Amalur ARTOLA
DONOSTIA

«Angelo», cautivo de África a Austria

Markus Schleinzer llega a la Sección Oficial de Zinemaldia con su segundo largometraje, «Angelo», en el que relata la historia de un esclavo africano que fue trasladado con 10 años a Europa para convertirse en sirviente y atracción para la nobleza.

Markus Schleinzer se basa en la historia de Angelo, un africano que en el siglo XVIII fue trasladado a Austria con tan solo 10 años para convertirse en sirviente y entretuviera a la nobleza. Una historia real que el cineasta conocía desde su infancia y que recuperó a raíz de una exposición sobre el personaje que mostraron hace diez años en Viena. «No pude acudir, pero tuve el catálogo entre mis manos e investigando descubrí que la mayoría de las historias que me contaron sobre él no eran ciertas», explicó en rueda de prensa tras la proyección de la cinta, y recalcó que existen pocos datos sobre Angelo y que «lo que hemos hecho es darle una nueva identidad».

Schleinzer también se refirió a la manera en la que, actualmente, acoge Europa a la gente migrante: «Siempre he intentado mostrar cómo la sociedad trata a los extraños. Escribí el guion hace cinco años, antes de que surgieran los problemas que tenemos con la inmigración, y hace tres años la situación se volvió más violenta. No hemos cambiado mucho, creo yo, de cara a esta cuestión, porque seguimos tratando a los de fuera así», señaló, en referencia al trato que recibió Angelo.

Silenciosa

En el filme, se muestra cómo Angelo es adoctrinado por la nobleza para que les sirva de entretenimiento y el personaje se muestra silencioso y distante. Preguntado por el silencio y la quietud que transmite la película en general, Schleinzer relató que ve a Angelo como una persona «que no podía llegar a tener reacciones». Para el director, «alguien que ha sido raptado con 5 o 7 años de África y formado en otro continente tiene que ser una persona traumatizada» y «tuvo que ser una persona muy silenciosa». «Además –añadió–, en aquel siglo tampoco se hablaba tanto como ahora y si decías algo era porque tenías una opinión, y tal vez te mandaban a otro grupo. Angelo no era idiota, quizá intentó establecer una especie de carrera, y hablar y tener opiniones podría quitarle la posición que se le había otorgado».

Sobre el poco diálogo que contiene la cinta habló también una de las actrices principales, Larisa Faber. «Ha sido bastante orgánico. Hicimos pocos ensayos, y fue interesante porque no ensayábamos las escenas, sino los movimientos. Eso creó una complicidad con nuestro cuerpo muy instintiva», dijo.

Schleinzer también hizo referencia a la supuesta y relativa libertad de la que goza el protagonista: «Parecía tener una libertad que el realidad no tenía. La libertad siempre tiene que ver con el otro, es algo que acordamos con la sociedad y si sigues las reglas puedes ser libre, y si no estás de acuerdo quizá te puedas revelar».