Maider IANTZI
IRUÑEA
Elkarrizketa
MARIO MOLINA
PREMIO NOBEL DE QUÍMICA, ESPECIALIZADO EN EL CAMBIO CLIMÁTICO

«Ya vemos impactos muy claros. Pero soy optimista, se puede cambiar la ruleta»

Pionero y uno de los principales investigadores del mundo de la química atmosférica, Mario Molina (Ciudad de México, 1943) logró el Nobel de la Química junto con F. S. Rowland en 1995, por un artículo de 1974 en el que predijeron el adelgazamiento de la capa de ozono. Ha ofrecido una master class sobre el cambio climático en la primera gala científica de Iruñea SciencEkaitza.

“Cambio climático: ciencia y política” se tituló la master class que dio Mario Molina en el Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra, el pasado miércoles. Fue una de las actividades paralelas de la gala científica SciencEkaitza.

El premio Nobel de Química mencionó los límites planetarios y sus problemas: cambio climático, acidificación de los océanos, agotamiento de la capa de ozono, carga de aerosoles en la atmósfera, uso global del agua dulce, cambio del uso del suelo, pérdida de biodiversidad y contaminación química. Indicó que en el cambio climático ya hemos pasado los límites, así como en la pérdida de la biodiversidad, esta última «imposible o muy difícil» de recuperar.

El investigador de la química atmosférica explicó mostrando una fotografía de la Tierra que la atmósfera no se aprecia, es muy delgada, «como la cáscara de una manzana». «En esta imagen se ve cómo el problema es global. No importa en qué parte del planeta se emitan los gases. Por ello, debemos colaborar para que todos los países tomen las medidas necesarias».

Acuerdo entre los expertos

Desmontó varios mitos sobre el cambio climático: el primero, las dudas sobre la conexión entre esta realidad y la actividad humana. «La gran mayoría de expertos especializados están totalmente de acuerdo en que el cambio climático se debe principalmente a las actividades humanas. Hay un 3% que tiene dudas. A estos los conocemos muy bien», comentó provocando la risa de las oyentes, entre ellas muchas alumnas. ¿Por qué este consenso? «Estamos en un equilibrio térmico desde hace millones de años. La superficie del planeta está a 15 grados de promedio. La composición química de la atmósfera es la siguiente: 21% oxígeno, 78% nitrógeno, 1% argón, 0,25% vapor de agua, 0,04% CO2. Es el dióxido de carbono el que controla el clima».

¿Qué estamos haciendo las personas? «Si observamos las concentraciones atmosféricas de CO2 en los últimos 10.000 años, muy rara vez sucedió que subiera por encima de 300 de un millón, y ahora se dispara, ya pasamos las 400 partes del millón. La temperatura también se dispara (ha aumentado al menos un grado de promedio), como clara consecuencia de la quema de combustibles fósiles y el aumento del CO2».

Otro mito es pensar que como el clima es muy lento, será problema de nuestras nietas. Pero «ya vemos impactos muy claros, como las inundaciones de Acapulco, las olas de calor en Pakistán, con 529 muertes, y el huracán Harvey en Houston. La energía de los huracanes depende de la temperatura».

Defendió que es necesario y posible tomar medidas de manera que la sociedad siga avanzando. Algunas de estas acciones son reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, dejar de usar combustibles fósiles, aumentar la eficiencia de la energía que usamos y electrificar el transporte.

Sobre los posibles cambios de temperatura, «si no hacemos nada, estaremos en la ruleta de Trump, con probabilidad de que la temperatura suba más de 5 grados», avisó. «También podemos cambiar de ruleta, porque el riesgo de 1 a 5 grados es monumental». Terminó la exposición con un ejemplo positivo, el Protocolo de Montreal de 1987, relativo a solucionar el problema del ozono dejando de producir los compuestos que lo dañan. Como resultado, se prevé que a mediados de este siglo haya una recuperación de la capa de ozono. «Trabajando juntos, se puede hacer».

Tras atender a todas las personas que se le acercaron a saludar, charló con GARA en una sala más tranquila, descansando en un sofá con un botellín de agua. La primera pregunta:

¿Cómo se imagina el mundo en 2050?

