Koldo LANDALUZE
DER LäUFER

El asesino que corría

Decía Patricia Highsmith que tras la afable sonrisa de sus vecinos suizos se intuían los demonios que suelen removerse en escenarios en los que, aparentemente, nunca pasa nada. Lo decía una autora que sabía mucho de cadáveres enterrados en esos jardines que engalanan las casas con vistas a paisajes bucólicos. De ello va en buena parte la ópera prima de Hannes Baumgarine, la cual transcurre en Suiza, ese país singular en el que tan solo el 5% de sus militares son profesionales pero que tiene entre sus competiciones más relevantes las llamadas «carreras con armas».

En una de ellas, en las que los corredores visten uniformes y cargan el peso de una ametralladora a sus espaldas, topamos con el protagonista de este retrato de un asesino en serie. Basándose en un caso real, el filme recorre el progresivo deterioro sicológico de un joven marcado primero por el trauma de haber sido abandonado junto a su hermano a muy temprana edad y, segundo, no haber superado el suicidio de su hermano.

Todo ello se revela mediante el recurso de los constantes entrenamientos a los que se somete el protagonista y los ramalazos domésticos que triturarán su relación sentimental. En mitad de este derrumbamiento irremediable, el corredor se dejará llevar por la necesidad de robar bolsos mientras entrena por la noche a mujeres que, supuestamente, no fueron amables con él. Superada la primera etapa de sus catarsis interna, el demonio interior de Jonas Wildmer requerirá de mayores dosis de desconcierto.