Belén MARTÍNEZ
Analista social

La participación como antídoto

Tras los discursos apocalípticos y las diatribas antidemocráticas, de aquí y allá, se oculta un odio desmedido a la democracia (entendida esta como el gobierno de todas todos, es decir, el poder del pueblo). Por eso, bienvenidas sean iniciativas democratizadoras, como las consultas promovidas por Gure Esku Dago para decidir sobre nuestro futuro colectivo.

En las consultas ciudadanas, los votos cuentan (y mucho). También la implicación y participación de quienes las impulsan, ya que con ello están contribuyendo a que se materialice el derecho que se reclama, considerado –a veces– como políticamente impracticable, ya sea por la intangibilidad de las fronteras o la inmutabilidad de una norma superior. Estaba claro que no iba a inhibirme. Después de votar, me regocijé con la lectura de “Perspectivas democráticas” de Whitman, donde el poeta, desencantado, escribe: «la democracia, en silencio, esperando su turno, sopesa sus propios ideales». Whitman ensalza la participación y nos exhorta a mantenernos informadas de cuanto ocurre, a hacer siempre lo mejor que podamos y a votar.

La consulta es un imperativo democrático. Antes de que el sueño me venciera, pensé en incoherencias ocasionales, como la negación de una consulta popular sobre la pasante del Metro en Donostia.