Natxo MATXIN
I EUSKAL KOPA

Triste final para una cita que debía ser la fiesta del fútbol vasco

Lo que tenía que ser una fiesta del fútbol vasco –las aficiones sí que pusieron todo de su parte– se transformó en un triste espectáculo, con un lamentable final de partido, en el que hubo hasta dos expulsiones y la espantada del árbitro, ante la poca colaboración de los protagonistas. La primera txapela del fútbol vasco se quedó sin ganador.

ATHLETIC 2

ALAVÉS 2


No sabemos si a los organizadores les quedarán ganas de volver a invertir su tiempo en organizar y promover una nueva edición de Euskal Kopa, pero si se atienen a lo que se vio ayer sobre el césped de Lasesarre, parece que deberán pedir mayor colaboración a los futbolistas si hay una segunda el año que viene. El carácter amistoso del encuentro pasó a un segundo plano a medida que se acercó su final y el espectáculo acabó siendo del todo bochornoso.

Se podría argumentar que el colegiado Palencia Caballero podría haber manejado de otra manera el final del encuentro, pero no es menos cierto que algunos futbolistas no colaboraron para nada en que el partido fuese por los derroteros lógicos de un partido de pretemporada, por mucho que hubiese en juego un título oficioso.

Las fricciones habidas hasta el minuto 70 –habituales, por otro lado, en un derbi– pasaron a mayores con la expulsión de Alexis, quien llegó incluso a apretarle la cara al colegiado antes de irse a vestuarios, lo que en un envite oficial le hubiese supuesto una sanción de proporciones mayúsculas. Para poner la guinda a la “fiesta”, Romero se autoexpulsó en el 89 con una entrada que no venía a cuento, lo que, al parecer, colmó la paciencia del trencilla que, sin explicación alguna, optó por marcharse del campo y dejar plantados a todos.

Consecuencia de ello, no pudo determinarse quién se hacía con la I Euskal Kopa, pues el encuentro en esos momentos discurría con empate a dos, ya que apenas en la jugada anterior Cristian Santos había transformado el segundo penalti pitado a favor del Alavés por trabar Mikel Rico a Vigaray en una incursión en el área rojiblanca. Sombrío colofón a una iniciativa emprendida con toda la buena voluntad del mundo a favor del fútbol vasco.

El juego, en segundo plano

En lo estrictamente futbolístico, el duelo discurrió por unos cauces más disputados de los que en un principio cabía pensar. Ninguna de las dos escuadras vascas se tomó la cita como si fuese un entrenamiento, pero más exigente, sino que lo afrontó como si tuviese un carácter del todo oficial. El Athletic llevó la batuta en el primer tiempo y logró adelantarse en el marcador hasta en dos oportunidaes, pero el Alavés consiguió equilibrar la contienda con la transformación de sendas penas máximas, ambas bastante claras.

Los dos técnicos aprovecharon la ocasión para ensayar algunos movimientos pero, sobre todo, para poner en liza a futbolistas que en principio no parten con la vitola de ser quienes pueden engrosar los onces del inminente comienzo liguero. Al final, todo lo relacionado con el juego y la fiesta en las gradas, lo realmente importante de esta Euskal Kopa –hubo kalejira conjunto en la previa–, quedó relegado a un segundo plano por la triste conclusión de una idea que, pese a todo, debiera tener vocación de continuidad.