Beñat ZALDUA

¿Fue un error la decisión del 10 de octubre?

Convergència ha vuelto; fue el pensamiento que atravesó las filas independentistas el pasado martes, cuando Puigdemont decidió, una hora antes del pleno, rebajar el contenido de su discurso y relegar la lectura de la Declaración de independencia a un discreto e improvisado acto fuera del hemiciclo. No era lo que estaba acordado, ni con la CUP ni con ERC. Tampoco lo que esperaban las miles de personas congregadas ante el Parlament.

Para los que creemos en el valor del papel firmado, la táctica tuvo su sentido. La Declaración de independencia quedó rubricada y los titulares de medio mundo destacaban la llamada al diálogo de Puigdemont. No era un mal punto de partida. Los déficits, sin embargo, eran también visibles: Rajoy tuvo muy fácil devolver la pelota, a la UE le faltó tiempo para borrarse y, lo que es más importante, quedaron dañadas tanto la unidad de acción del independentismo –conste el reconocimiento a la paciencia de la CUP–, como la movilización popular, único activo a la hora de defender la República –vista la falta de reconocimiento internacional y de fuerza coercitiva para controlar el territorio–.

Todas estas carencias (reales) han llevado a algunos a calificar de error el movimiento táctico de Puigdemont. Más allá de la incomprensión sobre la fecha –¿por qué no lo hicieron en los días posteriores al 1-O?– no sé si fue un error o no, sinceramente, no hay suficientes elementos para valorarlo. También tengo serias dudas sobre el recorrido que hubiese tenido una DUI directa. En cualquier caso, aun viendo sus carencias, cabe recordar que el paso del martes tiene sus virtudes, sobre todo vista la reacción del Estado: sirve para desactivar a todos aquellos que, sincera o cínicamente, reivindicaban el «ni DUI ni 155». No hubo DUI, pero el 155 está en marcha. También sirve para desarmar a aquellos que honestamente pensaban que una mano extendida al diálogo serviría para activar la mediación internacional. La única forma –aunque difícil– de activar dicha intervención es, precisamente, proclamando la República. Si Puigdemont lo hace en los próximos días, las carencias del martes serán subsanadas.