Beñat ZALDUA
DONOSTIA
Elkarrizketa
MANU EGAñA TXOPITEA
DIRECTOR DE PERSONAS Y ORGANIZACIÓN DEL GRUPO KIROL

«Tenemos que entender el juego responsable como un reto común del país»

Desde su cargo en KirolBet, Manu Egaña (Oñati, 1981) intenta romper con la turbia y oscura imagen con la que se acostumbra a asociar a los empresarios del juego. Su discurso, desde luego, rompe con numerosos esquemas y, sin dejar de defender lo suyo, comparte la necesidad de pensar una estrategia conjunta para prevenir la ludopatía y fomentar el juego responsable.

«¿Por qué nos gusta la sal? Pues porque potencia el sabor. Claro, ya sabemos que si se abusa de la sal, vamos a tener un problema». Cambien sal por apuesta y tendrán a Manu Egaña explicando las virtudes de su sector; y también sus riesgos, que prefiere mirar de cara.

Euskal Herria fue pionera en el desarrollo de las apuestas deportivas modernas. ¿Por qué?

Así es, la primera apuesta desde un terminal autónomo situado en un bar, en todo el mundo, se hizo en el bar Kantabriko de Tolosa en 2008. Se dan dos circunstancias; la tradición apostadora de Euskal Herria y la irrupción de la tecnología. En los años 2000 estaban entrando con fuerza las puntocom y las casas de apuestas con sedes en lugares extraños. Para garantizar la seguridad del consumidor y, por qué no decirlo, para gravar todas estas operaciones aquí y no en Curaçao, pues se pusieron en marcha una serie de licencias en la CAV. Nafarroa llegó dos años después.

¿Se esperaban el crecimiento que ha tenido el sector?

Siendo sinceros, efectivamente solo el más optimista habría pensado en un escenario como el que tenemos.

¿Qué fue de la quiniela?

La quiniela está pensada para la liga de los años 80 y 90, cuando tenías casi todos los resultados el domingo por la tarde. Lo que a la gente le gusta, además, no es el 1-x-2, sino customizar su propia apuesta y predecir cinco resultados, uno de regional y además que Agirretxe va a meter gol de cabeza. La tendencia es global, el que hace bolis también está en esa lógica.

Lo cual exige un gran desarrollo tecnológico...

Nosotros nos definimos como industria, no como servicio. Y no es fácil, sobre todo cuando estás al lado de la máquina-herramienta y demás. Pero nosotros desarrollamos tanto software como hardware, y además de nuestras propias máquinas también desarrollamos y vendemos tecnología. Hoy nos dedicamos a las apuestas, mañana quién sabe, Amazon empezó vendiendo libros...

¿Dónde se le saca más partido a una terminal: en un bar, en un salón, en un local de apuestas?

Depende. Hay bares que funcionan muy bien y salones que muy mal, y viceversa. Por ejemplo, en pueblos grandes lejos de las capitales, un Oñati por decir algo, el bar funciona muchísimo mejor que en una ciudad grande donde sí hay salones o locales de apuesta. Pero sí te puedo decir que la apuesta media en los bares suele ser más baja que en los salones. El del bar es un juego más social y tiene un componente de control, porque si tú en el pueblo ves al primo de tu amigo cada día apostando las 10 de la mañana, se lo vas a decir a tu amigo. A nosotros nos gusta más. El concepto de bar que tenemos los vascos es muy nuestro, ahora que estamos en un proceso de internacionalización, en Latinoamérica te das cuenta.

Es todo lo contrario del juego online, en el que también están presentes...

Sí, así es. Es curioso, porque de cara a la Administración el juego en hostelería es anónimo, mientras que en el online cada jugada queda registrada con nombre y apellido. Pero efectivamente, el juego online te da la oportunidad de hacerlo cuando quieras y como quieras.

¿Cómo se reparte su volumen de negocio entre el presencial y el online?

Mucho más el presencial, en una proporción de cinco a uno, más o menos.

¿Y la evolución?

Está creciendo mucho más el online, es verdad.

Que conlleva un mayor riesgo de adicción...

Si coges cifras de cantidades jugadas en el Estado en 2006 y 2007, y si coges las cifras de 2016 y 2017, aplicando una leve inflación, las cifras del dinero que se juega son prácticamente iguales. Con la crisis hubo un tremendo batacazo y ahora se está recuperando. Lo que sí que es verdad es que han cambiado los tipos de juego. Bajan los casinos, los bingos, la quiniela, y entramos nosotros.

En este sentido, hay modalidades de juego que necesitan de pedagogía y todos nos tenemos que poner en ello. Creo que, por ejemplo, desde la Universidad de Deusto se está haciendo un gran trabajo. Yo soy apostador, apuesto de forma online, igual que mucha gente de mi entorno, y no tenemos ningún problema, pero desde el momento en que una persona tiene un problema, y sé que es más de una, hay que trabajarlo.

Desde las asociaciones se denuncia que hay muy poca prevención y pocos medios, tanto desde las empresas como desde la Administración pública.

