Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
Elkarrizketa
CHANO DOMÍNGUEZ
MÚSICO

«Compartiendo la cultura sacaremos lo mejor de nosotros mismos»

Chano Domínguez (Cádiz, 1960) es unos de los músicos más importantes del momento, por encima de estilos y modas. Sin pretenderlo, abrió un nuevo discurso dentro del flamenco y del jazz. En sus notas lleva toda la luz de Cádiz dentro y la reparte por todo el mundo con un discurso ecléctico. Actúa hoy en el Festival de Jazz de Getxo con el formato sexteto.

Podemos decir que usted en la actualidad es uno de los gaditanos más universales e internacionales del panorama artístico y universal. ¿Ha sido para usted Cádiz una ciudad cosmopolitamente abierta en cuanto a la música y la cultura en general?

En Cádiz hemos tenido a artistas que han sido muy queridos y respetados en todo el mundo: Camarón, Paco de Lucía, Rafael Alberti, Caballero-Bonald, Manuel de Falla, etc… Además, Cádiz ha sido responsable de muchas cosas que pasan en el flamenco. El que haya sido el puerto marítimo más importante de Occidente dice mucho en cuanto su idiosincrasia. Cada día salían infinidad de barcos hacia América y por ese trasiego constante hacia el otro lado del océano, Cádiz se empapaba de diferentes culturas, siempre de forma abierta a compartir. Claro, el no parapetarse por el absurdo miedo de ser “conquistado” ha sido la piedra angular para que Cádiz tenga influencias de distintas culturas: árabe, sefardí, gitana, vasca, italiana, etc… Recordad que Cádiz es la ciudad más antigua de Occidente, siendo los fenicios los que la fundaron hace tres mil años. Y de aquí hasta hoy, mira si nos hemos dejado influenciar por lo bueno de cada cultura.

¿Por qué cree que en Cádiz y su bahía se le presta tanta atención al jazz? ¿Por qué gusta tanto y tiene tantos músicos de esta disciplina?

La luz de Cádiz es algo mágico y creo que eso influye para que haya tanta gente creando en todas las disciplinas artísticas. Otra cosa es que no haya salida para las propuestas que los artistas van creando. No hay interés administrativo. Nunca hay apoyo institucional para el arte y mira que podríamos decir que Cádiz y su provincia es donde más artistas hay por metro cuadrado y no solo en el flamenco o en la música en general, sino también en literatura, pintura, etc… En Cádiz hay mucha atención al jazz, es cierto y hay gente joven muy preparada, con herramientas que nuestra generación no poseía. Yo, desde muy joven, escuchaba la radio de la base militar de los Estados Unidos de Rota. Y allí se escuchaba mucho jazz y ahí descubrí un mundo musical nuevo. Por entonces no era muy fácil poder acceder a ese tipo de música. Algo bueno tendría que tener el que en nuestra tierra hubiese bases militares de los yanquis, ¿no? (risas). Yo procedía de una familia que le gustaba el flamenco. Empecé tocando la guitarra, antes que el piano. Tuve la oportunidad de escuchar no solo jazz, sino también blues, soul, etc… y por ello se me abrieron puertas del sentido musical que aún estaban cerradas. Yo quería tocar esa música. Y ahí es donde empecé a interesarme por la música improvisada.

¿Se considera más bien un jazzista con mentalidad y alma flamenca, o un flamenco con el discurso de un jazzman?

Yo ante todo soy músico. Un músico que ha nacido en Cádiz, donde la creatividad está a flor de piel. Soy quien soy gracias al lugar donde he desarrollado mi creatividad. Yo me he criado con la luz de Cádiz y el viento de levante y poniente, algo que constantemente aparece en mi música. Para mí lo más importante en mi trabajo es el encuentro con otras músicas, con otras culturas. Y cuando más he crecido ha sido precisamente cuando me he mezclado con otras disciplinas musicales. Lo importante que fue Al-Andalus para el arte, las ciencias, las humanidades. Córdoba fue el centro cultural más importante de Occidente. Tres culturas convivían y repito, convivían en el mismo espacio: La sefardí, la islámica y la cristiana. Luego llegaron los gitanos para regalarnos su manera de concebir el mundo. Pero llegaron los Reyes Católicos e hicieron mucho daño. Gente gris, llena de prejuicios. Y lo peor, que la burguesía de la derecha de hoy en día, que de vez en cuando manda en las instituciones, es heredera directa de esos reyes que tanto destruyeron a nivel general, en detrimento de la convivencia, el desarrollo, etc… Y por ello vemos cómo hoy en día Cádiz y Andalucía en general está tan mal cuidada. Muchos nos tenemos que ir fuera para podernos desarrollar como artistas.

Usted vivió hace unos años en Brooklyn. ¿Qué le ofrece Nueva York a su carrera?

Hay muchos músicos con un nivel altísimo y juntarte con ellos es importante para crecer como músico. Además, suelo tocar en lugares de jazz más constantemente. Esta ciudad me da cosas que ninguna otra ciudad me da. Nueva York es una torre de Babel perfecta para mi música. Eso sí, muy caro subsistir. Si te quieres hacer en casa una tortilla de patatas como Dios manda, con su aceite de oliva y tal te puede llegar a costar cincuenta dólares. Una locura. (risas).

Acaba de publicar su último trabajo junto al contrabajista navarro Javier Colina. ¡Cuéntenos!

Es un directo. Estoy un poco cansado de los discos de estudio. Es justo lo contrario al cómo yo me siento a gusto con la música. Mis últimos discos han sido todos en directo, ya que con este formato refleja lo que pasa en el escenario. Es mucho más agradable un buen concierto, a una grabación en estudio, donde parece que todo es perfecto. Colina y yo hacía quince años que no tocábamos juntos, pero al juntarnos, parecía que en estos quince años habíamos estado todos los días tocando juntos. A parte de lo gratificante que es ver como cada uno ha ido desarrollando su propio lenguaje musical. Fue a principios de los noventa, cuando Colina y yo empezamos a tocar juntos con Jorge Pardo, Carles Benavent, Rubem Dantas, etc… Sin darnos cuentas hemos creado una línea musical universal. Si quieres llámalo flamenco-jazz, aunque yo no soy quién, ni a mí me gusta poner etiquetas. Volviendo la vista atrás, todo tiene un sentido en lo que se refiere a esta manera de reentender el flamenco.

¿Cuál es el discurso que une el jazz y el flamenco?

Lo que une ambas músicas es la inmigración. Y más hoy en día, donde la palabra refugiado viene con cierto trasfondo. Precisamente la emigración es la que ha hecho el arte del siglo XX: el jazz, el flamenco, el blues, el tango argentino, el son cubano, la música brasileira, a fin de cuentas, las músicas más importantes del mundo, a través de un pueblo no estático, que se mueve por necesidad, buscando algo, a cuestas con su entidad. La importancia de compartir la cultura, es por ello que sacaremos lo mejor de nosotros mismos. Por eso el flamenco nace de la necesidad de expresión de un pueblo oprimido. La soleá está unida al blues.

¿Qué nos vamos a encontrar en Getxo?

Pues iremos con el formato de sexteto, el mismo que el de Calle 54. Una alegría de volver a Euskadi, aquí me quieren mucho. Siempre cuentan conmigo, bien sea en los distintos festivales de jazz de Gasteiz, Donostia o Getxo. Una placer encontrarme con este público tan agradecido y que tan bien sabe escuchar.