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EEUU insta nuevamente a los migrantes a regresar y amenaza con detenerlos

El Gobierno estadounidense volvió a pedir los migrantes hondureños que integran la caravana que regresen a sus casas y volvió a amenazarles con detenerlos y deportarlos si cruzan la frontera entre México y Estados Unidos sin permiso. Pero pese a las advertencias, miles de migrantes proseguían su camino, algunos tras cruzar el río Suchiate.

La encargada de negocios de la Embajada estadounidense en Honduras, Heide Fulton, instó a los migrantes hondureños que integran la caravana que salió el día 13 de San Pedro Sula con la intención de llegar a EEUU a regresar a su país alegando que el viaje es «tremendamente peligroso». «Por favor, regresen a Honduras. El viaje es tremendamente peligroso y @POTUS (el presidente Donald Trump) ha dicho que los que intentan ingresar de manera ilegal a EEUU serán arrestados y deportados», escribió en su cuenta de Twitter.

Miles de migrantes hondureños reanudaron ayer su camino hacia Estados Unidos después de cumplir los requisitos migratorios de México, cuyo Gobierno advirtió con deportar a los que entraron sin permiso a su territorio. De acuerdo con fuentes de Protección Civil de México, son más de 3.000 los migrantes que recorren los casi 40 kilómetros que hay entre Ciudad Hidalgo y Tapachula, la segunda ciudad más importante del estado mexicano de Chiapas, donde tenían previsto pasar la noche.

Más de 600 policías estatales y federales mantenían instalado un puesto de control a unos cinco kilómetros de llegar a Tapachula aparentemente con la intención de frenar el éxodo masivo de la caravana migrante.

Hasta la noche del sábado, se estimaba que unos 2.200 hondureños permanecían varados en el puente internacional esperando poder entrar en México, aunque el acceso era a cuentagotas y dando prioridad a mujeres y niños.

Parte de la caravana migrante –unos 900 según el Gobierno mexicano– logró cruzar el río Suchiate, que hace de frontera entre Guatemala y México, y evadir la vigilancia de cientos de policías mexicanos sobre el puente, por donde solo se permitía el paso a mujeres y niños.

El Ministerio de Gobernación mexicano informó el sábado que había recibido 640 solicitudes de refugio en el paso fronterizo y aseguró que ha dado atención prioritaria a 164 mujeres, algunas de ellas en avanzado estado de gestación, y a 104 menores de edad.

«Nadie nos va a detener, si ya nos aventamos al río y ya hicimos de todo para llegar hasta acá, no nos detendrán», dijo a AFP Aarón Juárez, de 21 años, quien caminaba con dificultad debido a las llagas en sus pies y viajaba con su esposa y su bebé.

Con maletas pequeñas o mochilas en las que transportan sus pocas pertenencias, los migrantes caminaban a paso firme y ágil pese al cansancio. El Gobierno hondureño informó que más de 2.000 migrantes han regresado ya al país.

En una rueda de prensa conjunta el sábado, los presidentes de Honduras y Guatemala anunciaron un plan de «retorno seguro» y denunciaron las «motivaciones políticas» de los organizadores de la caravana, que se aprovechan de la «desgracia del ser humano» y de la «buena fe» de los estados. «Lamento profundamente el abuso de la necesidad de las personas. Todo tiene un límite y no es posible que por razones políticas se utilice la desgracia del ser humano para sacarle provecho», dijo el mandatario hondureño.

 

Un éxodo provocado por la pobreza y la violencia de las maras

La caravana de migrantes salió el 13 de octubre de San Pedro Sula, una ciudad hondureña que entre 2012 y 2014 encabezó el ránking de los lugares más peligrosos del mundo. Han avanzado por Guatemala, no sin dificultades, ya que uno de sus líderes fue detenido, y el viernes unos 7.000 –entre los iniciales y los que se fueron por el camino– alcanzaron la frontera con México. «En Honduras yo no tengo nada que perder y, si me va bien, tengo mucho que ganar», explicó a la BBC Wilson Funes, un joven de 28 años que forma parte de la caravana de migrantes. Su caso no es único. De acuerdo con un reciente informe del Consejo Noruego para los Refugiados (CNR), uno de cada cinco hondureños, salvadoreños y guatemaltecos vive con menos de 1,90 dólares al día, es decir, en la pobreza y a solo 90 céntimos de la pobreza extrema.

La violencia, principalmente de las maras, se ceba con mujeres y niñas. El Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras estima que, de media, una mujer muere cada 17 horas en el país.

«Las amenazas directas de las bandas criminales han provocado el cierre de colegios o la cancelación de las clases. Como resultado de la violencia, los niños deben cambiar de colegio o abandonar», ha denunciado el CNR. Comienza así un ciclo de pobreza y violencia del que es difícil escapar sin alternativas reales, advierten los expertos.GARA