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Merkel, cada vez más cuestionada como «la canciller del clima»

Anfitriona de la cumbre sobre el clima que se celebra en Bonn –la COP23 que trata de poner en marcha la aplicación de los Acuerdos de París– Angela Merkel está siendo cada vez más cuestionada como «la canciller del clima», al rehusar –al igual que la clase política alemana– a acabar con el carbón como fuente de energía o con los motores de combustión de la potente industria automovilística, lo que pone en duda que Berlín cumpla con los compromisos.

Después de haber sido retratada como «la canciller del clima», Angela Merkel se enfrenta a la posibilidad de que Alemania incumpla sus objetivos sobre emisiones contaminantes. Y aun así, rehúsa abordar el abandono del uso del carbón como combustible o de los motores de combustión. «Angela Merkel no se diferencia tanto de Donald Trump. Al menos Trump es honesto», lamentaba el semanario “Die Zeit” en una feroz crítica contra la líder alemana a la que llega a calificar de «actriz» de la lucha contra el calentamiento global.

Merkel prometió el sábado buscar «nuevas medidas» para que Alemania reduzca en un 40% sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2020 respecto a 1990, tal y como se ha comprometido. En 2016 solo había conseguido una reducción del 28%.

Pero a la vez insistió en su compromiso con el «corazón industrial» del país, afirmando que los defensores del clima «no habrían ganado nada si las acerías, las fábricas de aluminio o las fundiciones se habrían trasladado a lugares donde las reglas ambientales son menos estrictas».

Y no dijo una palabra sobre las centrales de carbón o los motores de combustión, dos de los principales puntos de discordia entre los democristianos, los liberales y los Verdes, grupos que negocian la formación de Gobierno.

Este mutismo empaña la 23 conferencia de la ONU sobre cambio climático (COP23), que tiene lugar en Bonn y donde Merkel, como anfitriona, interviene hoy. «Éramos los pioneros y ahora estamos a la cola» en materia climática, lamenta Claudia Kemfet, especialista en política energética en el instituto alemán DIW, que como muchos otros expertos, reclama el abandono progresivo del carbón. Incluso empresas como Siemens, Adidas o Deutsche Telekom acaban de pedir una programación firme y socialmente responsable del cierre de las centrales de carbón y lignito. Sin embargo, ni democristianos ni liberales quieren renunciar a esta energía que suministra el 40% de la electricidad en Alemania y los Verdes han renunciado a la fecha límite de 2030 que defendieron en campaña. Asociado históricamente a la prosperidad alemana, el carbón sigue siendo incuestionable, en pleno giro energético que, tras el accidente de Fukushima, supuso el abandono de la energía nuclear para 2022.

Noruega, ante los tribunales por las perforaciones en el Ártico

Noruega, el mayor productor de petróleo de Europa occidental, se sienta desde hoy en el banquillo de los acusados, en un proceso impulsado por varias ONG contra el reparto de licencias de prospecciones en el Ártico Greenpeace, con Natur og Ungdom y Grandparents' Climate Campaign demandan al Estado noruego por protestar contra la autorización concedida en 2016 a la prospección petrolera en aguas del mar de Barents. Acusan al Estado nórdico de romper el acuerdo de París, así como una disposición de la Constitución modificada en 2014 que garantiza el derecho a un entorno sano. Subrayan que es la primera demanda contra un Estado basada en los acuerdos firmados en la COP21 y que entraron en vigor hace un año. En las cuestiones preliminares, la abogada de los demandantes, Catherine Hambro, ha pedido al tribunal que dictamine si la decisión de acometer esta prospección «se inscribe en las directivas existentes para las decisiones que pueden tener consecuencias irreversibles». Noruega, cuyos ingresos petroleros se están viendo reducidos, otorgó en mayo de 2016 diez licencias a grupos petroleros, entre ellos el noruego Statoil, los estadounidenses Chevron y ConocoPhillips, el alemán DEA, el japonés Idemitsu, el sueco Lundin, el austríaco OMV y el ruso Lukoil. Las ONG reclaman la anulación de estas concesiones subrayando el riesgo ambiental que representan.GARA