Lander GARRO
Escritor

Un corazón demasiado grande

Estabas tu postrada en la cama, con aquella mirada perdida de los últimos días, con ese aire infantil, mientras yo traducía Un corazón demasiado grande, sin saber aún que pronto tú ya no estarías allí y yo solo tendría un recuerdo bonito y quizá desgarrador, o quizá ambos, de aquella tarde en la que te miraba de vez en cuando, vigilante, al acecho de cualquier síntoma, por pequeño que fuera, que indicara que empeorabas, porque aquella era mi obsesión, que (no) empeoraras, incluso, podría decir, que estaba dispuesto a permanecer allí, espiándote por encima de mi ordenador portátil mientras traducía el libro toda una vida, envejeciendo junto a tu cama, mientras tu tomabas café con leche y mirabas por la ventana, ignorando el inminente fin, rumiando como estaría tu hijo al otro lado de los muros, pensando qué había sido tu vida breve, una lucha diaria por nosotros y por nuestra gente; estabas tu postrada, decía, cuando descubrí que el libro hacía referencia a «la patología» (decían los médicos) que tu misma tenías, un corazón demasiado ancho para una existencia tan estrecha, solo que no quise decírtelo, porque decir existencia equivalía a decir fin, y no quería insinuar nada que te doliera y me doliera aún más a mi, así que no dije nada, y solo me queda esta carta para decirte que nunca un corazón es demasiado grande, solo que el mundo es huraño y no sabe que hacer con tanta grandeza.