Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «The Best Day of My Life»

Lucha, reivindicación y fiesta

Rás allá de mostrarse como un ejercicio audiovisual destinado a otorgar protagonismo a las constantes reivindicaciones del colectivo LGTB+, lo que nos propone Fernando González Molina en “The Best Day of My Life” es la constatación fehaciente de una realidad, de un compromiso constante y lo que ello conlleva.

Dicha realidad es plasmada a través de diferentes caminos o testimonios que derivan hacia la escenografía vital del World Pride que se celebró el pasado año en Madrid y que simboliza la visualización en clave de fiesta reivindicativa de los derechos logrados por el colectivo. Si bien este retrato coral resulta un tanto incompleto debido a lo difícil que podría resultar dar voz a las diferentes inquietudes que cohabitan en el propio colectivo, el documental logra al menos dar una dimensión real a buena parte de los sentimientos, anhelos, motivaciones, alegrías y penas que otorgan sentido a una lucha constante y reivindicativa. Para tal fin, el realizador ha elegido a seis personas que, a través de sus testimonios, revelan sus experiencias personales en diferentes rincones del planeta. Ante la cámara topamos con las voces de una activista lesbiana que vive en Uganda, una pareja homosexual rusa que debe hacerse pasar por primos, un saltador de trampolín homosexual y con problemas auditivos del Estado francés, y dos trans que ofrecen desde una óptica diferente la ruta interior que llevan recorrida y cómo ello les ha afectado tanto en su entorno familiar como laboral.

Si bien estas experiencias gozan de un interesante enfoque, destaca el relato de la activista ugandesa ya que, para ella, seguir con vida ya es de por sí todo un logro más allá de la propia reivindicación. “The Best Day of My Life” peca a ratos de un tono artificioso por culpa de una serie de recursos técnicos como la ralentización de escenas que se utilizan habitualmente en el cine publicitario.