Oihane LARRETXEA
LASTERBIDEAN EN ONDARROA

CADA PASO SIEMPRE PRECEDE AL SIGUIENTE

CUALQUIER CAMINO QUE SE RECORRA, POR CORTO O LARGO QUE RESULTE, TENGA O NO CUESTAS, REQUIERE DE PASOS. SOLO ASÍ SE ALCANZA EL DESTINO DESEADO. SUMANDO APOYOS Y FUERZAS, MÁS CADA VEZ, LASTERBIDEAN CELEBRÓ EN ONDARROA SU SEXTA EDICIÓN. MÁS DE 750 DORSALES Y 150 VOLUNTARIOS. LOS ÁNIMOS, POR MILES.

No hay medallas ni copas que destellan. Tampoco un podio ni diplomas. La recompensa no se toca ni se puede medir, y quizá dificilmente describir. No la reciben solo las personas que participan, también quienes aplauden desde los costados. Ellos y ellas, los familiares de los presos y las presas vascas, están tanto dentro como fuera de la carrera, y reciben con emoción el apoyo que Lasterbidean logra congregar año tras año. Con la cita de ayer ya van seis. Y sumando.

La madre de Ibon Iparragirre, Angelita Burgoa, recibió con emoción el dorsal número uno con el nombre de su hijo. Un gesto que la carrera tuvo con el preso de Ondarroa, gravemente enfermo. En declaraciones a GARA, se mostraba muy agradecida; no obstante, en otro gesto generoso, recordaba que su hijo no es el único represaliado de la localidad costera.

En cualquier caso, afirmaba que estas iniciativas sí ayudan a las familias a sentir el calor de personas que ni si quiera conocen. «Ver a tanta gente siempre reconforta, eso está claro. También ayuda a quienes están dentro, en las cárceles», señalaba.

Ese fue el motivo, por ejemplo, de dos jóvenes que se acercaron desde Gasteiz en transporte público. Pese a no ser corredoras y tener que madrugar «mucho», estaban animadas en Ondarroa un día después de haber aportado su granito en la manifestación de Iruñea. «Es el sentido de la carrera la que nos ha motivado, si fuera una convocatoria al uso no hubiéramos participado. Esperamos que sirva para sumar y que el calor de tanta gente llegue hasta las cárceles», expresaba Alejandra.

Topamos con más personas que el fin de semana hacían «doblete». El sábado por los jóvenes de Altsasu; ayer por el fin del alejamiento. «La clave es la suma de las personas. La clave es construir en positivo para que las cosas vayan a mejor, a base de solidaridad», deseaba este participante primerizo llegado desde Iruñea.

Desde la cárcel

La carrera larga, de unos 8 kilómetros, arrancó tras hacer sonar el turrune de un barco. Entre aplausos y gritos de «euskal presoak, etxera!», cientos de corredoras y corredoras se pusieron en marcha. El cronómetro era lo de menos; muchos de hecho desconocían el tiempo cumplido. Y pasadas las doce se celebró la carrera corta. En total, 750 dorsales.

Algeciras, A Lama, Puerto III, Villena, Roanne, Albolote, Saint Martin de Re, Valdemoro, Murcia… los obsequios artesanos para las primeras tres personas de cada categoría hechos por presos y presas llegaron desde puntos lejanos. Una forma de hacer llegar también una porción de cariño por los pasos dados. Uno tras otro. Se trata en definitiva, tal y como pedía Etxerat ayer, de que cada persona dé pasos en la medida en que le sea posible. «Queda menos para la meta, pero hay que seguir sin descanso para poder alcanzarla».