Joseba VIVANCO
Athletic

Fiarlo a que la pelota entre o no

Los rojiblancos necesitarán argumentos más consistentes en su juego para que lo sucedido en Las Palmas no se convierta en norma.

Existe una máxima en el fútbol según la cual «una pelota que entra o no entra cambia todo». Puede resumir lo que fue el partido del Athletic en Las Palmas, con el matiz de que mientras que a los locales sí les entró la pelotita, a los rojiblancos no solo no en esa doble ocasión protagonizada por Elustondo y Lekue con el 2-1, sino que podría afirmarse que ni siquiera tuvieron ocasiones de hacerlo. El problema es que es una situación que se viene repitiendo con demasiada asiduidad esta temporada, porque partidos como el del lunes los hemos visto unos cuantos, mayoritariamente lejos de San Mamés, donde los leones están ofreciendo una imagen muy poco consistente. Nada que ver con aquel partido en el Bernabéu, plagado de cambios, en donde fue ese Athletic que da la cara de principio a fin, ese al que Ernesto Valverde y los suyos nos ‘malacostumbraron’. Luego, la pelota entrará o no, pero lo cuestionable es que el equipo antes consistente, se diluya fácilmente ante rivales que ni mucho menos son superiores a él.

Semanas atrás conveníamos en que el Athletic se había vuelto pragmático, o lo que alguno preferiría calificar como resultadista. Sobre todo a domicilio. Al abrigo de San Mamés, los leones han sacado adelante casi todos sus exámenes, ante rivales nada sencillos o en situaciones comprometidas como las citas europeas. Y lo hizo a base de su ADN competitivo, ese que no da nada por perdido hasta el final, ese que es capaz de remontar marcadores adversos, ese que encierra al contrario en su campo y va, va y va hasta que Aduriz o Raúl García dan con la llave de paso. Más por acoso y derribo que por un fútbol excelso. E incluso en un análisis de esos partidos caseros habría que diferenciar entre la propuesta calculada en Liga y el heavy metal en Europa League.

Nada que ver con sus encuentros lejos de casa. Siete jornadas jugadas a domicilio –por no mencionar las salidas europeas–, dos victorias y un empate, las dos primeras en ese idílico mes de setiembre y la igualada en Cornellá-El Prat en aquella invitación al bostezo. El resto, derrotas en Gijón, Málaga, Madrid y Las Palmas. En La Rosaleda la expulsión de Balenziaga fue determinante, en el Bernabéu el equipo cayó de pie, en los otros dos partidos la imagen dejó mucho que desear.

Lorenzo Buenaventura, prestigioso preparador físico y compañero de viaje de Pep Guardiola, mantiene que «se trata de competir bien cuando uno no está bien». Y en esas anda o andaba el Athletic. Y decimos andaba porque la derrota en suelo canario ha dejado un amargo sabor de boca. Los leones venían ejercitándose sobre el alambre, tratando de sobrevivir a pesar de no estar bien, decantando de su parte aquello de que la pelota entre o no, pero ante el Las Palmas todo eso se fue al traste. Y eso en un duelo donde había mucho más por ganar que por perder. Sin embargo, la imagen volvió a ser pobre, desnortada por momentos como ante el Espanyol y donde solo encontró la luz cuando con uno menos tiró de ese ADN competitivo que le salva los muebles en casa. Apelar a que casi se empata al final es apelar a lo de que la pelota entre o no entre. Una vez sí, pero tentar tanto al azar...

Un Athletic diferente

Hemos cubierto un tercio de campeonato. Tiempo suficiente no para hacer pronósticos, pero sí para constatar que por las razones que fuere, al Athletic le está costando encontrar la regularidad, su hoja de ruta. Demasiado intermitente en el juego, impredecible cuando se sabía siempre lo que podía esperarse de él jugara en casa o fuera, una cosa es tirar de pragmatismo y otra pasarse más de lo debido a merced del rival. Que apueste o no por un juego menos elaborado y más directo, o mejor dicho, que combine ambos de manera más asidua que antes, no explica que el equipo tenga esas prolongadas ausencias que acaban sentenciándole. Ante el Las Palmas el Athletic nos recordó a lo visto frente al Sassuolo o Genk a domicilio, al Molinón.

Es evidente que este Athletic no es el mismo. Que hoy por hoy depende demasiado de que la pelota entre o no, que es verdad está tratando de competir no estando bien y ahí anda empeñado. Como también que esto es fútbol y no una ciencia exacta. E igual que un jugador reconoce en público que pueda no estar fino, no debiera haber problema en admitir lo propio del equipo, normalizar el debate futbolístico y ver las cosas con perspectiva de futuro sí, pero también visión de pasado. A fin de cuentas, fútbol es fútbol, que diría Bujadin Boskov, y si cruza la línea de meta, gol.

Valverde llama al cachorro Villalibre

Ernesto Valverde ya lo avisó. Que no descartaba echar mano del chaval del filial Asier Villalibre en ausencia de Aduriz. Y dicho y hecho, el de Gernika entrenó ayer con el primer equipo en Lezama. El donostiarra no estará ante el Eibar, baja notabilísima que se suma a la de su escudero Raúl García. Dos privaciones que merman el potencial no solo ofensivo del equipo sino anímico, por lo que ambos aportan sobre el césped en cuanto a carácter y liderazgo. Y eso ante los armeros se antoja fundamental. Valverde solo cuenta con Williams, Muniain y Susaeta, con el gol todos ellos como asignatura pendiente, y está por ver la evolución de Sabin Merino. Todo apunta a que Iñaki será el referente arriba y Villalibre deberá conformarse como alternativa en el banquillo. Javi Eraso puede ser el otro hombre beneficiado en sustitución de Raúl. Pero habrá que ver la convocatoria de hoy de Txingurri para el duelo copero en Santander y si Villalibre está.J.V.