Agustín GOIKOETXEA
BILBO
Elkarrizketa
LIZ CASTRO
ESCRITORA E INTEGRANTE DE LA ASSEMBLEA NACIONAL CATALANA

«Queréis votar sobre la independencia, pues cogéis la iniciativa y lo organizáis»

La editora norteamericana residente en Barcelona, activista en primera fila desde 2009, se dedica a difundir el procés catalan a nivel internacional. Ayer, estuvo en Bilbo presentando su libro ‘‘Muchos pequeños granos de arena˝; el miércoles lo hizo en Iruñea y el 6 de abril estará en Getxo, impartiendo una conferencia sobre su experiencia.

¿Se atreve a definir ‘‘Muchos pequeños granos de arena’’ como un tutorial al uso para cambiar el mundo?

Claro. Es así como concebí el libro. El movimiento para ganar la independencia en Catalunya es un ejemplo no sólo de activismo cívico, democrático y pacifista sino también de creatividad. Me gustaría que la gente en otras partes lo usara quizás no tanto como tutorial sino como fuente de inspiración. Muchas veces vemos cómo está el mundo y pensamos: «Yo soy solamente una persona y estos políticos/ricos/banqueros son muchos y poderosos y lo controlan todo. ¿Qué puedo hacer yo, que no soy nadie?». En Catalunya, estamos ganando la independencia gracias a todas estas cosas que hemos hecho las personas, desde consultas y manifestaciones a recorridos en bicicletas, encender velas, promover debates, pintar murales y mucho más. Sí que podemos cambiar el mundo, sí que lo estamos cambiando, y de forma democrática y pacífica.

¿Por qué optó por la combinación de textos e imágenes?

El libro surgió de un deseo de desmentir el relato que se vendía en los medios tradicionales y en la caverna. Un relato falso de que el proceso es una mentira promulgada por los políticos expresamente para mantener ocupada a la gente y seguir en el poder. Había visto con mis propios ojos cómo funcionaban todas estas iniciativas y sabía que era justamente la gente la que había hecho todo esto, y que había pruebas fotográficas. Los políticos se añadieron luego y a veces a regañadientes. Quería demostrar que este movimiento es de la gente, no ha sido nunca ningún «órdago de Mas» ni de ningún político. Además, las iniciativas son tan divertidas y creativas que hacía falta hacerles un homenaje fotográfico.

Sincérese, ¿llegó a pensar que iba a tener el éxito alcanzado?

¿El libro o el proceso? El movimiento ha sorprendido a mucha gente, quizás incluso a los mismos catalanes. Recuerdo cuando nos cogimos las manos en la Vía Catalana, el 11 de setiembre de 2013, que habíamos trabajado mucho, 30.000 voluntarios, para llamar la atención del mundo. Nos dimos cuenta que estábamos llamando la atención de nosotros mismos, que nos estábamos convenciendo de que era posible, y que teníamos la capacidad de movilizarnos, de organizarnos y de hacer que nuestros políticos nos hicieran caso y nos dejaran votar sobre nuestro futuro político.

¿Y el libro que nos presenta?

El libro es más difícil. Los catalanes son bastante modestos y no les gusta aceptar complementos. Una vez hojean las páginas y se acuerdan de todas las cosas que han hecho, creo que se sienten orgullosos e incluso se recargan de energía. Han sido muchos años de trabajo y va bien cargar pilas de vez en cuando, viendo todo lo que se ha conseguido y cómo. No estoy hablando sólo de los éxitos de las manifestaciones sino de la mayoría a favor de la independencia en el Parlament y de un presidente comprometido a convocar un referéndum oficial y vinculante sobre la independencia.

¿Ha tenido que llegar una norteamericana a Catalunya para señalar el camino?

