Joseba ITURRIA
CRISIS DE LA REAL SOCIEDAD

¿Por qué prescinde Aperribay de la persona clave de todos los éxitos?

La gestión de Loren permitió a la Real pasar en tres años de la Segunda a la Champions y vivir el mejor lustro de las últimas tres décadas con tres puestos entre los siete primeros, un noveno empatado con el octavo y un duodécimo sin pasar nunca del octavo presupuesto. ¿Por qué en el primer año difícil de su gestión y en el primer momento complicado en Anoeta con una petición de marcha de Loren, Aperribay reacciona no solo con el cambio de entrenador, también con la destitución de la persona clave de los éxitos deportivos y económicos y pone fin a nueve años de estabilidad?

Para responder hay que regresar a la década de los 2000. El problema no son Uranga, Etxarri, Toshack, Astiazaran, Olabe, Fuentes, Bakero, De la Peña, Iriarte, Larzabal, Badiola, Ayestarán, Loren o Aperribay, máximos responsables directivos y deportivos desde que en 2001 el primero se vio obligado a dimitir y acabar una época de una estabilidad directiva y éxitos deportivos que comenzó con el ascenso de 1967 y la llegada a la presidencia de Orbegozo.

El problema no está tanto en ellos como en el entorno que rodea al club, donde confluyen dos corrientes. Unos defendemos que la Real debe ser fiel a lo que siempre le ha dado éxitos y estabilidad deportiva y económica, una apuesta por la cantera con pocos refuerzos asumibles económicamente, y otros que quieren ser un club cualquiera y piensan que así jugará en Europa siempre y peleará por títulos con un director deportivo que traiga grandes jugadores.

Los responsables de la Real han buscado un modelo muy difícil que pudiera satisfacer a todos al hablar de cantera con fichajes que marquen la diferencia. Eso implica destinar a Zubieta mucho dinero para sacar jugadores porque el Athletic obliga a hacer contratos cada vez antes, de más duración y mayor cuantía a cada chaval que tiene una mínima proyección. Así la Real es el club de la otra Liga –porque hay siete que tienen un presupuesto muy superior– que más recursos destina a su cantera con gran éxito, como se puede ver con la cantidad de futbolistas de nivel que salen de Zubieta. Además se trabaja bien, como se demuestra este año con los resultados de todos los equipos de la cantera sin ser ese el objetivo. Eso ratifica que la Real funciona muy bien y que no era necesaria una revolución ni buscar la figura de un director de fútbol para una labor a la que ni los propios implicados supieron dar forma la pasada temporada.

El problema es buscar fichajes que marquen la diferencia cuando los baremos salariales, por mucho que hayan subido, están por debajo de los siete clubes con más presupuesto de la Liga, de todos los ingleses y de todos los que juegan Champions. El Sevilla que se pone como ejemplo ingresa 212 millones, por los 85 de gastos aprobados en la última Junta. El nuevo reparto televisivo no beneficia a la Real. Ingresa más, pero la diferencia con los que le preceden es cada vez mayor y los que están detrás, que destinan muchísimo menos dinero a la cantera, pueden pagar más a sus jugadores.

Un sector ruidoso de la prensa y de la afición no comparte esto y dan a la figura del director deportivo una importancia que no se concede en ningún lugar. Y todo nace de una visión idílica de la primera etapa de John Toshack, cuando fichó a Kodro y a Karpin por 125 millones de las antiguas pesetas y la Real los vendió por 1.700. Pero nadie recuerda que en aquellos años cada equipo tenía tres extranjeros y era más fácil fichar. Después de la sentencia Bosman ya volvió el galés y se cayó el mito porque fichó a Luiz Alberto, Nihat, Westerveld y Kovacevic por 22 millones de euros, de los que solo se pudo recuperar uno. Y la Real tuvo que despedirlo porque con ellos se iba a Segunda. Aquellos traspasos, aplaudidos por ese sector que pide extranjeros que marquen la diferencia, y sus fichas motivaron la deuda que afloró en el concurso de acreedores y provocaron el final de Astiazaran y Olabe cuando apostaron por la cantera y el de Fuentes y Bakero, que llevaron al equipo a Segunda en una temporada 2006-07 en la que la Real alineó a quince extranjeros.

