Alejo VARGAS
Profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia
SEGUNDA VUELTA PRESIDENCIAL EN COLOMBIA

Duque, Petro, la paz y las urnas

Colombia afronta hoy una crucial cita electoral, en la que el candidato del uribismo Iván Duque parte como favorito para sustituir al actual presidente, José Manuel Santos. Le sigue de cerca Gustavo Petro, exalcalde de Bogotá y exguerrillero del M-19.

La primera vuelta presidencial mostró un gran acierto de las encuestas y en esa medida lograron reivindicar su credibilidad; pasaron a la segunda los candidatos que representan –no necesariamente significa que lo sean– la derecha y la izquierda política. Los candidatos que representaban el centro político, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo, no fueron acompañados suficientemente por los votantes y en esa medida el escenario quedó nuevamente polarizado entre derecha e izquierda.

Los dos candidatos, Iván Duque de las fuerzas políticas de centro-derecha y Gustavo Petro de las de centro-izquierda, tienen formaciones profesionales diferentes; el primero es abogado y el segundo economista. Sin embargo la experiencia es diferencial; Duque ha sido funcionario del BID en Washington y senador por el Centro Democrático; Petro fue un brillante congresista –representante a la Cámara y senador del Polo Democrático Alternativo–, alcalde de Bogotá, con una administración controvertida y con un pasado lejano de militancia en el movimiento guerrillero M-19 que los sectores de derecha y del establecimiento político no dejan de recordárselo, especialmente insisten en su cercanía con el expresidente venezolano Hugo Chávez.

Las encuestas realizadas por distintas empresas entre primera y segunda vuelta dieron todas como ganador al candidato Duque. Un índice agregado de preferencias electorales, que promedia todas las encuestas y las pondera por su tamaño de muestra, realizado entre otros por el politólogo Juan Fernando Londoño da una diferencia entre los candidatos Duque y Petro de 15,8% a favor del primero. Otra encuesta elaborada por CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) conocida el 10 de junio, da una diferencia de 5,5% a favor de Duque.

Igualmente ha existido un esfuerzo de Gustavo Petro y su fórmula Ángela María Robledo de lograr apoyos de líderes importantes que apoyaron a los candidatos de centro, logrando que el exalcalde de Bogotá y ex candidato presidencial Antanas Mockus y la fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo, Claudia López, se sumaran a la campaña de Petro, pero no lograron modificar la posición de voto en blanco de Sergio Fajardo, el senador del Polo Democrático Alternativo Jorge Enrique Robledo y Humberto de la Calle.

Pero la campaña de Petro ha logrado generar un importante entusiasmo en sectores sociales –organizaciones de indígenas, afro descendientes, de mujeres, sindicales– y en sectores de académicos y jóvenes que por primera vez participan en política; el interrogante es qué tanto de esto se traducirá hoy en votos.

En la campaña de Iván Duque y su fórmula Marta Lucía Ramírez lograron el apoyo de todos los partidos tradicionales –Liberal, Conservador, Cambio Radical, la mayoría de los congresistas de la U, así como de otros partidos– acusados por la campaña de Petro de simbolizar la corrupción en las prácticas políticas, así como del sector empresarial organizado del país y de lo que podríamos llamar el «establecimiento».

Todo indica que ha habido un gran esfuerzo en estas dos semanas por la campaña de Petro de disminuir la ventaja que las encuestas le dan a Duque y ese es el gran interrogante, si lo lograrán o no. Para lo cual obra en contra el porcentaje de colombianos que van a votar en blanco y aquellos que prefieren abstenerse –la mayoría de los analistas coincidimos en que es posible que la votación global a segunda vuelta va a disminuir en relación con la primera vuelta–; de qué tanto logren incidir en esa franja de votantes en blanco para que modifiquen su voto o de los abstencionistas dependerá el resultado.

La campaña de Petro ha planteado el debate en términos de paz y guerra, es decir que un triunfo del candidato Duque sería un retorno a la situación de confrontación armada previa a los Acuerdos de La Habana y enfatizan el peso que tendría el expresidente Álvaro Uribe en un futuro gobierno de Duque y su política de confrontación militar con la insurgencia; Duque ha dicho que no va a «volver trizas» los acuerdos, pero sí va a introducirles algunos ajustes, concertados previamente con las fuerzas políticas. Al respecto Rodrigo Londoño, presidente del partido político FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) señala en una entrevista en el diario “El Tiempo” de Bogotá, que van a «discutir los ajustes que hay que hacer, pero en función de incrementar su esencia…Vamos a defender los acuerdos. Lucharemos por la implementación del espíritu y la letra de los acuerdos, porque el espíritu se ha distorsionado mucho». En relación con las conversaciones en curso en La Habana con el ELN, ha dicho que las continuará si el ELN da señales precisas de querer llegar a unos acuerdos.

Petro ha dicho que respetará e implementará los Acuerdos de La Habana y que los complementará con unas medidas de política social que garanticen una paz más allá de los acuerdos con la guerrilla, garantizando que continuará las conversaciones en curso con el ELN.

Más allá de lo planteado por los dos candidatos y desde una mirada analítica, no hay duda de que un retorno a la situación de enfrentamiento militar con la guerrilla de las FARC es bastante improbable. Otra cosa es que independiente de quién sea el nuevo presidente, Colombia sigue teniendo en los distintos territorios una serie de amenazas a la seguridad nacional y regional, encarnadas en organizaciones guerrilleras como el ELN –independiente de si están o no en proceso de conversaciones con el Gobierno para terminar el conflicto armado–, los remanentes del EPL (Ejército Popular de Liberación), las disidencias de las FARC; adicionalmente las organizaciones de crimen organizado denominadas como Bandas Criminales o Grupos Armados Organizados (GAO), que son el principal riesgo de seguridad en las zonas periféricas y donde hay gran presencia de cultivos de uso ilícito y modalidades de rentas ilegales como la minería ilegal.

Adicionalmente, existe un desafío de seguridad regional muy grande y es la ausencia de Estado en amplios espacios del territorio nacional, que es mucho más que la presencia transitoria de la Fuerza Pública –Ejército y Policía–, es el reto de construir Estado en esos territorios y ganar la legitimidad necesaria en los mismos.

Es necesario proponer una política de seguridad y defensa que garantice seguridad institucional para todos los miembros de la sociedad, que involucre no solamente las eventuales amenazas externas, sino las amenazas para la seguridad nacional y regional, así como para la seguridad ciudadana.

Tenemos este domingo unas elecciones inciertas, como lo son todas las elecciones, aunque en el papel con un candidato favorito, Duque y otro que viene repuntando, Petro. ¿Le alcanzará al segundo para triunfar?