jornadas de la Fundación Ipar Hegoa sobre precisamente el futuro del sindicalismo.

Sin embargo, y aunque constata que «las inercias de las dinámicas heredadas no parecen soluciones adecuadas en las nuevas coordenadas sociales», Ortega alerta de que «existen lecturas interesadas que tienden a magnificar la crisis del sindicalismo», cuando en realidad, a su juicio, «los sindicatos continuarán siendo agentes fundamentales (aunque no ya como el Gran Sujeto de la clase trabajadora) en la articulación de las fuerzas sociales del cambio».

El segundo punto de reflexión lo presenta bajo el epígrafe “De la defensa de los nichos de derechos a las dinámicas de empoderamiento popular y comunitario”, para apuntar un camino: «El reto urgente que enfrentan nuestras sociedades hoy no solo pasa por encontrar vías que nos permitan superar la crisis económica, sino que se precisan activar las vías que nos posibiliten transitar hacia un modelo de sociedad más humano, más justo y sostenible. El paradigma cooperativo, y sobre todo las perspectivas autogestionarias y auto organizativas que anidan en su seno, ofrecen pistas interesantes en el objetivo de contribuir a democratizar la economía y en el desarrollo de organizaciones que, poniendo en el centro la integralidad de la persona, pongan en práctica valores tan contra hegemónicos hoy como la igualdad, la democracia, la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua, el valor de uso, etc».

«Lo interesante de todo ello –profundiza en su argumentación el profesor– es que en Euskal Herria contamos con una amplia y diversa red de experiencias que demuestran, por una parte, que desde las lógicas comunitarias y cooperativas es factible organizar los más diversos ámbitos de nuestra sociedad y, por otra, que no solo sirve para experiencias periféricas y pequeñas, sino que ámbitos tan complejos como la educación y la producción industrial pueden ser abordados desde este paradigma».

Para todas las personas

Begoña Zabala incorpora una visión ciertamente interesante desde la defensa de todos los derechos para todas las personas, que parte desde una perspectiva nítidamente feminista. «La exclusión desde los albores del capitalismo de las mujeres del mundo del trabajo asalariado y remunerado y la asignación de las tareas domésticas, reproductivas y de cuidados de forma generalizada a las mujeres es uno de los pilares del capitalismo, en alianza inseparable con el patriarcado», afirma la autora.

Antes de desarrollar su planteamiento de futuro, Zabala también constata «la consideración de la familia como el sujeto benefactor del trabajo asalariado».

Tras describir las contradicciones surgidas con el desarrollo histórico y los impedimentos sobrevenidos para lograr personas autónomas que gocen de sus derechos sin depender de terceros, la militante feminista pone negro sobre blanco un planteamiento diferente: «Si el eslogan de la modernidad y del feminismo ilustrado fue el de una persona un voto, ahora se tendría que volver a poner sobre el tapete la individualidad y universalidad de los cuatro derechos fundamentales: educación, salud, derechos sociales y atención a la dependencia o a los cuidados. Cada persona, incluidas las criaturas, tiene derecho a que se le reconozca de forma autónoma cada uno de esos derechos y su ejercicio garantizado por la Administración Pública en general».

Y ello, en opinión de Begoña Zabala, debe tener tu traslación al mundo sindical y sus reivindicaciones: «Las políticas sindicalistas y las reivindicaciones de clase asociadas a las familias –demandas familistas– no son compatibles. Nada de lo que demanda la clase trabajadora debe pasar por la asignación de esa demanda a la familia en su conjunto o al interés familiar. La autonomía, la soberanía y la independencia de las personas nos requieren demandas para todas ellas –‘todos los derechos para todas’– al margen de su situación familiar. Incluso, en contra de su situación familiar».

 

Artículos de Paco Roda y Koldo Saratxaga

Tras la intervención de Alabort, Zabala y Ortega, durante la última semana la reflexión se ha abierto al segundo bloque temático, referido a la imagen de los sindicatos, de la mano de Pacto Roda, adscrito al Departamento de Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra y colaborador habitual en medios de prensa. Roda aborda inicialmente ese cuestionamiento intencionado de los sindicatos, pero entra también al fondo de la cuestión sobre su papel y su futuro: «Por eso es urgente en este contexto de desmantelamiento del Estado Social y desafección política [...] que revisen las metodologías de lucha, de confrontación con el capital y sus estructuras de poder, de sus mensajes, sus coordinaciones con colectivos sociales vulnerables y su capacidad de reorientar dinámicas de lucha más allá de las tradicionalmente emitidas por la historia y la memoria».

Después del artículo de Roda, mañana mismo, NAIZ y GARA publicarán uno nuevo, de Koldo Saratxaga, creador e impulsor de NER Group. Abrirá un nuevo bloque temático, sobre el futuro socio-económico.I. A.