B.Z.
barcelona
ROSAS Y LIBROS EN CATALUNYA

Un Sant Jordi amarillo marcado por el 1-O y, a distancia, la ola del 8M

El proceso soberanista copó como nunca la jornada de Sant Jordi, ya fuera con unas rosas amarillas que llegaron hasta el interior del Palau de la Generalitat tomado por el 155 o por la cantidad de libros dedicados a los hechos de otoño, que dominaron el ranking de los más vendidos en catalán. A bastante distancia, el 8M también se dejó notar.

Las librerías y editoriales, los floristas, el público y los temas estrella. La diada de Sant Jordi pivota cada 23 de abril sobre estas cuatro patas. Si una cae, la mesa cojea, pero ayer todas acudieron a una cita que partidos y entidades aprovechan también para sacar a la calle sus reivindicaciones. Claro que con diverso éxito. Mientras ANC y Òmnium reivindicaban la libertad para los presos políticos en la céntrica plaza Catalunya –el amarillo tiñó toda la jornada–, en un desangelado puesto situado en la lejana avenida Diagonal Tabarnia proclamaba ministro de Hacienda a Xavier Gabriel, el dueño de la Bruixa d’Or. El humor no tiene límites, por supuesto. El ridículo tampoco.

Pero empecemos por libreros y editores. Para hacernos una idea de lo que supone Sant Jordi para la producción cultural catalana, imaginémonos una Durangoko Azoka, pero concentrada en una sola jornada y con un universo lingüístico de casi diez millones de hablantes. Eso sin tener en cuenta la inmensa cantidad de libros que se venden en castellano. Vaya el primer recuerdo, por tanto, para los sacrificados libreros, que se juegan una parte nada despreciable de los resultados del año en una sola jornada –en 2017 se facturaron 21,8 millones de euros por la venta de libros–. A tenor de las primeras valoraciones escuchadas ayer, no será un mal año.

El protagonismo de la jornada pasa también por los floristas. En las semanas previas, la llamada de las entidades soberanistas a optar por el color amarillo –su venta se multiplicó ayer por diez respecto a años anteriores– alarmó a algunos, dado que apenas se producen en Catalunya; hasta el punto de que Òmnium tuvo que sacar una nota aclaratoria apoyando también la tradicional rosa roja y recordando que hace años que la inmensa mayoría de rosas que se venden por Sant Jordi se exportan de Holanda, Ecuador y Colombia.

Preparados libreros y floristas, el protagonismo pasa al público. No hay función que valga sin él. Pese al ambiente festivo, la jornada es lectiva, así que el que puede aprovecha la mañana por las Ramblas para pasear por los puestos. El resto hará intransitable la vía a partir del media mañana y hasta bien entrada la tarde. Algunos ojean libros por encima, otros hojean algunos ejemplares concretos, otros cuantos compran un libro, ya sea para consumo propio o para regalar –no son incompatibles–, y dicen que hay incluso quien se lee la adquisición de la jornada, si bien la certeza sobre este extremo queda circunscrita a la intimidad del hogar.

Procés y feminismo

Y por último, los temas estrella de la jornada. El proceso soberanista lleva años copando los estantes de no-ficción, pero tras el 1-O, la cosecha de sobre el momento político catalán ha sobrepasado todos los límites conocidos. No han sido demasiados los periodistas, analistas o tertulianos que se han resistido a la tentación de sacar un libro para Sant Jordi, lo que ha generado una avalancha que ha sobrepasado el ansia lectora de hasta el más adepto a la causa. Y sin embargo, en este terreno, el libro más vendido fue “Operació urnes”, publicado el mismo otoño; una crónica amena y sorprendente sobre la historia de las urnas del 1-O.

Fuera del Procés, y más allá de los estantes de ficción, también se dejó notar, y mucho, la ola feminista del multitudinario 8M de este año. Pocos eran los puestos que no dejaron un rincón en el que triunfan la icónica Angela Davis y manuales de introducción como “Curs de feminisme per microones”, de Natza Farré; “Feminisme de butxaca”, de Bel Olid, o “El feminismo es para todos” de bell hooks.