Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Los 50 son los nuevos 30»

A la edad madura se les llama reemprendedores

Aunque el quinto largometraje de la directora, guionista y actriz Valérie Lemercier de la sensación de haberse quedado algo desfasado en su temática, es una impresión falsa provocada por el retraso en su estreno a este lado de la muga. Lo cierto es que su producción corrió en paralelo a la de “Vuelta a casa de mi madre” (2016) de Eric Lavaine, que ya pudimos ver en su momento. Y, de hecho, Lemercier se permite sus propias reflexiones con respecto a una situación en apariencia tan humillante como la de tener que regresar al viejo hogar muchos años después de haberse emancipado, a una edad ya madura y con grandes cargas o sueños inclumplidos a cuestas, por no hablar de la inevitable sensación de fracaso en lo personal y lo profesional.

En “Marie-Francine” Lemercier exprime la duda existencial que plantea el retorno al nido familiar, ya que puede representar un paso atrás sin remedio o tal vez una segunda oportunidad. Guste o no guste, la cuestión es que esta mujer se ve obligada a vivir una nueva juventud, bien porque sus padres (pertenecientes a las generación del 68) la tratan como a una adolescente, o bien porque no tiene otro remedio que volver a partir de cero, transformándose en lo que a la edad madura se denomina reemprendora, puesto que nunca podría ser ya una emprendedora.

Lemercier no llega a hacer sangre y la caricatura del padre y la madre aburguesados se queda en el puro histrionismo que con tanto humor desempeñan Philippe Laudenbach y Hélène Vincent. En su doble vertiente de guionista y actriz estelar termina siendo autoindulgente con su personaje, al que encuentra un alma gemela y una vía de escape romántica en la figura del cocinero portugués interpretada por Patrick Timsit. En lo culinario está demostrado que una gallina vieja hecha a fuego lento puede convertirse en