Iker BIZKARGUENAGA
SUECIA ANTE EL ESPEJO

SOLLEFTEå SACA LOS COLORES AL ESTADO DE BIENESTAR SUECO

Suecia, que afronta mañana unas cruciales elecciones, es observado como ejemplo del modelo nórdico de bienestar. Sin embargo, los recortes en servicios básicos amenazan con resquebrajar un consenso social que no ha sido inmune a la labor de zapa neoliberal.

Hace año y medio dos comadronas decidieron organizar un curso para enseñar a madres y padres cómo prepararse para un parto inminente en un coche. Su iniciativa estuvo motivada por el cierre, a causa de los recortes, de la única sala de maternidad existente en su comarca, vasta y escasamente poblada, que obligaría a viajar doscientos kilómetros para llegar al hospital más cercano capaz de ofrecer ese servicio. Mucha tralla para una parturienta. Este hecho, acompañado de otras iniciativas en contra del cierre de la instalación sanitaria, no ocurrió en un país africano, caribeño ni centroasiático, sino en la ciudad de Sollefteå, en el condado de Västernorrland, Suecia, un exponente del modelo nórdico de bienestar más acostumbrado al halago que a la crítica. Pero no es oro todo lo que reluce.

Desde luego, no en esta urbe de menos de diez mil habitantes situado en la zona oriental del país, que se ha convertido en epicentro de un movimiento de protesta y que, casualmente, es también el lugar donde se crió el primer ministro, el socialdemócrata Stefan Löfven, a quien su madre dejó en una comuna a los diez meses por no poder mantenerlo. Ahora es él uno de los destinatarios de las críticas de quienes desde hace más de tres años se movilizan contra los recortes en uno de los pilares del sistema, como es la atención sanitaria pública, un ámbito que si bien tiene una gestión descentralizada y no depende directamente del Ejecutivo de Estocolmo, sí puede tomarse como ejemplo de los cambios habidos desde los años 90, con una creciente liberalización y un menor peso del Estado y de la administración pública.

Antes de que las dos matronas se lanzaran a organizar el exitoso curso, que atrajo el interés de los grandes medios suecos a una región habitualmente apartada de los focos, su población llevaba año y medio de movilizaciones, con una capacidad de convocatoria creciente, hasta reunir a 20.000 personas en una manifestación en Härnösand. Como guinda, antes de que se produjera la clausura de los servicios, numerosas personas ocuparon la entrada del hospital de Sollefteå.

Preguntas que requieren respuesta

Cientos de personas se reunieron en el centro hospitalario y muchas de ellas pasaron la noche allí, una pauta que se ha mantenido desde entonces y que ha permitido que muchos suecos, no sólo en esa provincia, se estén planteando cuestiones como si ciudadanos que pagan sus impuestos pueden asumir quedarse sin servicios con los que sí cuentan sus vecinos o si es admisible obligar a mujeres a dar a luz fuera de los hospitales por una cuestión de eficiencia económica.

Según explica el instituto TNI, radicado en Amsterdam y centrado en analizar la gestión de las políticas públicas, las protestas se convocaron tanto por el carácter desigual de los recortes, que afectarían sobre todo a la zona norte de la provincia, con mayor superficie y menor densidad poblacional, como por la inconsistencia argumental de los mismos, ya que el ahorro estimado representaría una pequeña parte del déficit presupuestario. Uno de los argumentos más controvertidos, que generó indignación, fue el expuesto por el máximo responsable de la administración provincial, quien sostuvo que si solo necesitas acceso a la atención sanitaria de vez en cuando puedes desplazarte una distancia mayor para obtenerlo, obviando la urgencia de quien, por ejemplo, se ha puesto de parto o ha sufrido un infarto.

Debates, cartas, mensajes en las redes sociales y manifestaciones se multiplicaron, pero fue en vano, y en noviembre de 2016 la Diputación Provincial decidió cerrar la maternidad de Sollefteå a los tres meses. Un día antes del fin de plazo comenzó la ocupación.

En Suecia no es la primera vez que se ha recurrido a ocupar inmuebles públicos para alcanzar objetivos sociales y políticos. De hecho, la iniciativa de Sollefteå se inspiró en la llevada a cabo unos años antes en Dorotea, también para protestar por los recortes en el servicio de Urgencias, que concluyó con la decisión de reactivar el servicio. En este caso, tanto el curso de las matronas como la ocupación han logrado situar el derecho a la sanidad en el debate público y que muchos líderes políticos se hayan posicionado al respecto en un contexto marcado por los comicios legislativos y locales de mañana.

