Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

La calculadora de Riezu deja a UPN sin argumentos

El exdirector de CAN al que Miguel Sanz apartó para dejar la caja en manos de Enrique Goñi, criticó la supervisión del BdE y sostuvo que la caja se dedicó a vender patrimonio para anotarse beneficios.

El interrogador de UPN en la comisión de la CAN, Luis Zarraluqui, pasó un mal trago ayer. UPN ha preparado con Goñi sus intervenciones en la comisión de forma tan palmaria que hasta han tenido que reconocer sus encuentros, aunque niegan haber pactado las preguntas. Ayer, durante su interrogatorio a Lorenzo Riezu, Zarraluqui intentó tumbar las cuentas del cajero y acabó quedando en evidencia.

Riezu mostró enfado por cómo habían criticado Goñi y Zarraluqui su gestión en 2001 y 2002 en una sesión anterior en comisión. Habían dicho que sus beneficios fueron pocos y que la caja estaba «&discReturn;seca». El exdirector explicó entonces que en esos años él obtuvo un beneficio ordinario de 47 millones. Frente a ello, Goñi en todos los años que estuvo en la caja (2002-2009) sacó unos resultados de entre 37 y 40 millones pese a la inflación y al aumento de los créditos concedidos.

Zarraluqui intentó negar esos datos con un discurso titubeante. Y al final, Riezu se hartó. «La cuenta es sencilla. Si partimos de una cifra de beneficios de 920 millones y restamos 427 de plusvalías realizadas y 170 de ventas parciales de empresas, nos va a dar una media de 40 millones. Si quiere le dejo mi calculadora», estalló, y sacó una vieja calculadora que tenía junto a los papeles. Zarraluqui, avergonzado y enfadado, respondió que no la quería.

El cajero cuestionó la gestión que realizó el Banco de España y la política seguida. «¿Quién sino el Banco de España sabía mejor de la burbuja inmobiliaria? ¿Quién si no el Banco de España sabía cuánto se estaban endeudando las familias?», se preguntó en alto.

El interrogador de UPN intentó echar a la crisis la culpa de todo. «Ampliar las oficinas hubiera podido ser buena idea de no haber llegado la crisis», le dijo a Riezu. Pero el contable y técnico de hacienda que acabó dirigiendo la caja no le compró el discurso. Le recordó que la caja gastó más que el resto para crecer, pero que no creció, que cerraba oficinas recién abiertas porque no las estudió bien e insistió en las prejubilaciones millonarias.