Mikel INSAUSTI
UN LUGAR TRANQUILO

Otra cinta de terror que rompe con la atonía genérica por su gran originalidad

Desde que se presentó en el festival SXSW (South By Southwest) de Austin (Texas), el tercer largometraje como director del actor John Krasinski se ha convertido en la gran sorpresa terrorífica de la temporada, impresionando por partida doble a crítica y público. Si a ellos se suma una campaña publicitaria igual de impactante el resultado en taquilla no se ha hecho esperar, ya que lleva recaudados más de cien millones de dólares en la taquilla mundial, muy por encima de los 17 millones que costó. Y eso que el productor es el millonario Michael Bay, pero que en “A Quiet Place” se ha dejado de planteamientos espectaculares y ha dejado hacer a Krasinski, un autor de género en toda regla que se basta solo. Además de dar a luz la original idea argumental, se ha encargado de la dirección y ha sido el protagonista emparejado con su esposa, la actriz británica Emily Blunt.

Sin embargo, el matrimonio dentro y fuera de la ficción ha sabido dejar espacio a las interpretaciones infantiles, que son las que definen este inquietante y sombrío thriller, sobre todo la de la pequeña actriz Millicent Simmonds que desempeña el papel de la hija sorda, fundamental en la significación de esta historia alegórica.

La alegoría más evidente es la referida a la paternidad en peligro, presentada como un terrible compendio de amor y miedo. La pareja protagónica quiere a sus hijos por encima de todas las cosas, pero temen no poder defenderlos de las amenazas que se ciernen sobre su familia. La otra, menos tangible, es de naturaleza política, e ilustra la nueva ley del silencio impuesta a la sociedad. En la película para sobrevivir hay que evitar el ruido, pues las criaturas hostiles localizan a sus presas a través de los sonidos. Por eso entre ellos los supervivientes han de callar y comunicarse a escondidas por señas y signos. Deben de reprimir sus ganas de hablar.