Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Las comparsas de Bilbo muestran su disposición a seguir «40 años más»

Comparseras y comparseros de distintas generaciones comparecieron ayer para mostrar su disposición a trabajar por reforzar el modelo festivo del que se dotó Bilbo hace 40 años. Un esfuerzo compartido por una Aste Nagusia popular, participativa, euskaldun y feminista.

Decenas de comparseros hicieron ayer un receso en el montaje de las txosnas en El Arenal para hacer balance de las cuatro décadas que lleva disfrutando Bilbo de Aste Nagusia y mostrar su disposición a seguir, «por lo menos, otros 40 años más», trabajando por un modelo festivo popular. Con la misma ilusión con que recibieron a Marijaia en 1978, cuando a bordo de un Dyane 6 descapotable llegó a Begoña para participar en la primera bajada, la aguardarán dentro de una semana frente al Teatro Arriaga.

Desde Bilboko Konpartsak confesaron que «no siempre ha sido un camino fácil». «Hemos sufrido ataques contra el modelo festivo, prohibiciones e intentos de privatización y, cómo no, todos los años el palo en la rueda, bien con excusas burocráticas o políticas, con la mera intención de complicarnos el trabajo», rememoraron, igula que antes hicieron al subrayar que «Aste Nagusia no vino sola. Como suele pasar con las cosas buenas y necesarias, hubo que traerla. Y no fue fácil».

A pesar de los obstáculos, las comparsas mantienen su apuesta por un modelo festivo popular, que se refleja en las miles de horas de trabajo voluntario de sus integrantes. «Ese es nuestro objetivo –destacaron–. Por encima de tristes y cenizos, seguiremos pintando Bilbao de color durante muchos años, haciendo entre todas las mejores fiestas del mundo».

Una edición «espectacular»

Bilboko Konpartsak se conjura para que las fiestas que arrancarán el 18 de agosto superen hitos anteriores, ofreciendo «una Aste Nagusia, una vez más, espectacular». Para ello, más de 400 personas de 28 comparsas se esmeran tanto en el montaje de las txosnas como ultimando detalles de la programación. Se trata de «un esfuerzo colectivo por unas fiestas populares, participativas, euskaldunes y feministas» y, según manifestaron en la comparecencia de ayer, esperan que esta Aste Nagusia sea reflejo de todo ese trabajo.

«Aunque a estas alturas parezca increíble, hubo un tiempo en el que no había Aste Nagusia y en el que Bilbao en agosto era un lugar inhóspito, una villa desierta y fantasmagórica de la que todo el que podía escapaba sin mirar atrás. La larga dictadura de Franco había sido muy efectiva a la hora de extender un deprimente manto gris plomo que cubría todos los aspectos de la vida ciudadana, también el festivo», afirmaron Iñigo Fernández de Martikorena e Irune Suso. Todo cambió, se congratularon, cuando «algunas personas llenas de colores decidieron que había llegado el momento de repintar la realidad» organizando la exitosa primera Aste Nagusia.