Mikel CHAMIZO

Que sea música para una reina no asegura su calidad

El segundo concierto del Ciclo de música antigua de la Quincena Musical apostó por L’Apothéose, un grupo con apenas dos años de vida pero que ya ha comenzado a destacar en los circuitos españoles de la música antigua. Para su debut en la Quincena, propusieron un programa conmemorativo del 330º aniversario del nacimiento de María Luisa Gabriela de Saboya (1688- 1714). Bajo el epígrafe “Música para una joven reina”, visitaron diversos episodios de su biografía, como el anuncio de su compromiso con Felipe V, sus viajes por Italia y Francia, su boda en Figueras o sus fiestas cortesanas en Madrid. Cada uno de estos episodios se revivió a través de las músicas que pudo haber escuchado la reina adolescente, aunque faltaron explicaciones o unas notas al programa que explicaran por qué se había elegido a cada autor y por qué eran pertinentes esas piezas y no otras. A falta de contexto, lo que podía haber sido un viaje musical muy pedagógico en torno a los usos musicales de una época y unos estamentos sociales, se quedó en una simple sucesión de autores diversos.   

El otro problema fue la irregularidad de las piezas escogidas, algunas francamente mediocres como “Ydea buena por Alamire y fuga” de Diego Xaraba y Bruna. El nivel subió y bajó con las creaciones de Durón, Fioré, Valls, Desmarest , Martín y Coll y Literes, pero fue al llegar el aria “Adiós, feliz prisión” de Albinoni, que volvió loco al público, cuando nos planteamos que L’Apothéose podría haber incluido algunas piezas de más enjundia en la hora y media anteror. Fue, en todo caso, una buena ocasión para el descubrimiento, con el estreno en tiempo modernos de la interesante “Segunda suite” Charles Desmazures, y unas interpretaciones notables, especialmente en las piezas instrumentales.