Nagore BELASTEGI
DONOSTIA

Los amigos de Majarenas narran la difícil situación que viven ella y su hija Izar

Según el testimonio de la presa vasca, la niña ha comenzado a acudir a una escuela de Madrid porque le estaba resultando difícil permanecer recluida en casa hasta las cinco de la tarde.

Los amigos de la presa vasca Sara Majarenas dieron a conocer ayer una serie de mensajes enviados por ella desde Madrid en los que relata cómo es su situación y la de su hija Izar en el centro de acogida en el que se encuentran.

Garbiñe Alkiza, miembro de la plataforma “Izarrekin Sara etxera” fue la encargada de ponerle voz a los mensajes, claros y concisos, que hacen imaginar fácilmente lo que madre e hija viven cada día. «En su momento reivindicamos el derecho de Izar a estar con su madre. Lo consiguió pero a cambio de su propia libertad», subrayó.

Izar fue apuñalada por su padre el 15 de enero y estuvo ingresada de gravedad durante varias semanas. Su abuela se trasladó a Valencia, donde se encontraba presa Majarenas, para hacerse cargo de la niña, que al tener tres años no podía continuar en prisión junto a su madre.

La plataforma se manifestó para conseguir que ambas pudieran continuar juntas, y fue entonces cuando a la presa se le reconoció haber sido víctima de una agresión machista y, por ello, le correspondía protección. Aun en calidad de presa, fue trasladada junto a la pequeña Izar a un centro de acogida de Madrid, donde permanecen desde principios de marzo. Sin embargo, “Izarrekin Sara etxera” reivindica que la presa cumplió tres cuartas partes de su condena cuando la niña tenía seis meses, y que desde entonces (2014) debían estar en Donostia aplicando la ley ordinaria. Es por eso que siguen insistiendo que «es absolutamente necesario que las dos estén en Donostia con la mayor brevedad posible».

El testimonio de Majarenas respalda esta petición: «Izar ha empezado a asistir a una escuela de Madrid. Se le hacía muy dura la prohibición de no salir de casa hasta las cinco de la tarde. En la escuela tengo que esconder mi necesidad por razones obvias, lo que me impide relacionarme con normalidad con profesoras y madres/padres (...) tengo la sensación de estar viviendo en una especie de clandestinidad (...) esto hace imposible nuestra integración social».

En cuanto a la salud de la niña dice: «está respondiendo positivamente a su terapia sicológica. Lo fundamental ahora es que vaya ganando autonomía respecto a mí. La agresión de su padre le ha hecho más dependiente y ahora tiene que aprender a estar unos intervalos de tiempo sin mí. Pero mi entorno y mi familia están en Donostia. ¿Con quién voy a compartir esa tarea?».

En cuanto a su propia situación Majarenas apunta: «soy víctima de violencia de género pero no recibo ninguna ayuda. Mi expareja agredió y quiso matar a mi hija para hacerme daño. Pero yo no recibo ayuda de ningún tipo, ni sicológica, ni económica (...) mis heridas siguen abiertas como el primer día. No se me permite recibir ayuda profesional y ni siquiera puedo hablar y compartir vivencias con una amiga».