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NUEVA YORK

Civiles y cooperantes siguen siendo «blanco ilegal» en los conflictos

En el Día Internacional de la Asistencia Humanitaria, la ONU exigió que se respete la vida de los civiles y trabajadores humanitarios en las zonas de conflicto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reclamó el cese de los ataques a instalaciones médicas. En lo que va de año, 221 médicos y pacientes han muerto en 149 ataques. En 2017, murieron 139 trabajadores humanitarios, mientras que otros 102 sufrieron heridas y 72 fueron secuestrados.

En 2017, 313 trabajadores humanitarios fueron víctimas de 158 ataques en 22 países, según el informe Aid Worker Security Report. De ellos, 139 perdieron la vida, lo que supone un aumento del 30% en la cifra de trabajadores humanitarios fallecidos en hechos violentos con respecto a 2016. Es también la cifra más alta registrada desde 2013, año en el que mataron a 156.

Ayer, Día Internacional de la Asistencia Humanitaria, la ONU pidió a las partes en conflicto que dejen de matar a civiles y cooperantes. Este año conmemora el decimoquinto aniversario del atentado el 19 de agosto de 2003 contra el hotel Canal, en Bagdad, utilizado por la ONU como sede. La explosión de un camión bomba, que derrumbó buena parte del hotel, mató a 22 personas, entre ellas el enviado especial de la ONU a Irak, Sergio Vieira de Mello, y el coordinador de Unicef en el país árabe, Christopher Klein-Beekman.

«Desde esa tragedia, más de 4.000 trabajadores humanitarios han sido asesinados, heridos, detenidos o secuestrados. Eso es un promedio de 300 compañeros humanitarios asesinados, detenidos o heridos cada año», denunció el secretario general de la ONU, António Guterres. «La guerra está forzando a un número récord de personas a abandonar sus hogares, con más de 65 millones de personas desplazadas. Los niños son reclutados por grupos armados, mientras que las niñas son abusadas y humilladas», resaltó.

El coordinador de ayuda de emergencia de la ONU y jefe de asuntos humanitarios, Mark Lowcock, consideró «inconcebible que los civiles y los trabajadores humanitarios que intentan ayudarlos sean asesinados y mutilados en zonas de conflicto con total impunidad». «Es imperativo que concienciemos a los hombres que tienen armas de fuego y a los hombres que están en el poder de que los civiles y los trabajadores humanitarios son un blanco ilegal», remarcó.

En las dos últimas semanas se han registrado varios ataques dirigidos contra la población infantil en Yemen y Afganistán.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) exigió el cese de los ataques contra instalaciones médicas. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) detalló que en los dos últimos años, hospitales, ambulancias y personal médico han sufrido 1.200 ataques en 16 países. «Es una media de 50 ataques al mes, más de 11 a la semana, más de un ataque al día. Basta», exigió.

Sudán del Sur, el país más peligroso para la asistencia

Según un informe elaborado por el grupo de investigación Humanitarian Outcomes, Sudán del Sur es el país más peligroso del mundo –por tercer año consecutivo– para los trabajadores humanitarios. En él se destaca el drástico aumento de los secuestros de cooperantes, pasando de 2 en 2015 a 36 en 2017.

Una de las autoras del informe, Abby Stoddard, reconoció que es «inusual» que el número de raptos «aumente tan rápidamente». Afirmó que se ha convertido en una táctica para controlar el reparto de ayuda y no tanto en una forma de obtener ingresos.

«Nos preocupa que se pueda convertir en una forma extendida de ataque como ha ocurrido durante años en Afganistán», manifestó. El Consejo Noruego para Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés) recordó que un centenar de cooperantes han muerto en Sudán del Sur desde que estalló la guerra civil a finales de 2013.

«Los grupos locales están asumiendo el mayor riesgo en estos conflictos», lamentó Stoddard.GARA