M.I.
TODO EL DINERO DEL MUNDO

Cómo salvar una producción de la ruina

Hay películas que no pasan a la historia por los premios obtenidos o por las críticas elogiosas, sino por su inusual y titánico proceso de producción. Hace apenas unos meses “Todo el dinero del mundo” era una película en bancarrota, totalmente acabada y sin distribución. Cincuenta millones de presupuesto tirados a la basura, por culpa de la repentina caída en desgracia de su actor principal, Kevin Spacey. La condena pública por las denuncias de abusos sexuales era la peor publicidad que la película podía esperar.

Sin embargo, al veteranísimo cineasta Ridley Scott si algo le sobra es oficio, así que tuvo capacidad de reacción y en apenas una semana volvió a rodar en Italia todas las partes del protagonista John Paul Getty, esta vez interpretado por Christopher Plummer como sustituto de urgencia. Y a sus casi noventa años, el canadiense hizo la proeza de aprenderse el papel sobre la marcha y sacarse de la manga una caracterización magistral del famoso ruin millonario, sin necesitar además el maquillaje y las prótesis faciales utilizadas por su predecesor. Lo demás es simplemente una recreación histórica del secuestro en 1973 del nieto del magnate, cuyo desenlace es bien conocido.