Natxo MATXIN
ARRANCA UNA NUEVA TEMPORADA

La Liga pierde a una de sus estrellas, pero avanza en justicia arbitral

La temporada 2018-2019 será recordada por ser la primera en la que no habrá duelo de estrellas entre Lionel Messi y Cristiano, tras la marcha del portugués al Calcio. Pero también por la implantación del sistema de videoarbitraje, más conocido como VAR, que apunta a que se va a avanzar en el cometido de que haya una mayor justicia arbitral.

La campaña 2018-2019 viene marcada por el traspaso de Cristiano Ronaldo a la Juventus. La huída de la estrella portuguesa –sus problemas con la Hacienda española y el ego deportivo propio le han animado a salir por patas– ha dejado huérfano al duopolio en el que se ha convertido la Liga en las últimas temporadas.

Durante la reciente década, el duelo entre insectos –Bicho y Pulga, como coloquialmente se les conoce a Ronaldo y Messi, respectivamente– ha servido para alimentar mediáticamente a una competición que solo ha tenido ojos para los más grandes, mientras que al resto de equipos se les ha adjudicado el papel de sparrings, vapuleados como sacos de boxeo por las cifras y récords de los dos multimillonarios clubes.

El problema es que ahora a esa apuesta a corto plazo se le ha acabado uno de los argumentos que la sostenían. A diferencia de otros torneos con una redistribución económica más equitativa –léase la Premier–, está por ver hasta qué punto la marcha del de Madeira al Calcio socava los endebles cimientos de un negocio deportivo que se autoproclama como el mejor espectáculo del mundo, pero que en su funcionamiento diario no está lejos de una liga regional.

Un desconcierto organizativo en el que las decisiones de los operadores televisivos –son quienes sufragan el mayor porcentaje de ingresos, a decir verdad– están por encima de los intereses de los aficionados, cuyas opiniones cada vez son tenidas menos en cuenta e incluso ignoradas en un modelo que busca el beneficio económico y la notoriedad pública de los dirigentes de unos clubes más parecidos a empresas que a entidades deportivas.

La discrecionalidad a la hora de establecer los señalamientos de los encuentros y sus caprichosos horarios son solo la punta del iceberg de un sistema cuya toma de decisiones parece paradójicamente destinada a mermar la asistencia a los estadios, pese a que la patronal futbolística insista en unos números de crecimiento continuo que no se corresponden con la realidad de las gradas.

Mismos candidatos al título

Al margen de problemas endémicos de difícil solución de no haber un giro radical en el planteamiento general, si nos centramos en lo puramente deportivo, el ejercicio liguero que se inicia mañana vuelve a tener los mismos candidatos al título que en anteriores ediciones.

De esa exigua lista de pretendientes, emerge el Barcelona como principal aspirante a revalidar trofeo, según apuntan todas las quinielas. Auténtico dominador de la presente década, con seis campeonatos, frente a los dos del Real Madrid y uno del Atlético, la escuadra culé, que el año pasado solo perdió un encuentro, apunta a que será de nuevo el conjunto con mayor regularidad, no solo por mantener el mismo bloque y entrenador, sino también por haber complementado dicho grupo con incorporaciones de peso.

Tras haber quedado muy atrás la convulsión por la salida inesperada de Neymar en el anterior mercado veraniego, la tranquilidad marca ahora el paso del club blaugrana, con el único pero de la marcha consensuada de Iniesta al fútbol japonés. Renovado el puesto de director deportivo con la llegada de Abidal al cargo, en el vestuario culé gana peso el papel sudamericano, dado el origen de la mayoría de los fichajes realizados.

A los dos brasileños –Arthur herederá el “8” del crack albaceteño y Malcom viene a hacerle la competencia a Dembelé, al parecer ahora objeto de deseo del PSG– se les suma el chileno Arturo Vidal, que tratará de aportar experiencia y garra en la medular, algo de cuya carencia siempre se ha criticado a un equipo que prioriza el toque. También se ha reforzado la zaga –la solidez de esta línea es otro de los temas a debate permanente en Can Barça– con la entrada del francés Lenglet, que realizó una gran campaña pasada en el Sevilla.