Yo no he señalado nada. Lo que hago es traducir. Una de las ironías de este movimiento es que la importancia de la lengua catalana hace que prácticamente todo el proceso se hace en catalán y es difícil que uno de fuera, no catalanohablante, entienda las causas y las razones. Por eso, hace mucho tiempo que intento traducir el movimiento al inglés y últimamente al castellano para que se entienda en otros sitios. No pedimos ayuda, no hace falta, la independencia la ganaremos con nuestra movilización, con el mandato democrático que tenemos en el Parlament, con la declaración de nuestro presidente pero, en ese momento, hará muy bien que la comunidad internacional lo entienda para que sea más fácil y obvio reconocer Catalunya como un país independiente.

Lo difícil parece llamar la atención, ¿hay alguna fórmula para activar a una mayoría social?

Aquí se llama «picar pedra», y de aquí también viene el título del libro, ‘‘Muchos pequeños granos de arena’’. La fórmula ha sido comenzar a trabajar, valorar todos los esfuerzos y no despreciar ninguna idea. Una de las historias que explico es sobre la manifestación de 10.000 personas a Bruselas en 2009. Francamente, considero que esta idea fue una locura. Pero en lugar de ningunearla, la aceptaron y la hicieron realidad. Y no es que consiguieran la independencia, ni tampoco grandes declaraciones de los parlamentarios, pero sí convencer a los 10.000 que fueron allá de que no eran cuatro frikis, que sí había apoyo para la independencia.

Fue en Bruselas donde comenzaron a recoger firmas para una iniciativa legislativa popular, luego rechazada por el Parlament, pero que inspiró a otra gente que había ido a Bruselas a organizar la consulta de Arenys de Munt, que fue la madre de las consultas populares y, en su lugar, de muchas otras cosas.

Otro asunto importante es reconocer que todo el mundo puede ayudar, que sólo una persona declarará la independencia en el Parlament pero todos los demás podemos aportar nuestros granos de arena para que pueda ocurrir. Podemos montar paradas informativas, diseñar folletos, pedir permisos, llamar a la prensa, hacer videos, inflar globos, incluso poner las sillas. Es como una torre humana, todo el mundo tiene un papel a jugar. Se necesita a todo el mundo y hay que valorar a todos.

Toda fórmula suele tener su antídoto, ¿no puede pasar que el contrario logre desactivar ese movimiento? ¿Cómo lo mantenemos vivo y vigoroso?

El antídoto del Gobierno español ha sido despreciarnos y hacerse el sordo. Y como han dicho muchos, no ha sido una mala estrategia. Es difícil mantener un movimiento activo. Uno de los grandes fundamentos del movimiento catalán ha sido de los más burlados y controvertidos: la revolución de las sonrisas. Cuando lo explico a periodistas extranjeros, me miran con incredulidad. «Pero, cuándo os pondréis en serio», me preguntan. Me hacen dudar si entienden lo que quiere decir democracia, porque democracia es esto: movilizarse hasta que los políticos nos hagan caso y hagan lo que les pedimos.

Erica Chenoweth, una académica norteamericana, ha estudiado la eficacia de la resistencia pacífica y ha resuelto que, en contraste con la «sabiduría convencional», el activismo pacífico es más efectivo que el violento. ¿Por qué? Porque recoge y anima a más gente y ésta no sólo recoge a otra sino que tiene una variedad más amplia de recursos y habilidades para ayudar. ¡Ya nos hemos puesto serios, pero con una sonrisa!

Otra cuestión importante es la transversalidad y la paciencia para tratarla. Este movimiento, a diferencia de otros, va de la derecha derecha hasta la izquierda más izquierda, es una de sus fortalezas y es muy difícil de gestionar. Como se puede imaginar, los partidos están siempre peleando, ya que tienen prioridades y perspectivas diferentes. El papel de la sociedad civil es mantener la presión y la visión clara en el objetivo y animarlos a ser generosos los unos con los otros para poder conseguir el objetivo en común.

