Ainara LERTXUNDI
Elkarrizketa
PABLO CATATUMBO
MIEMBRO DEL SECRETARIADO DE LAS FARC-EP Y NEGOCIADOR EN LA HABANA

«Es lastimoso ver tanta lentitud y falta de decisión política estratégica»

Pablo Catatumbo, miembro del Secretariado de las FARC-EP, ha sido uno de los negociadores plenipotenciarios en La Habana. Actualmente se encuentra en los Llanos del Yarí, donde la dirección de la guerrilla realiza estos días una sesión plenaria.

Pablo Catatumbo es miembro del Secretariado de las FARC-EP y uno de los negociadores plenipotenciarios en La Habana. Ha cambiado la capital cubana por la zona temporal de preagrupamiento conocida como La Elvira, en el departamento del Cauca. La misma que visitará a finales de este mes el presidente francés, François Hollande.

En respuesta al cuestionario enviado por GARA antes de que se trasladara a los Llanos del Yarí para participar en la sesión plenaria del Estado Mayor Central para ampliar la dirección en veinte miembros y sentar las bases del nuevo partido político que tomará cuerpo al finalizar el proceso de dejación de armas, Catatumbo analiza los claroscuros de la implementación de los acuerdos. En las actuales condiciones, considera «difícil» poder cumplir el cronograma.

A casi dos meses de la firma en Bogotá de los acuerdos de La Habana y de su posterior refrendación en el Congreso, aún no se ha producido el traslado de los guerrilleros a las Zonas Veredales Transitorias de Normalización, la gestión de los indultos se está retrasando y falta por aplicar la Ley de Amnistía. A ello se suman los atentados contra líderes sociales. ¿Cómo valora estas dilaciones?

Como un encontronazo con la realidad. Una cosa es enfrentar al Gobierno en la mesa de conversaciones de La Habana y otra muy distinta es enfrentar la burocracia estatal, heterogénea, paquidérmica y clientelista, en la búsqueda de la implementación de los acuerdos. Es lastimoso ver tanta lentitud, burocratismo y falta de decisión política estratégica en el proceso de transformación más importante que ha vivido el país en toda su historia reciente.

En los acuerdos se establece que el proceso de dejación de armas debe concluir el «día D+180». El «día D» fue el 1 de diciembre. Teniendo en cuenta los retrasos en el cronograma, ¿aún considera posible cumplir lo establecido, es decir, que para junio haya concluido la dejación de armas?

Es difícil. En el punto de preagrupamiento en el que me encuentro en el Cauca, el Estado no ha iniciado la primera obra de infraestructura. Y eso que estamos a dos horas de la tercera ciudad del país y que el presidente de Francia hará en breve una visita oficial a la zona. Lo más seguro es que el cronograma entero de la dejación de armas deba amoldarse a las nuevas realidades.

La Corte Constitucional avaló el «fast-track» como mecanismo abreviado para implementar los acuerdos de La Habana. ¿Es suficiente garantía o teme que nuevas demandas retrasen el proceso e, incluso, tumben lo ya avanzado?

La única garantía para el efectivo cumplimiento de los acuerdos de La Habana es que la movilización ciudadana rodee su implementación y logre presionar al Gobierno para evitar que sucedan incumplimientos.

El 20 de enero, Donald Trump tomará posesión de la presidencia en Estados Unidos y las elecciones presidenciales en Colombia están a la vuelta de la esquina. ¿Juegan los plazos en contra de la implementación de los acuerdos?

El contexto geopolítico contemporáneo es complejo. La polarización internacional es creciente y eso siempre afectará a los procesos de paz. Falta ver cómo la nueva Administración norteamericana dirige su política hacia América Latina. Lo cierto es que en Washington deben entender que en medio de la heterogeneidad política de la región, los países latinoamericanos han acordado que ésta es una región de paz. Es un mandato soberano respaldado por toda la nueva institucionalidad regional. Además, si usted revisa concienzudamente, el colombiano es el único proceso de paz con avances y realidades concretas en el mundo de hoy. Ponerle talanqueras sería un error garrafal.

