Pablo González
ELECCIONES EN GEORGIA

La victoria aplastante de Sueño Georgiano deja cuestiones abiertas

Sueño Georgiano obtiene la mayoría constitucional en el Parlamento del país, lo que le libra por completo de cualquier necesidad de acuerdo con otras fuerzas. Se abre el debate sobre si el partido seguirá el mismo rumbo o, ya con el poder total, variará su política en alguna de las cuestiones clave.

Los comicios del 8 de octubre han dejado un Parlamento que pocos esperaban. La victoria del partido en el poder, Sueño Georgiano, estaba cantada, pero no su logro de la mayoría constitucional ni la entrada de solo tres partidos. Especialmente no se esperaba que varias de las formaciones tradicionalmente más pro-occidentales quedaran sin representación.

Si bien los comicios han sido declarados limpios y justos por organismos internacionales de observación como la OSCE, ha habido irregularidades menores. Además, el propio sistema electoral georgiano favorece al partido en el poder. 77 diputados se eligen por lista única para todo el país de cada partido, pero los otros 73 se eligen por el mismo número de distritos: tener el aparato administrativo de tu lado marca diferencias.

A falta de una segunda vuelta en los distritos donde los candidatos no han superado el 50% en primera votación, Sueño Georgiano parece lograr al menos 110 diputados de los 150 de la cámara, superando ampliamente los 85 que tenía en coalición.

El politólogo Kakha Gogolashvili, de la Fundación de Estudios Estratégicos de Georgia, cree que hará falta tiempo para ver si Sueño Georgiano empieza a abusar de su mayoría, como hizo el Movimiento Nacional Unido (MNU) de Mijeil Saakashvili: «En los primeros años de Gobierno, Saakashvili también hizo muchas cosas buenas, pero luego el poder absoluto lo pervirtió». Matiza que la sociedad estará muy atenta por si miembros de Sueño Georgiano que se inclinan hacia Rusia intentan influir en el rumbo oficialmente pro-occidental de Georgia.

Sueño Georgiano ha declarado por activa y por pasiva su intención de integración euro-atlántica, pero siguen existiendo dudas. Dudas que vuelven a escena al no entrar en el Parlamento ninguno de los partidos tradicionalmente con mejores relaciones con Washington y Bruselas, como los Demócratas Libres o el partido Republicano de Georgia, fuerzas que aspiraban a ser necesarias para formar la coalición de gobierno.

Tampoco estarán en el Gobierno el mencionado MNU, con de momento 27 diputados –pueden ser 3 más en el mejor de los casos–, ni la Alianza de Patriotas, con 6 escaños. Parece que no serán importantes en la vida parlamentaria durante los próximos cuatro años. MNU no tiene ninguna posibilidad de acuerdo con Sueño Georgiano, y los tradicionalistas de Alianza de Patriotas ya se han ofrecido al Ejecutivo, pero su rechazo a la OTAN se interpreta en ciertos sectores, animados por el embajador norteamericano, como una posición prorrusa.

La sociedad ha dado su apoyo masivo a la política de Sueño Georgiano. Los programas sociales y la estabilidad económica han convencido a una población harta de grandes cambios que casi siempre les han traído problemas. El Ejecutivo ha introducido una sanidad universal que funciona, ha vuelto a abrir el mercado ruso para los productos georgianos, pero sin reabrir las relaciones diplomáticas con Moscú; el turismo internacional fluye hacia Georgia, especialmente el ruso y el de países árabes. Todo deja una sensación de cierta recuperación económica y anímica tras los duros últimos años de la gestión de Saakashvili, cuando la guerra de 2008, la crisis económica y las sanciones rusas hicieron mucho daño al nivel de vida de los georgianos

Tras la llegada de la coalición Sueño Georgiano –no confundir con el partido del mismo nombre– al poder en 2012 aupada por Bidzina Ivanishvili, el hombre más rico de Georgia, la situación empezó a cambiar. No hubo pasos bruscos o precipitados. Se apostó por programas sociales y rebajar la tensión internacional, lo que propició que la crispación y tensión derivaran en una existencia más tranquila, centrada en el desarrollo paulatino de la región partiendo de la realidad y no de los deseos potenciales, como la entrada inmediata en la UE u la OTAN.

En este momento, con la mayoría absoluta y disuelta la coalición, queda la duda de si se seguirá el mismo rumbo o empezará a variar hacia alguna tendencia diferente, tanto en el ámbito internacional (con un hipotético acercamiento a Rusia para intentar solucionar la problemática de Abjasia y Osetia y, con ello, un enfriamiento de las ideas pro-occidentales) como en el interno (hacia una actitud más autoritaria).