Pablo GONZÁLEZ
Moscú

LA ELECCIÓN DE UN EMPRESARIO COMO CANDIDATO PASA FACTURA AL PARTIDO COMUNISTA RUSO

Marcando el fin de una época, el Partido Comunista de Rusia ha presentado a un nuevo candidato presidencial. Su figura está creando serios problemas a esta formación. La financiación electoral y el interés económico, otra cuestión clave.

Los comicios para elegir al futuro presidente ruso tienen un componente de rivalidad real más allá del vencedor, que será sin duda el actual presidente, Vladimir Putin. Los distintos candidatos se juegan prestigio, peso político y dinero. Por eso, cada uno tiene ante sí varios objetivos que van más allá de la simple lucha electoral. Una de las caras de esta confrontación son la fuerzas tradicionales, los candidatos de los partidos que siempre, contra viento y marea, han estado presentes en el Parlamento. El Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), ha sido siempre el segundo en las presidenciales desde el fin de la URSS. Sus resultados han oscilado desde el 13% hasta el 40%, aunque en las dos últimas ediciones, 2008 y 2012, han obtenido un estable 17%. Todo ello con el líder del partido, Guenadi Zyuganov, como candidato. Por ello, en esta ocasión el partido ha dado un giro sorprendente presentando a un candidato alternativo.

El comunista 2.0

Pavel Nikolaevich Grudinin (Moscú, 1960) es, sin ser miembro del partido, el candidato para las presidenciales por el PCFR. Su candidatura ha originado gran polémica en las filas de la formación y entre sus oponentes. Su elección se hizo a través de internet en una votación conjunta entre el PCFR y una asociación patriótica. La última palabra la tuvo el líder de los comunistas Zyuganov, quién se pronunció a su favor. A parte de las bases no les ha gustado que se haya optado por una figura externa para intentar hacer un lavado de cara al partido y atraer a nuevos votantes de fuera del círculo clásico de simpatizantes de los comunistas. Grudinin es un hombre de negocios especializado en la agricultura. Posee una de las empresas agrarias más conocidas del país que lleva el mismo nombre que tuvo durante la época soviética, cuando se fundó, Lenin. Sin embargo, esta empresa y su propietario poco tienen que ver con su pasado soviético. La jugada de poner una cara nueva como cabeza de lista auguraba, en principio, un buen resultado, y empezaron a aparecer informaciones, basadas eso sí en rumores o en encuestas sociológicas privadas de los partidos, que hablaban de unas perspectivas más que realistas de superar ese 17%. En algunos casos se habló incluso de una hipotética segunda vuelta contra Putin, algo que roza lo fantástico dada la realidad política rusa.

No tardaron en surgirle los primeros problemas a Grudinin, y ya durante el proceso de registro como candidato aparecieron cuentas bancarias y propiedades en el extranjero. Esas cuentas, en bancos suizos y luxemburgueses, entre otros, así como en paraísos fiscales, le originaron serios obstáculos para registrarse. Además, su hijo tiene numerosas propiedades en países como Letonia, y su propia esposa tiene pasaporte de ese país además del ruso. El efecto de la cara nueva quedó anulado. A los votantes tradicionales de los comunistas, gente mayor y población rural, no les gusta que su candidato tenga más pinta de oligarca que del tradicional comunista austero. Sus rivales tampoco han desaprovechado la ocasión para criticar con fiereza al favorito para ser el ganador entre los perdedores. Desde entonces, su intención de voto ha caído hasta el 7,5%. Habrá que ver si consigue recuperar.

Existe otro candidato comunista, Maksim Aleksandrovich Suraikin (Moscú, 1978). Representa al partido Comunistas de Rusia (CR), fundado en 2009 como una escisión del PCFR. Critican a los otros comunistas por su apoyo a las políticas del Kremlin.

Ambos comparten de facto programa, con un discurso patriótico, mayor intervención del Estado en economía, Crimea como parte inseparable de Rusia y una posición antioccidental. A día de hoy, no parece que peligre el título de teórico partido de izquierdas del PCFR y es dudoso que su candidato alcance siquiera al 1% de los votos, pero el giro dado con Grudinin puede favorecer al crecimiento de CR en un futuro,

El rublo importa

Los candidatos que superen el 3% de votos recibirán el equivalente a unos 30 céntimos de euro por cada papeleta. Al PCFR eso le podría suponer más de 3,5 millones de euros en caso de repetir los resultados de 2012. Una cantidad nada despreciable para la realidad política rusa. En el futuro se prevé que esta cantidad se eleve a más de dos euros por voto. Una mal resultado ahora podría suponer importantes pérdidas en el futuro.

Los aspirantes tienen, además, serias limitaciones para recoger donativos para sus campañas. Deben dar cuenta de cada rublo recibido, y las aportaciones no pueden ser anónimas o proceder del extranjero, ni de empresas con más de un 30% de capital extranjero. Por ello, los fondos son limitados y los potenciales donantes miran con mucho más recelo a quién hace la aportación. Dado que las elecciones tienen ya un ganador claro que se llevará más de la mitad de los votos, el resto de candidatos debe luchar prácticamente con el cuchillo entre los dientes por los recursos que quedan.