Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Smallfoot»

La tradición y el progreso son igual de manipuladores

No esperaba encontrar una reflexión tan lúcida sobre el eterno debate entre lo viejo y lo nuevo dentro de una película animada para el público familiar, claro que siendo los guionistas y productores de dicho largometraje Glenn Ficarra y John Requa, dos auténticos francotiradores de Hollywood, todo es posible. Bajo la capa superficial de una alegre comedia musical plagada de canciones pegadizas para niños y niñas, con gags visuales heredados del maestro Tex Avery, la audiencia adulta podrá descubrir un mensaje de fondo bastante complejo con críticas en todas direcciones, y cuya conclusión se resume en que la tradición y el progreso, en cuanto fruto por igual de la mente humana, pueden ser manipuladores a la par.

“Smallfoot” ya sorprende de primeras al darle la vuelta a la perspectiva del mito, haciendo que los propios seres legendarios vean a los humanos como nosotros les vemos a ellos. Por eso cuando el joven Migo dice creer en la existencia de la especie humana es tachado de loco, ya que esa criatura que denominan “piespequeños” representa justamente la imagen opuesta a los gigantescos yetis. En realidad el curioso y aventurado yeti ha descubierto el secreto mejor guardado de su comunidad, toda vez que es precisamente El Guardián el encargado de mantener el engaño por la paz interna, lejos del contacto con la peligrosa especie invasora.

Y a fin de cuentas tampoco le falta razón, porque el primer ejemplar humanoide en aterrizar en las montañas inexploradas cubiertas de nieves perpetuas es un reportero de nombre Percy, que será capaz de traicionar cualquier asomo de amistad entre diferentes con tal de conseguir la gran exclusiva noticiable. Todo esto que puede parecer tan paradójico y conflictual es mostrado de una manera muy divertida y desacomplejada, que es el mejor modo de entrarle a las cosas por la vía más directa y transparente posible.