Entonces nació el otro gran problema que tiene la Real porque Fuentes aprobó una ampliación de capital que necesitó que su entorno familiar aportara para llegar a los tres millones de euros, que es lo que se gastó en pagar la cláusula de rescisión de Diego Rivas. Y esa ampliación, que modificó el reparto accionarial, unida al descenso generaron una crispación que no solo acabó con ese Consejo cuando por necesidad apostó por la cantera. Además permitió la entrada en escena de una persona que llegó a ser presidente de la Real por enfrentarse a esos supuestos poderes fácticos a base de mentiras y un discurso populista, diciendo que él iba a pagar los fichajes para subir a Primera cuando los pagó el club, que acabó en concurso de acreedores.

Hasta ahí hay que llegar para entender la destitución de Loren. Él, como casi todos los trabajadores, futbolistas y personas que conocían la realidad del club, lanzaron un SOS para salvar a la Real de la locura que la presidía. Y a ese llamamiento respondieron Jokin Aperribay y los que entraron con él en el Consejo en una Junta en la que intervino la Ertzaintza. Y Badiola y los que le apoyaron vendieron aquello como una intervención ilegítima de los «fácticos» y pusieron en la diana ya a Loren.

A pesar de ello Aperribay confió en Loren y eso les hizo a los dos estar siempre en la diana y que se pidiera su dimisión cada vez que había una situación deportiva complicada o una decisión técnica como prescindir de Lillo, Lasarte o Rivas. Pero en tres años con dos técnicos que solo Loren conocía en Donostia y sin apenas gastar dinero en traspasos, la Real subió y se clasificó para la Champions con solo 42,4 millones de presupuesto de gastos. Tras momentos difíciles por la marcha de Montanier, Illarra, Bravo y Griezmann, la apuesta por Arrasate y el mayor error de Aperribay al buscar un perfil diferente, Loren volvió a acertar con un técnico sin experiencia en Primera como Eusebio y la Real volvió a Europa para cerrar un lustro brillante que le ha permitido no solo jugar en Europa. También tener un presupuesto de más de cien millones de ingresos que subirá a 140. Y, antes de aplicar estos beneficios, los fondos propios han mejorado en ocho años en 73,3.

Pero a pesar del buen final tras la llegada de Eusebio, nunca paró de discutirse a Loren y Aperribay ya empieza a sucumbir a la presión y crea la figura del Director de Fútbol para fichar a Roberto Olabe el 13 de junio de 2016. Empieza a trabajar en setiembre y el 13 de marzo de 2017 se marcha. Tres meses después Aperribay, tras el gran año, en junio renueva a Loren hasta 2019 y por una mala temporada el domingo decide destituirlo después de que el sábado en Anoeta se pidiera su marcha. Y el lunes dice que había decidido hace mes y medio acabar su ciclo, que habló para sustituirlo con Olabe y que lo veía complicado porque ha firmado por un club de Ecuador hace dos semanas… Y a finales de marzo la Real está sin director deportivo y sin entrenador cuando debe planificar la próxima temporada.

Loren se ha equivocado este año como ha acertado hasta ahora en sus decisiones importantes. No ha acertado al fichar a Diego Llorente y Januzaj y al apostar por Kevin Rodrigues por lateral izquierdo. Además Eusebio, lejos de mejorar sus defectos, ha perdido el norte. Pero hay factores que explican la temporada no atribuíbles al director deportivo. Vela se quiere marchar y la Real acuerda su salida en enero, el agente de Yuri pide su salida y Aperribay accede por menos de la mitad de la cláusula y después Iñigo se va al Athletic. Rulli pierde la seguridad que había mostrado desde su llegada y jugadores titulares del año pasado como Navas y Zurutuza bajan su nivel. Y la plantilla se ha rejuvenecido demasiado porque a los cinco jugadores que suben del filial se une que los refuerzos son jóvenes y el equipo acusa tanta inexperiencia. Y un equipo que juega en Europa baja su nivel en Liga. El Sevilla, con el triple de gasto en su primer equipo, solo saca dos puntos al Girona y al Betis, el Villarreal cuatro y el Athletic solo tiene dos más que la Real. Y ha habido lesiones. Se podía recordar todo para tomar el año de transición y no prescindir del director deportivo que acertó siempre al fichar el entrenador cuando buscas uno.