Mucha gente habla de «unidad» como si fuera el Santo Grial pero para mí, es la transversalidad, la riqueza de la diversidad, la que nos hará ganar. Sí que tenemos que trabajar juntos pero lo tenemos que hacer desde diferentes puntos de vista para abarcar a tanta parte de la sociedad como podamos. Queremos que el nuevo Estado refleje a la mayor parte de la sociedad, no a una parte pequeña.

¿Cierta pérdida de interés por la «cuestión» puede servir para coger impulso?

No creo que haya ninguna pérdida de interés. Cierto es que no podemos estar todos en cada momento 100% dedicados, pero no quiere decir que no estamos por la faena. De hecho, descansar también es necesario. Y tenemos muchos relevos dispuestos a coger el volante mientras tanto. En Catalunya ha habido un ciclo natural de mucha envergadura durante el verano y, digamos, menos en invierno. Tengo toda la confianza que este verano no será diferente.

El «éxito» lo sitúa en emplear la presión permanente para superar la resistencia de los políticos. ¿Tiene periodo de caducidad esa fórmula?

Sí. No se puede mantener la presión para siempre. Hemos conseguido una mayoría en el Parlament a favor de la independencia y un presidente y un Govern comprometidos en convocar un referéndum oficial y vinculante antes de final de setiembre, tanto si se aviene el Estado español como si no. Tenemos que mantener la presión, hasta su celebración, y votar ilusiona mucho a los catalanes.

Defiende que su experiencia puede ser trasladada a donde la gente se sienta ignorada. ¿Qué propone a los vascos?

Que valoréis todas las ideas y las aportaciones. Aquí decimos siempre «tot suma» y es cierto. Que éstas sean democráticas y pacíficas, para que nadie tenga ninguna excusa para no escucharos. Que aprovechéis las redes sociales para aprovechar, ampliar y amplificar las redes de personas. Que recojáis todos los sectores, desde la izquierda hasta la derecha, para que todos estén representados. Que os conectáis con otros movimientos, que traduzcáis vuestros esfuerzos pero que dependáis sólo de vosotros. Y sobre todo, que creáis en la democracia, en poder llamar la atención de los políticos y hacer que representen vuestros deseos y anhelos.

¿Cuál sería el primer punto imprescindible para poner en marcha nuestro “procés”?

Lo estáis haciendo con las consultas populares. Queréis votar sobre la independencia y vuestros políticos todavía no os lo facilitan pues cogéis la iniciativa y las vais organizando. Genial. En Catalunya, la organización de las consultas sirvió para crear una infraestructura impresionante de voluntarios que fueron entrenándose y aprendiendo nuevas habilidades. Una vez hechas las 500 consultas que hicimos aquí, todas estas comisiones experimentadas buscaban más proyectos y muchas se convirtieron en territoriales de la Asamblea Nacional Catalana, que luego montó las masivas manifestaciones que generaron más soporte todavía.

¿Se atreve a analizar la situación de Euskal Herria?

Estuve en 1985 estudiando euskara. ¡Lástima, porque se me ha olvidado prácticamente todo! En 2016 estuve un par de días para hablar de lo que está pasando aquí y sobre todo escuché. Lo encuentro muy complejo. Y tan poco tiempo no es suficiente para atreverme a analizar nada. Lo que sí veo es que hace unos años los catalanes miraban mucho hacia allá y ahora mismo creo que se ha girado y quizás vosotros miráis hacia aquí. Tenemos muchas cosas en común y también diferencias. Lo que tenemos en común es una frustración con un estado que ha sido siempre incapaz de reconocer la riqueza que tiene y que nos fuerza a mirar siempre al centro, a Madrid.

Pero como con las parejas, si no se permite a uno ser como es, éste tiene la necesidad de marchar sencillamente para existir. Quedarse dentro es invisibilizarse, es desaparecer. Os veo en uno de estos momentos cruciales, diciendo si este Concierto Económico que tenéis os compensa el precio que os cuesta, a nivel de dependencia del Estado, de pérdida de derechos lingüísticos y etc. Tendréis que decidir si vale la pena. Al final, cada pueblo tiene el derecho de decidir su futuro.