Víctor ESQUIROL
«Alpha. The Right to Kill»

Después de la redada asesina

Acercarse por primera vez a una película de Brillante Mendoza (la que sea), es lo más parecido a jugar a la ruleta rusa que ahora mismo puede ofrecer en un festival de cine. En su de momento prolífica carrera, encontramos altos y bajos tan exajerados que a veces hasta parece lógico preguntarse sobre la auténtica autoría de algunos trabajos que vienen firmados por él. Lo mismo ofrece un magistral trabajo sobre el desarraigo en la era de la globalización (“Foster Child”) como un ridículo recorrido por el sentimentalismo más barato post-disaster movie (“Taklub”).

Hay más ejemplos, pero el que importa ahora es el de “Alpha. The Right to Kill”, nuevo trabajo de este director filipino; nueva entrada en una competición que sigue reforzándose. Tocó vida, en vez de muerte, y nos encontramos con la buena versión de Mendoza. No con la mejor, pero con esto ya nos damos por satisfechos.

Más aún teniendo en cuenta la extrema valentía (al filo de la temeridad) de un prodcuto que trasciende la categoría de cine de género para convertirse en un documento de denuncia a lo mejor no muy amigo de la sutileza, pero sin duda comprometido con la causa. Lo llaman militancia.

La historia nos presenta a un escuadrón de policía que planea, de un momento para otro, una redada en el local de un pez gordo del narcotráfico. El director se saca rápidamente de encima dicha operación. Con solvencia y con ese pulso agitado marca de la casa. Como si tuviera prisa por ver qué pasa después de tan sangriento espectáculo.

Y efectivamente, lo importante aquí es la calma post-tempestad. Ya sin la excusa del subidón de adrenalina, Brillante Mendoza arremete contra la falta de escrúpulos y de humanidad de un Estado cuyo monopolio de la violencia a lo mejor sea legítimo, pero también, y desde luego, inmoral.