Daniel GALVALIZI

UNA HAMBURGO BLINDADA LE DA UNA HOSTIL BIENVENIDA AL G20

LA CUMBRE DEL SELECTO CLUB DE LOS VEINTE PAÍSES QUE SE AUTOCONVOCAN ANUALMENTE PARA CONVERSAR MUCHO PERO DEFINIR POCO EN EL DESTINO DE LOS GRANDES TEMAS GLOBALES TIENE COMO EPICENTRO ESTE AñO LA SOFISTICADA HAMBURGO. LOS ACTIVISTAS ANTICAPITALISTAS TRATARON DE BLOQUEAR EL ACCESO DE LAS DELEGACIONES A LA CUMBRE.

Hamburgo, que tiene el segundo puerto de tráfico de mercancías más importante de Europa, se ha visto convulsionada desde el jueves, cuando buena parte de las calles de Zentrum –el corazón urbano– están anegadas o cortadas por un gigantesco operativo de seguridad.

«No sé, soy de Colonia», respondió a GARA una oficial cuando se le preguntó dónde estaba Rathausmarkt (plaza del Ayuntamiento). Y es que de los más de 20.000 efectivos que desplegados para preservar la seguridad de los veinte jefes de Estado y de Gobierno, un buen porcentaje es del resto del país.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, la ciudad no está militarizada, solo se ven policías, algunos a caballo, otros en vehículos blindados de lanzamiento de agua a presión y muchos en los cientos de autos que recorren el trayecto que discurre entre Zentrum y el Hamburg Messe, el enorme recinto que acoge la cumbre.

A pesar del poder simbólico que muestran las imágenes que se difunden por televisión, las manifestaciones que se vienen sucediendo (la del jueves bajo ha sido la más multitudinaria hasta ahora, con 12.000 participantes, según fuentes oficiales) ocurren en el barrio St. Pauli, al oeste de Zentrum. Por eso, el resto de la ciudad mantiene un clima apacible, más tranquilo incluso que el de costumbre, porque hay menos tráfico ya que «los que han podido, se han marchado de la ciudad para evitar los problemas, algo que fue pedido explícitamente por las autoridades», explica una periodista de la agencia DPA.

St. Pauli es desde hace décadas el núcleo bohemio de Hamburgo, con sus murales políticos, casas ocupadas y la zona de Beatles-Platz, que recuerda que grupo tocó aquí su música durante meses antes de alcanzar la fama en Inglaterra.

Ayer, no hubo una manifestación multitudinaria pero los activistas anticapitalistas comenzaron su protesta mucho más temprano que la víspera: a las 07.30 ya marchaban por los alrededores del Messe. Cientos de manifestantes trataron de impedir la llegada de las delegaciones oficiales a la cumbre y consiguieron ralentizar los cortejos.

Un grupo realizó una sentada para impedir el acceso de Donald Trump, blanco principal de la furia antisistema. Los manifestantes sostenían paraguas de colores y fueron desalojados con chorros de agua a presión para que el inquilino de la Casa Blanca no encontrara obstáculos, aunque «The Beast» (el vehículo que lo trasladó) decidió tomar un camino más largo pero más seguro. Cientos de activistas forzaron a la esposa de Donald Trump, Melania, a cancelar su programa.

Según la Policía, se pincharon los vehículos de la delegación canadiense, se quemaron varios coches –algunos policiales–, se levantaron barricadas y nubes de humo negro cubrieon parte del centro de Hamburgo y del barrio de Altona, donde ese panorama unido a la omnipresencia policial recordaban a algunos vecinos un «estado de sitio».