D.G.

JAZZ DEL SIGLO XXI, DESPEDIDA ENÉRGICA

EL TRÍO DE FRED NARDIN OFRECIÓ UN CONCIERTO ENÉRGICO Y DIVERTIDO CON LA COLABORACIÓN DEL TROMPETISTA ITALIANO FABRIZIO BOSSO. EL TEATRO PRINCIPAL ANTZOKIA VOLVIÓ A SER EL REFUGIO DE LOS MELÓMANOS DENTRO DE UN PROGRAMA OFICIAL CON MENOS CONTENIDO EN JAZZ DE LO HABITUAL.

«A base de acumular conciertos y alargar las jornadas en las jam-sessions de madrugada el cansancio hace mella hasta en los más entusiastas, por lo que se agradeció que la última cita de tarde en el teatro ofreciera algo de picante. El concierto había comenzado a medio gas, con el monkiano “I mean you” desgranado únicamente por el trío, y solo comenzó a despegar cuando el trompetista italiano se unió a ellos sobre el escenario. Fabrizo Bosso posee un ataque expeditivo y, cuando toca, empuja inusitadamente a quien quiera que esté compartiendo escenario con él en ese momento… Pero ¡ay, la potencia sin control! Incapaz de modular el volumen los oídos del público se saturan pronto, porque cuando todo es importante, nada lo es. Así que los momentos más equilibrados e interesantes en realidad llegaron cuando el trío consiguió entrar en calor y volvió a quedarse solo bajo los focos.

En este punto hay que hablar de Leon Parker. Verle en directo justifica el coste de cualquier entrada pero, además, merece la pena poner en contexto su trayectoria para valorar la clase de músico que es: uno entre un millón.

Durante buena parte de la década de los noventa fue uno de los baterías más solicitados de la escena neoyorquina y era habitual ver su nombre en los créditos de grabaciones firmadas por Jacky Terrasson, James Carter, Charlie Hunter o Joshua Redman… Hasta que súbitamente desapareció sin más explicaciones, tal vez fruto de algún tipo de catarsis personal o llevado por la necesidad de tomar un rumbo nuevo. Sea como fuere, lo siguiente que pudimos saber bastante tiempo después es que se había establecido en Francia para dedicarse a la percusión corporal.

Por suerte para todos parece felizmente de vuelta al circuito del jazz, haciendo lo que mejor sabe: asombrarnos con un swing y unas ideas abrumadoras. Su solo en el vacilón e imparable “Don’t forget the blues”–uno de los temas más inspirados del último álbum publicado por el trío– desató la locura en el patio de butacas, e inspiró a Fred Nardin (piano) y Or Bareket (contrabajo) a dar lo mejor de sí, que fue mucho. Fue la cúspide de un concierto que volvió a poner en evidencia la disparidad de criterios y resultados que arrojan los dos escenarios principales de este festival.