Teo Llorens
Alternativa antimilitarista. MOC–KEM
KOLABORAZIOA

La sociedad enferma

Habitualmente en el valle del Ebro, en los alrededores de Logroño, miles de personas que trabajamos a cielo abierto en los campos, tenemos que soportar los vuelos de maniobras de los helicópteros de la base de Agoncillo. Estos días los ruidos y el espectáculo ha subido de grado hasta llegar a lo que podríamos catalogar de inmoral. Están preparando un desfile militar en Logroño. El desfile del día de la Fuerzas Armadas. Y aviones de Zaragoza y supongo que de otras partes del Estado nos están sobrevolando.

Millones y millones de euros del dinero público gastándose con el fin de: contaminar el ambiente; preparar un evento militar patriótico con el que «educar» a la sociedad en los valores de la fuerza; o en el peor de los casos, prepararse para llevar la guerra allí donde se encuentren «nuestros intereses» (sabemos quien marca los intereses en esta sociedad del consumo). El espectáculo ha consistido en muchos vuelos de aviones de caza, bombarderos, de escolta y de otros diversos estilos, en los que el ministerio de Defensa ha gastado miles de millones de euros, y que «para más inri» en cada vuelo de esos gastan enormes cantidades de combustibles con lo que ello supone a todos los niveles.

Mientras tanto muchos trabajadores que los tienen que soportar no pueden ni tan siquiera llevar una vida digna, puesto que ni tienen trabajos fijos, ni apoyos para sus necesidades. Como un compañero que a pesar de tener fuertes dolores de muelas, por tener una perforada, no quería irse a casa, y no podía ir a un dentista por tener otras prioridades familiares.

El dinero para que ese dentista que necesita esté cubierto por la Seguridad Social no existe, ya que se ha dedicado a comprar esos aviones solo preparados para destruir. Este año se ha duplicado el presupuesto destinado al desfile del día de las Fuerzas Armadas pero no se ha hecho lo mismo con lo que el Gobierno destina a sanidad, educación...

Esta situación es grave, pero es la que quiere y le interesa a quien gobierna esta sociedad, es la base de su beneficio. El agravante que debe indignarnos, más si cabe, es que los que estamos sufriendo estas injusticias lo aceptemos y recurramos a la manida coletilla «es lo que hay», «es necesario y no se puede hacer nada». ¿Se trata de la salida de la impotencia? O lo que es más grave: es porque ya hemos introducido en nuestro ADN la resignación, y por tanto, aceptamos contribuir todos a los beneficios y los interés de unos pocos.