Burocracia vs profesionalidad

En cualquier caso, como ya se ha dicho, la sanidad pública se organiza en el ámbito provincial y el nuevo modelo de gestión no ha sido impuesto por el Gobierno sueco sino por organismos regionales. A través de ellos se ha producido un cambio en el funcionamiento del espacio sanitario, y las características de ese cambio han sido la priorización de los controles presupuestarios frente a la atención sanitaria y el traspaso de poder de los profesionales de la salud al personal directivo intermedio, a personas ajenas a la realidad del sector. Sollefteå es un ejemplo.

En el proceso varios grupos de trabajadores y trabajadoras de la salud se han visto afectados, atrapados entre los recortes y la atención requerida por sus pacientes, con una carga de trabajo cada vez mayor y un gran número de bajas por enfermedad. Esto, junto al hecho de que muchos profesionales no quieran trabajar en condiciones precarias, ha llevado a hospitales de todo el país a cerrar pabellones y clausurar servicios.

No cabe obviar, además, que las principales damnificadas por este retroceso del sistema público de salud están siendo las mujeres, como usuarias y como profesionales, pues son ellas quienes se van a ver obligadas a dar a luz en condiciones precarias, y es un colectivo tan feminizado como el de la enfermería uno de los principales afectados.

En el análisis del instituto TNI se habla de zonas enteras desprovistas de servicios, áreas agrestes donde la vida cotidiana, el día a día, se está volviendo cada vez más difícil de sacar adelante. Así, según informó al estallar la crisis de Sollefteå la televisión pública (SVT), en torno a un 10% del país carece de algunos servicios básicos a consecuencia de los recortes habidos en las últimas décadas, sobre todo en los últimos diez años. Es por ello que las protestas se han sucedido, particularmente en entornos rurales, recordando algunas de las luchas obreras que a principios de los años 30 del siglo pasado pusieron la semilla de la que floreció un estado de bienestar alabado en el resto del mundo.

Y es que si algo está recordando mucha gente estos últimos meses es que esos derechos que ya se daban por descontados fueron consecuencia de una dura pelea, y que peleando podrán recobrarlos y mantenerlos.

 

El país en el que más han aumentado las desigualdades en el seno de la ocde

El modelo nórdico de bienestar social, donde podemos incluir a Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia, ha sido expuesto muchas veces como ejemplo exitoso de que es posible compatibilizar el capitalismo con la equidad, el control público con la economía de mercado. Pilotado fundamentalmente por partidos socialdemócratas, este modelo alcanzó su punto álgido en la década de los 70, combinando prosperidad y cobertura social, y garantizando que casi ningún ciudadano fuera excluido de los servicios básicos.

Sin embargo, el giro neoliberal que ha dado el conjunto de Europa en las últimas décadas ha alcanzado también a los países escandinavos, hasta el punto de que Suecia es el país de la OCDE donde más ha aumentado la desigualdad en los últimos años. Esto se debe, en gran medida, a que partía de una posición ventajosa respecto a la mayoría de los miembros de ese selecto club, pero no resta importancia a esa deriva iniciada a finales del siglo XX.

Cabe recordar, en este sentido, que tanto Suecia como sus vecinos nórdicos son países con economías de mercado y sujetos por tanto a sus normas, aunque tradicionalmente el Estado ha intervenido de forma directa, tanto en forma de incentivos como de regulaciones y políticas tributarias, con una presión fiscal muy importante. Tampoco hay que olvidar el papel desempeñado por los sindicatos, que aún hoy cuentan con una presencia fuerte y una tasa de afiliación muy superior al del resto del continente, con porcentajes por encima del 50% en todos los casos y con Islandia en el 70%. Por comparar, en el Estado español sólo el 14% de los trabajadores está afiliado.

Su competitividad y su capacidad exportadora, la creciente incorporación de las mujeres al mercado, las políticas de conciliación y el compromiso con el pleno empleo a través de políticas laborales activas, mientras el resto se centraba en controlar la inflación, han hecho del bloque nórdico un referente para quienes creían posible dar una pátina humana al capitalismo.

Sin embargo, en las últimas décadas los modelos de bienestar nórdicos han sido objeto de fuertes reformas, con un marcado acento neoliberal. La crisis del petróleo del 73 fue un punto de inflexión, como en todo el mundo, pero la tendencia se ha acentuado desde los 90 y la recesión de los últimos años ha hecho el resto. La situación general en estos países sigue siendo más favorable que en la mayoría de la OCDE y las cifras de desempleo son bastante buenas; pero los servicios públicos y la cobertura social, cada vez peores.

Y este contexto está alentando los mensajes xenófobos y aupando a la ultraderecha a posiciones que hace poco serían inimaginables.I.B.