Soy optimista, quizás por naturaleza, e imagino que ya habremos superado con éxito varios de los problemas graves como el cambio climático. Para 2050 no estará resuelto pero sí muy claro porque se habrán tomado las medidas requeridas. Lo que no podemos hacer es esperar hasta 2050 para tomar esas medidas; tenemos que empezar ya, para que en 2050 podamos estar muy cerca de cero emisiones de los gases que están causando los problemas.

El escenario de 2050 dependerá de lo que hagamos ahora.

Sí. Y con algunas excepciones como la presidencia de EEUU, hay indicaciones de que la mayor parte del planeta está de acuerdo en que hay que tomar todas estas medidas y en que si lo hacemos de una manera creativa y ayudándonos, podremos hacerlo, sin sacrificar el desarrollo económico y otras metas, como la igualdad o la eliminación de la pobreza.

¿Cree que los políticos están reaccionando?

La gran mayoría sí. Lo vemos en Europa. El gran problema fue Donald Trump, pero dentro de EEUU muchos políticos y empresas se han puesto de acuerdo en apoyar estos cambios. Se vio muy claro con el acuerdo de París, cuando todavía estaba el presidente Obama, con 250 jefes de estado.

Y la gente, ¿está cambiando su manera de vivir?

Lo importante aquí es hacer ese cambio de cultura, que es lento, pero no contar con que eso es lo que va a cambiar las cosas. Este cambio tiene que ser parte de la organización de la sociedad a través de sus gobiernos. Si en un momento dado aumenta el número de automóviles eléctricos, si su costo es adecuado, la gente los comprará.

De arriba abajo.

Exacto. Y de abajo arriba, es muy importante educar a los niños, porque son muy susceptibles para adquirir estos valores de respeto a la naturaleza. Ellos mismos en sus casas ayudan a este cambio cultural. Por lo tanto, hay que hacer varias cosas simultáneamente, de arriba abajo, es importante el papel de los gobiernos, pero también de muy abajo arriba con la educación.

Está trabajando en impulsar políticas públicas en México.

Es todo un reto. El objetivo es hacer cambios en la sociedad. Algunos cambios que son difíciles por cuestiones culturales, pero si sabemos cómo funciona la sociedad y podemos trabajar con el gobierno y los sectores que pueden estar afectados por medidas como mejorar la calidad del aire, si trabajamos juntos, hemos visto que sí podemos lograr que la sociedad acepte estos cambios y que el gobierno los imponga. Tenemos que asegurarnos de que sean cosas que sí cambian y que el gobierno las pueda cumplir y que podamos convencer a la sociedad de que le conviene. Tenemos ejemplos: la calidad del aire era extremadamente mala en la Ciudad de México hacia finales del siglo pasado y ha mejorado mucho. Ahora se ha estancado y tenemos que hacer otro esfuerzo.

¿Cómo ha mejorado?

Antes había grandes cantidades de partículas porque no había controles en los automóviles y, si nos vamos un poco más atrás, se usaba gasolina que tenía plomo. Eso afecta al desarrollo de los niños. Todo eso se ha podido arreglar. Ahora el problema es que hay cada vez más automóviles y tenemos que trabajar con el gobierno para mejorar de manera muy importante el transporte público para que la gente tenga el incentivo de usarlo. Tiene que ser transporte de primera, eficaz. Es una inversión que hace la sociedad pero que le conviene porque la alternativa es que haya cada vez más congestionamiento y que se tarden horas en llegar al trabajo. Estamos tratando esto y con éxito en muchos casos.

¿Qué tiene entre manos ahora?

Una de las cosas que estamos haciendo con políticas públicas y calidad del aire es tratar de mejorar la situación con las partículas muy pequeñas que vienen de las emisiones de los automóviles y que son las que al respirar penetran hasta los pulmones. Los Ángeles, por ejemplo, era una ciudad muy contaminada y lo han podido hacer. En Europa también están tratando de mejorar esto a pesar de que es difícil con los motores diésel. Estamos en colaboración con los gobiernos para que los vehículos nuevos tengan muy bajas emisiones y para que en las industrias que emitan estas partículas pongan sistemas para limpiarlas. Por otra parte, impulsamos la energía renovable. Tenemos muchos retos pero también muchos éxitos, por lo que soy optimista.