Miren Basaldua
Plataforma Zero Zabor Bizkaia
GAURKOA

Incinerar residuos no es economía circular

La CEWEP, asociación europea de empresas que apuestan por la incineración de residuos urbanos (RSU) como sistema de gestión, ha celebrado su 9º Congreso en el Palacio Euskalduna de Bilbao del 19 al 21 de setiembre, auspiciado por Zabalgarbi y Aeversu (asociación española de incineradoras de RSU), bajo un título que podría traducirse: “Valorización energética de residuos, haciendo que funcione la economía circular”.

La expresión «economía circular» se ha convertido en un mantra citado a diestro y siniestro, presentándola como la salvadora de los males de contaminación y generación de residuos a causa de la sobreproducción y despilfarro de plásticos, embalajes y otros materiales. Es cierto que la economía circular puede poner coto o contribuir a paliar estos desastres, pero debemos subrayar que la incineración de residuos no forma parte de la economía circular, porque la incineración de residuos no cierra el ciclo de materiales (producción-utilización/consumo-reciclado/reutilización); corta el círculo, quemando un residuo que podría ser preparado para la reutilización y el reciclado, vertiéndolo a la atmósfera. Zabalgarbi, por ejemplo, vierte cada año al aire que respiramos más de 180.000 toneladas de restos de residuos urbanos.

La UE ya aprobó en junio un paquete de medidas para impulsar la economía circular: aumento del objetivo de preparación para la reutilización y el reciclaje de residuos urbanos al 65% en 2030; disminución del vertido a vertedero al 5% en 2030; obligación de establecer una recogida separada de materia orgánica utilizando bolsas compostables; eliminación para 2020 de bolsas de plástico no reciclables; entre otras. Para reforzar este camino, la Comisión Europea ya comunicó a principios de 2017 que no seguiría subvencionando más incineradoras, con el fin de desincentivar estas prácticas y promover, en su lugar, una gestión de residuos enfocada a la economía circular, a partir del reciclaje y políticas de residuo cero. En este sentido, debe recordarse que la incineración de residuos, con valorización energética y sin ella, ocupa los dos últimos escalones de la jerarquía europea de residuos, por debajo de la prevención de la generación (que incluye el compostaje a pequeña escala, casero y de barrio), la reutilización y el reciclaje (que incluye el compostaje en grandes instalaciones).

La incineración de residuos no encaja dentro de la economía circular, pero los incineradores alegan que ellos hacen valorización energética. ¿Es esta una fuente de energía realmente eficaz y renovable? Lo primero a señalar es que estas incineradoras reciben una enorme cantidad de ayudas públicas a través de lo que antes se conocía como Régimen Especial, que incluye a la electricidad de origen renovable. Zabalgarbi, por ejemplo, recibió en 2017 24 millones de euros en concepto de primas a la electricidad que generó, aunque el 70% de ella provenía del gas natural, y solo el 15% tenía origen renovable (cuyo origen Zabalgarbi tampoco certifica oficialmente).

En los países del norte de Europa, que tanto gusta citar a nuestros mandatarios como cuidadores del medio ambiente y al mismo tiempo promotores de incineradoras, a menudo sucede que estas tienen sobrecapacidad, lo que se traduce en que para amortizar sus costes, tienen que importar residuos de otros países. Así, Dinamarca, un «gran incinerador», quema en sus plantas de «waste to energy» (valorización energética de residuos), la basura que traen de países como Reino Unido o Alemania. En un artículo publicado por La Vanguardia en 2017, Alessio Boldrin (uno de los ponentes del Congreso de Bilbao), declaraba que «Dinamarca ya tiene sobrecapacidad de por sí, y con las mejoras en el reciclaje, se dice que habrá más en el futuro». Y sigue señalando el mismo artículo «esta situación resulta familiar en el Estado español. La incineradora de Son Reus que gestiona Urbaser en Mallorca ha quemado residuos italianos para hacer viable su modelo de negocio. De los cuatro hornos construidos solo funcionan dos con normalidad». Y en la CAPV, Zabalgarbi recibe ahora residuos de Gipuzkoa, mientras allí se construye una planta con capacidad muy superior a las necesidades previstas para el futuro, cuando aumente significativamente la recogida separada, el compostaje y el reciclado tal y como exigen Europa y el sentido común.

Si las incineradoras se han mostrado ineficientes y las normativas ambientales están cada vez más orientadas a fomentar una economía circular, ¿qué sentido tiene patrocinar un congreso que promueve la incineración? ¿Qué sentido tiene apostar como país, dedicar dinero público y recursos a un sistema que hasta la propia UE pone en la cola de los sistemas de gestión de residuos, suspendiendo las ayudas a la construcción de nuevas incineradoras?

La incineración es un sistema que para producir energía debe quemar plásticos y otros materiales con alto contenido calórico, y gas o petróleo, porque la humedad de los bioresiduos no los hace buenos combustibles, y además su compostaje es una alternativa mucho mejor desde todo punto de vista. La quema de recursos desincentiva a los ayuntamientos a mejorar sus políticas de separación, ya que el reciclaje compite con la incineración, y estas plantas están diseñadas para funcionar a plena capacidad. La incineración también desincentiva a la población de seguir políticas de prevención y reciclaje, porque invisibiliza la basura, la aleja del problema. La incineración crea problemas de salud, es causa de la emisión de dioxinas, furanos y diversos metales pesados (arsénico, mercurio...), compuestos químicos muy perjudiciales para la salud humana. La incineración también contribuye al cambio climático, emitiendo a la atmósfera gran cantidad de CO2; Zabalgarbi emite 240.000 toneladas al año, solo por detrás de grandes instalaciones como Petronor o Bahía Bizkaia.

Dice Aeversu, promotora de este Congreso, que su objetivo es «procesar la fracción no reciclable del residuo urbano para producir electricidad o vapor, dentro del marco de referencia de la economía circular». Suena bien pero, ¿cuál es la fracción no reciclable del residuo urbano? En Bizkaia se recicla en torno al 40% de los RSU generados, y la inmensa mayoría de los residuos incinerados en Zabalgarbi se podrían haber reciclado si se hubieran recogido de forma separada.