Lo peor es que Aperribay elimina el dique de contención que soportaba todo el oleaje y defendía firme la política del club. Y además rocía de gasolina el estadio de Anoeta al subir los abonos de una manera inesperada cuando más enfadada está la gente. Eso ayuda el sábado a propagar el incendio que nace en el foco de siempre cuando empata el Getafe tras una falta no pitada en su primer córner en el final del primer tiempo en el que la Real había sido muy superior. Ni a Badiola se le habría ocurrido infiltrar a una persona en el Consejo para plantear esa semana esos precios y la destitución de Loren para ver más cerca su objetivo. Porque la venganza se sirve en frío y en Anoeta con la afición caliente.

Lo que está en juego ahora es la estabilidad del club. Loren ha asumido todos los golpes por mantener la línea deportiva que ha dado éxitos al club sin dejarse influir por nada. Ha representado la firmeza del discurso del Consejo. Y Aperribay entrega su cabeza cuando podía mantener su confianza en él y defender su gestión deportiva y los éxitos deportivos y económicos conseguidos así. Porque no hay ningún director deportivo de un club de similar o menor presupuesto que haya conseguido sus clasificaciones o haya aumentado sus ingresos en los últimos cinco años gracias a la gestión deportiva. Es casi imposible mejorarla y en lugar de defenderla y mantener el dique de contención, deja a él, a su Consejo, a toda la Real, a merced del oleaje.

El único elemento positivo es la apuesta por Imanol, aunque debía haber cogido el equipo una semana antes para evitar lo del sábado. Y hasta en eso se ha equivocado Aperribay al ponerle fecha de caducidad. ¿Y si gana la Real los nueve partidos que quedan no puede seguir? Es el mejor entrenador que ha dado Zubieta, el técnico ideal para el estilo de juego y los problemas que tiene el equipo. La Real y el Sanse juegan muy parecido y el primer equipo ha encajado 52 goles en 29 partidos y el filial 22 en 30. La diferencia está en el entrenador. Imanol también quiere que sus equipos ataquen, tengan el balón y el control del partido, ¿a quién no?, pero desde un equilibrio y desde una importancia al aspecto defensivo y con un carácter competitivo necesario para poder ganar partidos. Así el Sanse no ha encajado gol en seis de sus últimos siete partidos, en los que ha logrado cinco victorias y dos empates, y está muy por encima de lo que podía esperarse tras los jugadores perdidos este año. Tiene las características apropiadas para la plantilla y solo falta saber cómo responden él a lo que supone estar en la élite y los jugadores a la situación actual. Estos deben asumir que su futuro también está en juego hasta mayo, que ya tendrán vacaciones después. Ahora las miradas van a estar dirigidas a ellos y para todos es necesario acabar bien.

Es importante que la forma de jugar triunfe con los ajustes y las correcciones que necesita, con una elección adecuada de los jugadores. Porque si se apuesta por Zubieta, lo que hay y lo que viene por detrás se adapta a ese fútbol. Mendilibar y Garitano, por citar dos ejemplos, son muy buenos entrenadores, pero no se ajustan a las características de los jugadores que tiene la Real y es difícil adaptar a unos o a otros a un estilo diferente. Y da miedo leer que Aperribay y Bretos viajan a Inglaterra cuando su fútbol es la antítesis y así fracasan los técnicos ingleses en la Liga. No se puede cambiar de perfil de entrenador y seguir con la base de la plantilla y mantener el discurso de la cantera. Sea Imanol u otro el entrenador de la próxima temporada, no se puede olvidar que durante todo el año si los jugadores han defendido a Eusebio a pesar de que no lo ha hecho bien es porque creen en ese fútbol y de esa manera han dado su mejor rendimiento, como lo hacen el Sanse y la Real C. Para eso se necesita un entrenador de este perfil, mantener a los mejores jugadores de la cantera y acertar con los fichajes que aporten lo que falta. También es mejor apostar por los que están en Zubieta que buscar un director deportivo fuera.