Beñat ZALDUA
Elkarrizketa
EUDALD CALVO
VICEPRESIDENTE DE LA ASSOCIACIÓ DE MUNICIPIS PER LA INDEPENDèNCIA

«No sé por qué hay que tener miedo a unas nuevas elecciones»

Alcalde de Argentona (Maresme, Barcelona) y militante de la CUP, Eudald Calvo está este fin de semana en Euskal Herria, invitado al Independentzia Eguna de Larrabetzu. Una ocasión que GARA aprovecha para preguntarle acerca del confuso momento catalán.

«Siempre nos hemos sentido arropados por Euskal Herria», declara el alcalde de Argentona y vicepresidente de la Associació de Municipis per la Independència (AMI). Estos días recibirá de nuevo ese apoyo en Larrabetzu, invitado al Independentzia Eguna organizado mañana por Independentistak Sarea. «Todos tenemos que aprender mucho los unos de los otros; de los aciertos y de los errores», añade en conversación telefónica antes de viajar hacia el municipio vizcaíno.

No sé si tiene preparada la respuesta, pero le aviso de que es la pregunta que más le harán: ¿qué ha pasado? ¿Dónde está ahora mismo Catalunya?

Estamos en un momento de impasse muy fuerte. El proceso que empezó en 2010 ha tenido grandes altibajos y, claramente, ahora mismo estamos en un momento muy complicado en el que se han unido dos cuestiones: una represión muy fuerte y el hecho de no tener gobierno. Y ambos están relacionados, porque se ha negado el derecho al sufragio pasivo a Carles Puigdemont y ahora a Jordi Sànchez. Es de suponer que, como ocurre cuando pasan estas cosas, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos acabe dando la razón a la parte catalana.

Hay quien ha corrido a escribir el epitafio del proceso. ¿Está de acuerdo?

Ese epitafio lo hemos leído en diversas ocasiones y nunca ha sido verdad. Estamos en un momento de reconfiguración y reelaboración de una estrategia y un discurso que deben cambiar por completo, porque las empleadas hasta ahora han llegado a un punto muerto. Se ha hecho un referéndum y se ha proclamado la independencia; se han quemado dos cartuchos y la república no ha sido efectiva. Necesitamos una nueva estrategia.

Le propongo un pequeño juego. Le voy a dar cinco fechas clave y usted me responde qué le sugieren o que le evocan. Primera: referéndum del 1 de octubre de 2017.

Un día histórico vivido con mucha ilusión y mucha tensión. La gente lo recordará toda su vida.

10 de octubre, Puigdemont pospone la declaración de la independencia.

Decepción. Yo mismo estaba presente en el Parlament esperando la proclamación. Fue desilusionante ver cómo se desaprovechaba aquel momento. El propio president Puigdemont ha reconocido que se tuvo que haber declarado aquel día.

27 de octubre. Proclamación de la República y aplicación del artículo 155.

Una sensación muy extraña, porque se estaba proclamando la independencia pero la gente no lo estaba celebrando como tal. Todos sabíamos la que nos venía encima.

21 de diciembre. Elecciones.

De nuevo, una sensación agridulce. Constatamos la victoria independentista, pero el partido más votado fue Ciudadanos, y eso nos dejó muy tocados. Además, como militante de la CUP, lo resultados fueron peores de los esperados.

30 de enero. Torrent suspende in extremis el pleno que debía investir a Puigdemont.

Aquí empieza el lío entre los tres partidos independentistas. Un lío que no es nuevo, porque durante mucho tiempo estas discusiones intestinas han existido, pero yo creo que ese es el día en que empieza a verse que no existe una línea de acción unitaria. Y eso es realmente desesperanzador.

¿Cómo viven desde la CUP esta pugna entre los herederos de Convergència y ERC?

Un poco al margen. En el momento en el que hemos participado nos hemos encontrado con una hoja de ruta que no era de implementación republicana. Se ha confirmado uno de nuestros miedos más importantes: el retorno al autonomismo. Algo que para nosotros es imposible, porque no podemos ni investir a quien el pueblo ha votado y porque todo lo que el Parlament legisla el Constitucional lo tumba. La vía autonomista es una vía muerta.

Tienen una mayoría parlamentaria en escaños, pero no en votos, y tienen una Mesa del Parlament que no quiere forzar el reglamento ni siquiera para investir simbólicamente a Puigdemont. ¿Cómo defienden implementar la República?

Quizá uno de los problemas de los últimos meses ha sido centrarse demasiado en la vía institucional; en el Parlament, el Govern y la administración de la Generalitat. Y quizá lo que tenemos que hacer ahora es poner el acento en otros aspectos. Si queremos implementar la república, la propia historia del proceso independentista nos demuestra que cuando se ha avanzado ha sido cuando la fuerza ha estado en la calle. Cuando hemos dejado gestionar a las instituciones y, sobre todo, a los partidos, nos hemos perdido en sus discusiones intestinas. Tendrá que ser la propia gente la que implemente la República, hay que volver al trabajo en la calle.

¿Qué debe cambiar para que la CUP dé apoyo al candidato que proponga JxCat?

El candidato ya te dice un poco hacia dónde se dirige todo, pero a nosotros los nombres propios no son lo que más nos interesa. El candidato nos da un poco igual siempre que haya un programa de implementación de la república. Si el programa es autonomista, el candidato dará igual, nosotros no le daremos nuestros votos.

Si el bloqueo político se mantiene, ¿hay peligro de acabar en una repetición electoral?

Bueno... lo primero que habría que poner encima de la mesa es si realmente unas nuevas elecciones son un peligro. Entiendo que en parte sí, porque a nadie le gusta repetir elecciones y porque se puede poner en riesgo esta mayoría independentista. Pero siempre que se ha ido a las urnas se ha tenido miedo, se ha presentado como una posible catástrofe y luego, cuando han llegado los resultados, han sido buenos, porque la gente no ha dejado de ser independentista pese a todo lo que ha pasado. Al contrario, lo que se ha hecho en cada cita electoral es aumentar el número de votos. Por tanto, si no hay otra alternativa a las elecciones, que el pueblo decida, que también han pasado muchas cosas desde aquel 21 de diciembre y la gente también se merece ser preguntada. Esto es la democracia, ¿no?