Siempre se puede, y se debe, hacer más. De manera conjunta. Además, ahora se puede hacer. El sector del juego siempre ha sido algo un poco oscuro y siempre estado muy atomizado, en cada valle hay una empresa diferente que lleva las tragaperras. Con nosotros es diferente. De empresas vascas operamos Reta y nosotros, y luego están Codere, que son de Madrid, y en Nafarroa también Sportium, que son catalanes. Y ya está. Por lo tanto, tenemos músculo como para trabajar en el juego responsable. Yo, por ejemplo, soy sicólogo y estoy en el comité de juego responsable de mi empresa; eso era algo impensable antes. Y tengo relación con las asociaciones, con las que buscamos un trabajo en común. Ellos vienen, por ejemplo, a formarnos a nosotros en juego responsable, a decirnos qué tenemos que detectar, qué protocolos aplicar...

A partir de ahí, nos tenemos sentar en la mesa y pensar qué vamos a hacer. ¿Vamos a cerrar mañana todos los chiringuitos para que pasado mañana se abran clandestinos? Si la respuesta es que no, nos tenemos que poner a pensar cómo lo hacemos entre todos. Hace 10 años fuimos pioneros en presentar soluciones tecnológicas, ahora tenemos que ser pioneros en construir un modelo de juego responsable en este país. Y para eso necesitamos, por supuesto, a las empresas y a las asociaciones, pero también a la universidad, a los gobiernos y a toda la Administración. Fijarnos en ejemplos de buenas prácticas, aunque apenas las hay, y tratar de generar un modelo.

¿No las hay?

Muy pocas. Los ingleses, un poco, pero no gran cosa. Yo tenía esperanza con los finlandeses, ya que siempre andamos en busca de ese modelo escandinavo, pero son un desastre, tienen tragaperras en los supermercados y mesas de Blackjack en cualquier bar. Para otras cosas son buenos, pero los seis meses de invierno les hacen caer en todo tipo de pecados.

¿Cree que hay mimbres para construir ese modelo de juego responsable?

Sí, al menos para empezar. Ya existe un trabajo en común con asociaciones y universidades. Pero me gustaría destacar que es importante que el debate se dé en parámetros de aquí, de Euskal Herria, porque tengo la impresión de que buena parte de la polémica generada en las últimas semanas viene importada de Madrid, donde la liberalización es absoluta y donde están abriendo un salón cada 100 metros. Aquí está todo mucho más regulado, tenemos otros problemas y otros debates, no hace falta importar los que se dan en Madrid.

Al final, ofrecemos un producto parecido al alcohol, que pueden consumir los mayores de 18 años con moderación. No podemos caer en la banalización de decir «apuesta tranquilo, esta es una forma más de ocio». No lo es. Es como el txikiteo; puede ser muy saludable, pero como estés cada día txikiteando primero a la mañana y luego a la tarde, el médico te va a decir que tienes un problema.

¿Deberían implicarse más las administraciones públicas?

Es trabajo de todos. No puede ser que una persona con problemas de juego, si consigue reunir el valor para decirle a su médico que tiene un problema, este le mande a la asociación más cercana, que apenas tiene medios. Y cuidado, las asociaciones se merecen un monumento. Pero si vamos a dejar la respuesta en su mano, hay que darles recursos. En Aragón, el 1% de las tasas recaudadas va a prevención. Es poco, pero por lo menos es algo. Y si no, poco a poco habrá que ir introduciendo la ludopatía en Osakidetza y en los servicios sociales. Tenemos que ver el juego responsable como un reto común para el conjunto del país.

Preocupan los jóvenes.

Déjeme decir primero que me parece que a menudo ponemos el foco en los jóvenes para quitarlo de los problemas de los propios adultos. Pero dicho esto, sí, es verdad que el juego online implica más a los más jóvenes. Nosotros hemos quitado máquinas de bares que estaban al lado de institutos más de una y más de dos veces, y cuando nos llaman los padres nos ponemos en contacto con las asociaciones para que den una charla en ese instituto. Y lo seguiremos haciendo, pero insisto, el reto es conjunto y no solo tiene que ver con las apuestas deportivas, sino con el hecho de tener a un click absolutamente cualquier cosa que te puedas imaginar.

Literalmente.

Vamos a ver, cuando yo tenía 14 años, nos volvíamos locos con una “Interviú” en la que se veía un pecho. Hoy en día, y a través de un par de clicks, un chaval de 14 años puede ver a enanos sodomizando a un caballo. Entonces, más allá de las competencias o capacidades tecnológicas, lo que hay que hacer es alfabetizar emocionalmente a los chavales, darles herramientas para poder enfrentarse a un mundo adulto en el que va a haber juego, va a haber alcohol y va a haber cosas mucho peores.

La última polémica tiene como epicentro las camisetas de clubes deportivos. En Italia lo han prohibido. ¿Cómo lo ve?

Si vamos a Anoeta, vemos Keler, si vamos a San Mames, vemos San Miguel, y no nos genera gran problema. Explicamos a los menores que nos acompañan que son bebidas que uno puede consumir con 18 años y convivimos con ello. Lo que hay que ser es responsable. En los dos equipos que patrocinamos nosotros, Kirolbet Baskonia y Osasuna, no verás nuestra propaganda en equipaciones infantiles, y los menores no recibirán ninguna promoción. Es más, creo que hay que aprovechar esos patrocinios para plantear campañas de prevención serias, que vayan más allá del marketing y más allá de Maradona hablando contra las drogas.