Iñaki LEKUONA
Periodista

Cuánto trabajo

Días antes de la marcha del Primero de Mayo, en pleno acto de entrega de los premios Molière, un autor teatral compareció totalmente desnudo, como protesta ante una ministra de la Cultura a la que le costó trabajo creer que aquello no era ficción, que aquel hombre no se encontraba en cueros por necesidades del guión, sino simplemente para denunciar las condiciones laborales del sector.

El viernes, los sindicatos franceses salieron a la calle conscientes de que, según las encuestas, sólo uno de cada tres ciudadanos confían en su labor. Entre los escépticos se encuentran los militantes del FN, muchos de los cuales desfilaron ese mismo 1 de mayo aunque no para conmemorar el Día del trabajador, sino para recordar la figura de Juana de Arco, símbolo rancio de la extrema derecha pretendidamente moderna.

A años luz de aquella flipada del tardo medievo, venerada hoy como Santa patriota no sólo por ultracatólicos y filofascistas, varias jóvenes de Femen lograron boicotear a pecho desnudo el discurso del FN hasta que fueron desalojadas virilmente al grito de Francia para los franceses, como si fueran los extranjeros los que les quitan el pan a los locales y no el sistema neoliberal al que sirve Marine Le Pen. Este Primero de Mayo ha quedado claro que hay mucho trabajo por hacer. Y cuánto.