Con el expresidente y actual senador Álvaro Uribe y el amplio sector que representa en contra de los acuerdos, ¿cómo se blindan éstos ante un eventual cambio de gobierno?

Debemos tejer una amplísima convergencia social y política que se comprometa con la implementación de los acuerdos tanto en la calle como en las urnas. Es una apuesta audaz y en pos de ella debemos remover muchos de los estilos de trabajo de las izquierdas. Vamos a necesitar una enorme convocatoria ciudadana que les imponga la paz a quienes quieren continuar la guerra.

¿Qué lecciones dejan el proceso en sí, el fallido plebiscito y el cónclave de más de una semana en La Habana?

La lección principal es que en Colombia pudimos demostrar que las ansias de paz son superiores a las circunstancias más adversas. Lo otro que aprendimos es que nunca es tarde para ampliar los consensos en torno a un propósito común.

¿Cómo encara la transformación de las FARC en un movimiento político?

Con optimismo y esperanza, pero también reconociendo que es un reto de grandes dimensiones. ¿Cómo hacer para construir un movimiento de multitudes que al mismo tiempo conserve principios y valores aprendidos en años de clandestinidad? ¿De qué manera adaptar nuestras banderas históricas a una realidad tan convulsa como la de la Colombia del posacuerdo? ¿Cómo lograr dar un salto hacia la población urbana que aún nos percibe como ajenos a su realidad?

¿Qué opinión le merece la irrupción de Voces de Paz?

Es un gran paso para el cumplimiento de los acuerdos. Estos compañeros y compañeras serán los guardianes de que el mecanismo parlamentario del «fast-track» funcione efectivamente. Tienen sobre sus hombros una tarea enorme, pero además están abriendo trocha para que la apertura democrática sea una realidad. Increíblemente, sin ser ninguno de ellos integrante de las FARC, han tenido que sufrir estigmatización y amenazas, lo cual da la justa medida de cuán reaccionarios son los enemigos de la paz.

Después de una vida en la guerrilla y en la militancia política, ¿cómo afronta el futuro más inmediato? ¿Se siente optimista, prudente?

Soy optimista y realista al tiempo. Nos acercamos a la más compleja de todas las batallas: la de la implementación de lo acordado. Todo indica que el Estado buscará incumplir lo más que pueda buscando siempre la paz más barata posible. Los próximos años serán de muchísima movilización y actividad política. Estamos dispuestos para ello. La vida es lucha.

Tras más de cuatro años de diálogo en La Habana y otros intentos fallidos, ¿cómo definiría el arte de dialogar?

Lo que puedo decir a partir de nuestra experiencia es que lo fundamental del diálogo es conocer la contraparte, sus intereses y, en ese marco, delimitar lo que pudiera ser el terreno común en el que se pueden construir acuerdos. Igualmente debo decir que lo personal pesa mucho en todos estos procesos; hay que salirse de esquemas y de rigores impuestos, dialogar con ánimo distendido y franco. Así se van creando consensos.

A finales de este mes, recibirá la visita de François Hollande. ¿Qué significa que un presidente francés visite una zona de preagrupamiento de la guerrilla?

Es una gran noticia. Una visita histórica, es la segunda vez en toda nuestra historia que un presidente de Francia visita nuestro país; el primero fue De Gaulle, cuando comenzaba esta guerra; ahora nos visita el presidente François Hollande al final de la guerra. Sin duda, demuestra el real compromiso de Francia y de muchos otros actores del concierto internacional con la concreción de la paz de Colombia. Es un gran gesto que valoramos y sopesamos en toda su dimensión positiva. Será una magnifica oportunidad para mostrarle al presidente de Francia, de primera mano, los retos de la implementación en una región tan olvidada como el Cauca. Seguramente saldrán muchas cosas buenas de esta reunión.