Todo lo contrario ha sucedido en el eterno rival. Aunque haya que ser precavido al respecto dado el incongruente plazo final de fichajes en la Liga, posterior al inicio del torneo, el Real Madrid ha vuelto a protagonizar, al menos de momento, un verano sin alardes galácticos, pese a la fuga de su jugador franquicia en las últimas temporadas. En coherencia con su reciente filosofía de acaparar jóvenes talentos, el talonario de Florentino Pérez ha convencido al donostiarra Álvaro Odriozola y al carioca Vinicius, amén de Courtois, toda una garantía para la portería frente al siempre cuestionado Keylor Navas.

Un asteasuarra al mando

Sin duda, la mayor novedad en el seno del club de Concha Espina ha sido el cambio en el timón de la nave, después de la dimisión de Zinedine Zidane dejando tres Champions más en las vitrinas blancas. Otra huida, la del francés, que induce a pensar que no todo era de color de rosa en la relación entre dirigentes y vestuario. El mando del nuevo ciclo le ha correspondido al asteasuarra Julen Lopetegi, cuya contratación no estuvo exenta de polémica al hacerse pública en los días previos a la disputa del Mundial, lo que generó su fulminante despido y un reguero de tinta posterior.

El técnico guipuzcoano conoce la casa –estuvo cinco temporadas entre Castilla y primer equipo, y una más como preparador del filial– y también por eso el nivel de exigencia que conlleva, máxime si se le compara con el reciente rendimiento de su antecesor. Su principal reto va a ser repartir una responsabilidad, sobre todo en el juego ofensivo y el apartado goleador, que antes se la adjudicaba casi en exclusiva el cada vez menos querido CR7.

Al acecho por si los dos máximos favoritos no cumplen con las expectativas, el Atlético intentará repetir el éxito liguero de la 2013-2014. Acostumbrado a exprimir al máximo sus recursos desde que Simeone llegó al banquillo, el cuadro colchonero ya comenzó a ganar muchos enteros cuando hace poco más de un mes consiguió persuadir a Antoine Griezmann de que hiciese caso a los cantos de sirena provenientes de Barcelona. Por si fuera poco, ha realizado el mayor desembolso histórico del club, con el fichaje de Thomas Lemar, por 70 millones.

Ambas operaciones parecen poco acordes con la situación financiera de una de las entidades futbolísticas más endeudadas, por lo que la apuesta parece muy arriesgada, caso de que no haya un retorno deportivo acorde a semejante gasto. Lo que sí está fuera de toda duda es que el cuadro madrileño será competitivo cien por cien, como mandan los cánones impuestos por el Cholo.

En otro escalón, está por ver si el Valencia va a poder aguantar el nivel competitivo que mostró el ejercicio pasado, teniendo en cuenta que en este va a afrontar una competición tan exigente como es la Champions. Y si otros conjuntos, entre ellos alguno de los nuestros, sumado a Villarreal, Betis, Sevilla y cualquier inesperado rival –el Espanyol ha realizado una sobresalinente pretemporada–, ocupan el ansiado hueco que podrían dejar los ches.

A partir de ahí, el resto de equipos está predestinado a luchar por mantenerse en la máxima categoría. Dada la igualdad existente en todo ese nutrido grupo de equipos, se prevé una pugna encarnizada por continuar en una Primera División que garantiza unos suculentos ingresos económicos por los derechos televisivos.

El ojo te ve

En todo caso, lo que va a hacer histórica a la campaña 2018-2019 es la aplicación del Video Assistant Referee (VAR), de cuyos primeros pasos ya se pudo hacer una idea el aficionado durante el pasado Mundial de Rusia. Para sus detractores, se trata de un sistema que ralentiza la dinámica del juego, contribuye al desconcierto del graderío y no es infalible. Sin embargo, frente a todo ello, de lo que no cabe ninguna duda es de que esta ayuda televisiva aporta una mayor dosis de justicia en las jugadas decisivas.

Hay que recordar, para evitar precisamente que se den situaciones de confusión, que el VAR solo actúa en cuatro casos concretos: cuando se marca un gol y existen dudas sobre su legalidad, para determinar si se ha producido un penalti, con el objetivo de clarificar si una situación es merecedora de tarjeta roja y, por último, para identificar a un jugador si este es merecedor de una sanción.

La implantación del videoarbitraje va a coincidir en el tiempo con una importante subida salarial para los colegiados de la Liga –será quien asuma los costes–, que pasarán a ser los mejores pagados del mundo. Así, un trencilla de Primera División supondrá un coste de algo más de 296.000 euros frente a los 193.000 –un incremento del 53%– que suponía la campaña anterior.