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El Vaticano, en el foco tras el hallazgo de huesos en la nunciatura de Roma

El Vaticano se encuentra de nuevo en el ojo de huracán por el anuncio del descubrimiento de huesos humanos en la sede de la nunciatura en Roma, los cuales podrían pertenecer a la hija de un funcionario de la Santa Sede desaparecida hace 35 años, Emanuela Orlandi.

El hallazgo de huesos humanos bajo el suelo de un sótano de la nunciatura (la Embajada) de la Santa Sede en Roma ha disparado la hipótesis de que se pueda tratar de los de Emanuela Orlandi, la hija de 15 años de un empleado vaticano y cuya desaparición hace 35 años en pleno centro de Roma es uno de los grandes misterios de Italia y del Vaticano. La familia Orlandi pidió aclaraciones al Vaticano y la Fiscalía abrió inmediatamente una investigación y ordenó a la Policía científica que establezca la edad y el sexo, así como la fecha y el motivo de la muerte de la persona a la que corresponden los restos hallados.

Los huesos fueron descubiertos por trabajadores que realizaban labores de remodelación en un anexo de la sede de la Embajada de la Santa Sede y su hallazgo fue inmediatamente relacionado con la desaparición de Emanuela Orlandi.

Aquella desaparición se relacionó con jerarcas de la Iglesia, con la mafia y también con el turco Ali Agca, autor del atentado contra Juan Pablo II en 1981.

El anuncio del Vaticano, mediante una nota del portavoz del papa el martes por la noche, generó numerosas conjeturas y añade otra pieza más al rompecabezas del «caso Orlandi».

Los medios de comunicación apuntaron ayer la hipótesis de que se trate de restos que pertenezcan a dos personas, ya que se encontraron en dos sitios diferentes. Ello les lleva también a sugerir que se pueda tratar de Mirella Gregori, otra joven desaparecida ese mismo año y de la que nunca se tuvieron noticias.

No es la primera vez que la Policía sigue una pista para encontrar el cuerpo de Orlandi.

En 2012, expertos forenses exhumaron el cuerpo de Enrico de Pedir, jefe de la Banda de la Magliana, la mafia de Roma durante los años 70 y 80, quien había sido enterrado inexplicablemente en una iglesia del Vaticano al lado de la escuela de música San Apolinar a la que acudía Orlandi. Su novia, Sabrina Minardi, sostenía que había secuestrado y matado a la joven por orden del arzobispo estadounidense Paul Marcinkus, entonces director del Banco Vaticano, socio clave del quebrado Banco Ambrosiano, «para dar un escarmiento a alguien». Tras estas revelaciones fue investigado el exrector de la basílica de San Apolinar Piero Vergari, quien autorizó enterrar a De Pedis en ese templo y también trabajó durante un periodo en la Nunciatura del Vaticano en Italia donde se hallaron los restos.

Son muchas la hipótesis durante todos estos años sobre este caso y la familia nunca se ha cansado de buscar la verdad y la justicia, un esfuerzo que ahora coge aliento con el descubrimiento de los restos óseos.