Escritor

A boca da terra

Tenemos que llevar los bolsillos llenos de resistencia», escribió John Berger. Lo recordaba Manuel Rivas en el homenaje que tras su fallecimiento se hizo en Madrid al escritor inglés. Rivas es un aventajado alumno de Berger: esa retroalimentación entre narrativa y poesía, ese interés por el mundo –perdido– de los campesinos y de la tierra –la escucha de la boca de la tierra–, o a esa otra tierra de nadie donde se fusionan los restos del ámbito rural y los espacios suburbiales de la ciudad. Y por supuesto el compromiso, el activismo político y una literatura que apuesta por mostrar las vidas de los perdedores, los humillados, las víctimas de la Historia. «La literatura es una intervención contra la realidad», dice Rivas. En “El último día de Terranova”, habla de las librerías como las «miles de bocas de una madriguera universal»: «La ciudad existe porque existen librerías, talleres de bicis, teatros de barrio, tiendas de discos». Por eso vamos perdiendo humanidad. «Un día existió esa idea de que la literatura podía cambiar el mundo, la vida. Eso se ha perdido. Hubo una renuncia: asumimos que nuestra función es la que nos ha asignado el mercado: el entretenimiento», reconoce, pero acaba: «Uno sabe que hay libros que le han cambiado la forma de mirar, y que eso también transforma la realidad». Rivas está hoy en Bilbo y mañana en Barakaldo. Acaba de publicar “Contra todo esto”, que se abre con “Un manifiesto rebelde” de obligada lectura.